September 20, 2024

ANIVERSARIO 40 DEL SINDICATO SOLIDARIODAD Polonia: Historia de nuestra libertad

ANIVERSARIO 40 DEL SINDICATO SOLIDARIODAD

Polonia: Historia de nuestra libertad

WOJCIECH ROSZKOWSKI | Varsovia

En la opinión pública internacional, el verano de 1980 no presagiaba demasiados cambios. La ofensiva soviética en Afganistán continuaba y los líderes del mundo occidental no lograban encontrar una respuesta efectiva a la expansión de la influencia del Kremlin en el mundo. La única esperanza era la ideología de los derechos humanos. La URSS lo reconoció tácitamente en la “tercera cesta” del Acta Final de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (CSCE), celebrada en Helsinki, pero en la práctica la ignoró por completo.

Mientras que en el bloque soviético regía la “doctrina Brezhnev”, es decir, la disposición del Kremlin de usar la fuerza para defender su control sobre los países satélites del Este de Europa, en Polonia se produjo una gran oleada de huelgas. Su causa directa fue el drástico deterioro de la situación material de la población, y la indirecta, la catástrofe económica provocada por la desastrosa política de las autoridades y la quiebra ideológica del sistema comunista, especialmente visible a la luz del mensaje moral que encarnó la elección del cardenal Karol Wojtyla como Papa en octubre de 1978, y su peregrinación a Polonia en junio de 1979.

En ese momento, también existían en el país fuertes simientes de una oposición democrática con capacidad de dar apoyo a los manifestantes.

Ante la enorme escala de las protestas, el equipo del comunista Edward Gierek, paralizado por su ineptitud, se decidió a finales de agosto de 1980 por firmar acuerdos con los huelguistas de Gdansk, Szczecin y Alta Silesia, en los que se acordó la posibilidad de formar sindicatos independientes de las autoridades.

Las autoridades comunistas contaban con que los huelguistas no conseguirían organizarse eficazmente a escala nacional. Pero sus cálculos fallaron. Durante el congreso de los comités de huelga, realizado en Gdansk el 17 de septiembre de 1980, ganó el particular ingenio improvisador de los polacos y se estableció a nivel nacional un Sindicato Autónomo Independiente: Solidaridad.

Debido a la crisis, el equipo de Gierek cedió, la confusión reinó en las filas del Partido y en su cúpula estalló una disputa por el poder. Parte de la dirección entendió que era necesario hacer cambios básicos en la forma de gobierno, pero también era fuerte el grupo de “cabeciduros”, propenso a enfrentarse a la nueva élite sindical al tener el apoyo del Kremlin, donde no podían imaginar la idea de sindicatos independientes.

En el sistema comunista, basado en el supuesto poder de la “clase trabajadora”, los sindicatos no dependientes de las autoridades eran una herejía ideológica. En diciembre de 1980, durante la cumbre del Pacto de Varsovia realizada en Moscú, se amenazó al nuevo líder del partido, Stanislaw Kania, con una intervención militar. El general Wojciech Jaruzelski, ministro de Defensa, ordenó a un equipo especial del Estado Mayor del Ejército Polaco la elaboración de un plan para la instauración de una ley marcial. Entretanto, contando con el cansancio y el desánimo de los trabajadores, las autoridades provocaron nuevas huelgas.

Entre 1980 y 1981, la situación económica siguió deteriorándose. La renta nacional cayó drásticamente y las inversiones disminuyeron, lo que auguraba un mal futuro. La propaganda atribuía la catástrofe a las huelgas, pero su efecto era marginal, ya que las más largas interrupciones laborales se debían a los frenos de la economía comunista de “escasez”.

En febrero de 1981, el Kremlin decidió llevar a cabo en Polonia maniobras militares del Pacto de Varsovia bajo el nombre en clave de Soyuz 81, las que podrían transformarse fácilmente en una operación militar en todo el territorio polaco. Por su parte, el general Jaruzelski se convirtió en Primer Ministro.

