March 28, 2024

Trabajo de opinión Recibidos x Librado Ricardo Linares García

Desde una pretendida semiótica del socialismo real cubano se esconde el fracaso del
mismo a la luz de la pandemia, COVID-19.
El autor del artículo aparecido en el periódico Granma el 27 de marzo, quien
se nombra Fernando Buen Abad Domínguez, sataniza a: “un sistema
económico, político e ideológico destructor a mansalva de fuerzas
productivas (identidades y patrimonios culturares), y que ahora se disfraza
de salvador de la humanidad vestidos con cubrebocas y batas de salubridad”.
Este señor incrimina al capitalismo como el responsable de la pandemia, al
desconocer sin ruborizarse siquiera, que la misma surgió en el país, que la izquierda más
recalcitrante lo utiliza como emblema, y desde el cual se ha transmitido al resto del mundo. En otras
palabras, el pecado originario fue: las fallas del sistema higiénico sanitario, así como la falta de
transparencia del gigante asiático.
Ese estigmatizado capitalismo, desde la perspectiva de Buen Abad Domínguez, ha logrado un
excelente marco de incentivos, el cual incluye entre otros, que “una patente es el monopolio
exclusivo, aunque temporal, del uso económico de un invento, con la condición de publicarlo y
permitir el acceso general a la innovación técnica”. Por otra parte, los mercados de valores, hacen
posible que entren en escena: el capital de riesgo, de modo que ningún proyecto de innovación con
un mínimo de posibilidades de queda sin financiamiento, para su posible concreción, amén de los
incentivos estatales. De reciente creación está el Kickstarter (sitio web de micromecenazgos para
proyectos creativos). No por gusto, el país más “neoliberal” del mundo es el que genera, con mucho,
el mayor número de patentes incluida, la de medicamentos, que salvan muchas vidas. Quiero
recordarle a mi oponente, que, para bien de la humanidad, se ocasiona la difusión tecnológica y de
conocimientos, claro, se produce en círculos concéntricos, aunque a veces, a mayor velocidad.
Quiéranlo o no los propagandistas del establishment, el aumento de la expectativa de vida, de los
ingresos percápitas y puestos de trabajo, la disminución de la morbilidad y de la mortalidad infantil
por mencionar algunos ejemplos, están directamente relacionados, con las innovaciones de
productos, procedimientos, métodos gerenciales (estructuras de organización) y mercados que
genera el capitalismo. Dicho de otro modo: “la innovación tecnológica es el factor que motoriza el
bienestar general”. El gobierno cubano ha implementado malamente una copia hipertrofiada del
tipo patológica, del llamado “Estado de Bienestar” que han desarrollado las Democracias
Occidentales y otros países.
No pueden encabezar la campaña global contra el COVID-19 los chamanes presentes en las
sociedades de cazadores y recolectores del presente, e incluso ni los científicos de Estado, del
socialismo cubano, que por demás están abandonando sus puestos de trabajos a pasos agigantados,
justamente porque son muy mal recompensados, amén de que muchas veces cuentan con una
infraestructura de altos niveles de obsolescencia tecnológica. Uds en esta materia, como en muchas
otras, tienen que esconder la cabeza como el avestruz, y ni chistar.
No nos dejemos engañar con la proyección que hace el régimen por las varias brigadas de personal
médico, despachadas, para disímiles países en el contexto de esta pandemia, que son una
prestación gratis a diferencia de muchas otras. No es menos cierto que brindan un servicio valioso,
pero con ponzoña, osea, existe un componente muy fuerte de politización en la gestión: los jerarcas
del partido único presente, marcan la pauta de dichas misiones, pues a través del humano servicio
de salvar vidas, exportan deliberadamente el modelo totalitario y le rinden culto, en el ejercicio de
sus funciones, a sus íconos. Bien distinto fuera si despojaran dichas brigadas de esa parafernalia
“revolucionaria” que les asiste, es decir, que fueran consecuentes con el Juramento de Hipócrates
y su contenido de carácter ético.
No veo por ninguna parte, la referida destrucción a mansalva de las fuerzas productivas, incluida las
identidades y patrimonios culturales. A saber, se han producido cuatro revoluciones industriales,
que describo en apretada síntesis: 1) la asociada a la máquina de vapor; 2) la vinculada al motor de
combustión interna, electricidad, la radio y la TV, producción industrial; 3) la de las energías
renovables, INTERNET, y en general, las nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones
(TIC) y 4) la que está dando sus primeros pasos: Industria 4.0 (acentúa la idea de una creciente y
adecuada digitalización y cooperación cooperativa de todas las unidades productivas de la economía
), y le asiste: la cultura MAKER, INTERNET de las cosas, Sistemas Ciberfísicos y fábrica 4.0. Eso es,
cada una de las tres primeras revoluciones ha creado mucho más puestos de trabajos que los que
ha destruido, así como se espera lo mismo de la última y ni que hablar de las riquezas y
oportunidades, al punto que se ha podido absorber a una creciente población mundial que ya ronda
los 7,4 mil millones de personas, así como muchos países están encontrando la senda del desarrollo
y la concomitante superación de la pobreza de los estratos más bajos.
Al proceso de la globalización económica y cultural que avanza ininterrumpidamente, le sobreviene
otro, que ha surgido desde mediados de la década de los 80: la glocalización. Esto supone que, al
avance del primero, como reacción, se le están interponiendo barreras culturales generadas por
personas y comunidades que defienden sus tradiciones e identidades locales. En los últimos tiempos
la UNESCU le ha conferido el reconocimiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad a muchas
prácticas folclóricas y demás, a lo largo y ancho del mapa global. En lo económico, implica que las
empresas piensen en términos globales, pero se adapten a los entornos y demandas locales.
Este alucinado periodista concluye su trabajo con la expresión: “quieren demorar, con dinero, el
despertar de los pueblos”. Tal parece que vive en el siglo XIX, en el que por el estadío incipiente que
se encontraba la modernidad capitalista,se podía esperar una revolución protagonizada por la clase
obrera (pueblo). Karl Marx diagnosticó la misma e hizo “profecías”, las cuales, como es sabido, no
se cumplieron. En aquel entonces era perdonable y hasta comprensible, ¡pero ahora!, Sí, los pueblos
han despertado, en aras de liberarse cada vez más de los totalitarismos y autoritarismos
subyugantes, lo cual conlleva no dejarse embaucar por caudillos que esgrimen una agenda
mesiánica. Fernando, la humanidad está entrando a pasos firme a un escenario donde se combinan:
la soberanía del ciudadano y la capacidad expedita de asociarse voluntariamente para hacerle frente
a los desafíos de forma mucho más eficaz. Cuba, es una cuenta pendiente que tenemos que afrontar.
Librado R. Linares García, Sec. Gnral. del MCR
MÓVIL: 5278063 y Pag. Web: www.mcrcuba.org