Se va el CUC y comienza la carrera por el dólar
En medio de la pandemia de COVID-19, la posibilidad de que sea decretado en breve el “Día Cero” (desaparición del CUC) mantiene en vilo a los cubanos
LA HABANA, Cuba. – Como ha venido sucediendo desde el año 2011, cuando por primera vez el Gobierno cubano habló de la necesidad de eliminar el CUC, otra vez vuelven a circular con fuerza los rumores sobre la probable desaparición del llamado “peso convertible”.
Ha sido casi una década en que la misma cantaleta, perdón, “promesa”, ha ocupado titulares dentro y fuera de Cuba sin que al final suceda nada, de modo que, en cualquier momento nos pudiera pasar algo muy parecido a lo que narraba aquella fábula donde alguien, por diversión, vociferaba que se acercaba el lobo hasta que, un buen día, la bestia llegó de verdad y tomó a todos por sorpresa.
Y en este caso se trata de un monstruo que pudiera literalmente “desangrar” a unos cuantos no solo en la Isla, más cuando el zarpazo llegaría precedido de los efectos catastróficos de la pandemia y hasta de un evento meteorológico que probablemente arroje más miseria que aguas para aliviar una peculiar situación de sequía: el líquido falta en los hogares pero sobra para llenar albercas en hoteles y regar campos de golf.
Regresemos al CUC: en esta ocasión los comentarios en la calle han venido acompañados de extensos reportajes sobre el tema en los principales medios periodísticos del régimen pero, nada esclarecedores, ninguno ha ventilado las principales dudas de las personas y, contrario al propósito de calmar los ánimos, han provocado que aumente el temor entre quienes sospechan que la medida pudiera hacerse efectiva incluso en los primeros días de septiembre.
En medio de la contingencia de la COVID-19, paralizada o limitada toda la actividad económica en la capital, incluidos los servicios comerciales, bancarios y de transporte, la posibilidad de que en breve sea decretado el “Día Cero” mantiene muy preocupados a aquellos que, desde hace años, han optado por conservar el dinero en las casas, debajo del colchón, y no en los bancos debido, primero, a la desconfianza casi generalizada en las instituciones financieras del Gobierno y, segundo, porque no es un secreto que una buena parte de los cubanos obtienen sus ganancias personales por medio de actividades económicas que son consideradas como delitos por el régimen, aun cuando muchas responden a dinámicas y procesos que en cualquier otro lugar del mundo serían considerados como normales.
Lo cierto es que, a diferencia de años anteriores, los rumores en esta oportunidad han llegado anclados a una serie de “señales” que los dotan de muchísima credibilidad, como sería el caso del número creciente de Casas de Cambio (Cadeca) que han cerrado en todo el país y la suspensión del canje de CUC a CUP o de grandes volúmenes de dinero en las Cadecas que todavía existen.
Ahora, tales actividades están limitadas solo a los bancos, aun cuando los servicios de estos se hayan visto congestionados a raíz de la creación de las tiendas en dólares o MLC, otra señal de la muerte declarada al CUC. Aunque fuera creado en su momento como “moneda libremente convertible”, al CUC, excluido y discriminado, ahora le fue retirado automáticamente todo su valor canjeable en divisas.
Otra señal de que esta vez sí pudiera ir en serio la desaparición del CUC en apenas unos días son los seminarios de capacitación impartidos por el Ministerio de Finanzas y Precios aun en medio de las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia.
De acuerdo con fuentes vinculadas a ese ministerio, así como al Banco Central de Cuba, durante las últimas semanas fueron retomados los talleres de instrucción dirigidos a funcionarios de los departamentos económicos de las empresas estatales, con el propósito de alistarlos para una transición que probablemente ocurra entre los meses de octubre y noviembre del presente año.