Tres días después del inicio de las maniobras Sojuz 81, tres activistas de Solidaridad que habían sido invitados a la sesión del Consejo Nacional Provincial en Bydgoszcz, fueron golpeados por la milicia en la sala de sesiones. Los mandos de Solidaridad exigieron una explicación y anunciaron una huelga de advertencia; también, en caso de que las autoridades no reaccionaran, una huelga general para el 31 de marzo de 1981.

Las maniobras Soyuz 81 se prolongaron indefinidamente. El 27 de marzo se produjo una huelga general de advertencia de cuatro horas, una de las más importantes en la historia del movimiento. La multitudinaria huelga debió causar impresión en las autoridades. A pesar de esto, el Kremlin siguió ejerciendo una enorme presión sobre el Gobierno polaco. La situación era muy grave. En la noche del 30 de marzo, la dirección de Solidaridad firmó en Varsovia un acuerdo con las autoridades. A cambio de la promesa de recibir aclaraciones sobre la provocación de Bydgoszcz, los negociadores del sindicato acordaron levantar la huelga. El 3 de abril, Kania y Jaruzelski se reunieron en Brest con representantes del Kremlin y acordaron los términos para poner fin a las maniobras militares.

El clima de ansiedad se intensificó con el atentado al Papa Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981 y la muerte del Primado Stefan Wyszynski a fines de ese mes. En la primavera, hubo una precampaña electoral a la convención extraordinaria del partido comunista. Inicialmente, en las elecciones de los delegados ganaron candidatos cercanos a Solidaridad, por lo que el Kremlin envió una carta a la dirigencia polaca advirtiendo de una “contrarrevolución”.

Al mismo tiempo, un grupo de los “cabeciduros” atacó a la dirigencia del Partido por su indecisión en la lucha contra Solidaridad. A partir de entonces, los candidatos cercanos a Solidaridad perdieron apoyo en la elección de delegados. Como resultado del IX Congreso, a mediados de julio de 1981, monigotes poco conocidos se unieron a la dirección del Partido, pero Kania y Jaruzelski conservaron el manejo de la dirección. Creció la importancia del ejército y el servicio de seguridad entre la dirigencia.

A finales de agosto de 1981, Solidaridad contaba con 9,5 millones de miembros, siendo la organización más grande en la historia de Polonia. El 5 de septiembre inició el primer Congreso nacional del sindicato. Uno de los documentos más importantes de la primera fase de dicho Congreso fue el “Mensaje a los trabajadores de Europa del Este”, en el que el sindicato animaba a los trabajadores de otros países del bloque soviético a seguir los pasos polacos. La propaganda del Gobierno reaccionó histéricamente al “Mensaje”. Los “cabeciduros” presionaron por la confrontación. Kania se oponía al uso de la fuerza contra Solidaridad y en consecuencia, el 18 de octubre, renunció a sus funciones como primer secretario del Partido, asumidas por Jaruzelski. De esta manera, el general tomó en su mano la dirección del Partido, del Gobierno y el Ejército.

A finales de octubre de 1981, creció nuevamente la ola de huelgas, que incluyeron acciones que no fueron consensuadas con la dirección de Solidaridad. Muchas de ellas se iniciaron a raíz de nuevas provocaciones. El pueblo estaba cansado de la crisis, la incertidumbre y los conflictos, así que el empleo de grupos operativos militares en el área civil fue por lo general interpretado no como una prueba de la eficiencia de los militares en el control de la sociedad, sino como un intento de restaurar el orden. La ley marcial declarada por el general Jaruzelski en diciembre de 1981 solo pospuso por ocho años el colapso del sistema.

Dieciséis meses de Solidaridad demostraron que los polacos estaban listos para asumir la construcción de un Estado soberano y democrático, pero el sindicato operaba en condiciones geopolíticas desfavorables. El Kremlin amenazó con intervenir, y los países occidentales, aunque le daban importancia a Solidaridad, no estaban dispuestos a apoyar activamente la renovación polaca e incluso temían la desestabilización del orden internacional.

No obstante, Solidaridad se convirtió en el germen de la caída del comunismo y los cambios en el equilibrio de poder global.


Este texto apareció publicado en la revista mensual polaca Wszystko Co Najwazniejsze. DDC lo reproduce con autorización.