En esas mismas reuniones, de acuerdo con las mismas fuentes, no solo se ha abordado el asunto de la unificación monetaria y cambiaria sino que se ha anunciado, para los primeros meses de 2021, el inicio de un proceso para elevar los salarios en el sector productivo teniendo como meta aumentar por sobre los 800 pesos (CUP) el salario mínimo mensual, que ha sido calculado teniendo en cuenta el costo actual de una “canasta básica” que, en buena lid, es mucho más imaginaria y fantasiosa que real, debido al desabastecimiento, la baja productividad de las empresas y, en resumen, al pésimo manejo de la economía por parte del régimen.
Todo parece indicar que si bien es cierto que tales seminarios han enfatizado en la puesta al día de la documentación necesaria para el proceso de extinción del CUC, también llevarían como propósito “secundario” el intentar aplacar el malestar creciente con promesas que no tienen respaldo en la realidad, más cuando lo que está sucediendo es que cientos de miles de trabajadores han estado durante más de cinco meses intentando sobrevivir con menos de un dólar diario en un país totalmente desabastecido, sin las condiciones de salubridad y alimentación mínimas para enfrentar una pandemia, bajo el temor de perder definitivamente el empleo y, lo que es peor, sin acceso a las “ganancias extra-salariales”, no legales, que surgen de la casi obligatoria participación en el mercado informal.
La eliminación del CUC es una medida sin dudas favorable al régimen pero que, contrario a lo que se afirma como propaganda política e ideológica en los medios de prensa oficialistas, generará situaciones trágicas para muchas personas no solo por la probable pérdida que pueda representar en sus ahorros personales e “informales” si el proceso es realizado de manera sorpresiva sino por el hecho de que el dólar, cuya obtención y tenencia son privilegios exclusivos de quienes reciben remesas del exterior o viajan con frecuencia al extranjero, marcará las pautas del día a día del cubano de a pie, obligándolo a participar de un juego económico macabro, manipulador, donde los ciudadanos son categorizados socialmente de acuerdo con la moneda en que reciban sus ingresos personales.
Al final, aunque pretendan hacer creer lo contrario, se trata de una jugada sobre el tablero de la dolarización total de la economía. La desaparición del CUC, una moneda que también en su momento y hasta hace apenas unos días dividió a la sociedad en “solventes” y “subsidiados”, encarrila a todos los cubanos en una maratón por el dólar, y las pruebas están en esas redadas policiales contra los canjeadores de moneda y además contra quienes compran en las tiendas MLC para luego revender los productos con un margen de ganancia.
Los operativos policiales que el régimen pretende exhibir como justos, en tanto evitarían la especulación, en realidad son un modo nada sutil, más bien grosero, de decirnos que si queremos comprar un refrigerador, un teléfono celular, un televisor o incluso comer un poquito mejor, de nada nos sirve la “moneda nacional”, así que tendremos que rompernos la cabeza pensando en cómo ganar billetes verdes del “enemigo” y no “pesos cubanos” porque con estos últimos —que paradójicamente es la moneda con la cual el propio régimen continuará pagando los salarios estatales—, no se puede adquirir dólares en los bancos. Buena encerrona hacia la que marchamos todos.
En tal sentido, la guerra desatada contra la “especulación” no se justifica en una “protección de los consumidores”, mucho menos en la falacia de la “igualdad socialista” sino tan solo en la estrategia de acorralar al ciudadano para que salga a “luchar” el dólar a como dé lugar. Pensemos tan solo en que la mayoría de los jubilados, cuyas pensiones no superan los 10 dólares mensuales, no compran ni comprarán jamás en tiendas MLC ni en las de CUC. Es que a duras penas lo hacen en la ruinosa bodega del barrio.
La desaparición del CUC pudiera ocurrir en unos días, probablemente antes de diciembre, pero tal decisión, aunque desde el Gobierno pretendan vendérnosla como la “cura milagrosa” contra esa epidemia aún peor que padece la economía cubana desde mucho antes del coronavirus y que se llama “Partido Comunista”, no beneficiará en lo absoluto a los cubanos que ganan sus salarios en pesos cubanos, aunque hay que reconocer que, probablemente, sea el detonante que sacuda y haga despertar a los que aún quedan dormidos, poniéndole fin a una pesadilla de más de medio siglo.
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