Después de casi 35 años de trabajo como fresador y tornero, Roberto Mendoza Sánchez, de 70 años de edad, tiene una jubilación de apenas 415 pesos mensuales, unos 17,50 CUC. Es de esos cubanos que no tiene familiares en el extranjero y, por tanto, no recibe remesas ni tiene acceso a las más de 70 tiendas que el Gobierno de la Isla habilitó para comercializar productos exclusivamente en dólares y otras ocho monedas extranjeras.
“Siempre consideré que las tiendas en CUC y sus precios eran ya de por sí injustos, teniendo en cuenta mi jubilación. Se puede decir que los mercados en moneda nacional son la única posibilidad acorde a mi chequera y al salario obrero promedio en Cuba”, dijo Mendoza Sánchez, quien como muchos retirados depende únicamente de los productos distribuidos a través del sistema de racionamiento y los que se venden en establecimientos de artículos liberados en pesos cubanos y los Mercados Artesanales Industriales (MAI).
“Ahora, con esta modalidad de tiendas en dólares americanos, imagínese, el CUC y la moneda nacional pasaron al olvido. Los establecimientos donde se compra con esas monedas están prácticamente vacíos y, cuando los surten, agárrense con las colas”, añadió Mendoza Sánchez, quien “salva el mes” con trabajos ocasionales de tornería a vecinos o amistades.
Los MAI, según el Ministerio de Comercio Interior, constituyen “una alternativa para muchas familias habaneras, quienes acuden a ellos buscando productos de primera necesidad comercializados en moneda nacional”. Esos mercados son abastecidos “por los Almacenes Centrales a partir de un plan de abastecimiento general de acuerdo al Plan de Circulación Mercantil”, dice la versión oficial.
“El diseño de las diferentes redes de mercados en Cuba siempre fue un apartheid económico”, opinó Raquel Núñez, madre de dos menores de edad y administrativa de una Unidad Empresarial Base farmacéutica.
Su salario básico no sobrepasa los 500 pesos (21 CUC), más un estímulo salarial de diez CUC en caso de que la brigada a su cargo cumpla el plan de producción. Sin familiares en el extranjero que puedan enviarle remesas y sin poder acceder a las abastecidas tiendas en dólares, esta trabajadora está obligada “a esperar a que surtan los mercados en moneda nacional”.
“Más ahora que estamos interruptos, con el 60% del salario y sin el estímulo salarial. A eso agrega que en el mercado negro se dispararon los precios a partir del desabastecimiento de las tiendas en CUC, después que abrieron las tiendas en dólares”, comentó Núñez, quien se siente desamparada pues también tiene a su cargo a su madre diabética, jubilada antes de tiempo por “peritaje médico” con una chequera de apenas 200 pesos, unos nueve CUC, moneda que el Gobierno equipara al dólar.
Recibir remesas del extranjero se convirtió casi en un estilo de vida que aumentó las diferencias sociales en la Isla. Estas han crecido aún más con la apertura de las tiendas para la captación de dólares estadounidenses. Sin embargo, la realidad es que la mayor parte de la sociedad cubana continúa anclada y “dependiente de las desacertadas decisiones económicas” de las autoridades.
“Que el 90% de las remesas provengan de Estados Unidos no significa que el 90% de los cubanos tengan familiares en el extranjero, reciban envíos de dinero y puedan acceder a estas tiendas dólares”, dijo Eduardo Masó Caballero, exentrenador de alto rendimiento que hoy sobrevive haciendo trabajos particulares de plomería en su comunidad.
“La brecha entre quienes pueden comprar en CUC y quienes solo podemos hacerlo en los MAI ya era abismal. Una tercera moneda, que significa un tercer mercado, ensancha aún más estas diferencias y divide al país en tres tipos de ciudadanos: los que reciben remesas y pueden comprar con dólares, los que deben hacer malabares y lo indebido para comprar en CUC, y los jubilados y asistenciados que solo pueden depender de la libreta de productos normados o de los MAI”, agregó Masó Caballero. Los sectores más vulnerables de la sociedad “continúan desprotegidos”, aunque las autoridades insistan en afirmar lo contrario, criticó.
La directora general de Tiendas Caribe, Ana María Ortega Tamayo, insistió en sus apariciones ante la prensa estatal en que “la prioridad inmediata es proteger la red en CUC y CUP, que satisface las necesidades de la inmensa mayoría de la población”.
Pero hasta el momento esa prioridad no se traduce en realidad. En un recorrido por territorios habaneros este reportero pudo comprobar que, tanto los MAI y establecimientos en moneda nacional como las Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD), en CUC, permanecen desabastecidos.
“Pero no es así en las tiendas en dólares, que continúan surtidas regularmente y donde, por ejemplo, no se aplica la ofensiva contra los coleros porque en estas tiendas las mercancías no están racionadas”, señaló Leonor Fariñas, vecina de Centro Habana.
“Las broncas y las enormes colas no se ven en las tiendas en dólares. Eso solo existe en las de CUC y de moneda nacional, donde compramos la mayoría de los cubanos de a pie, los sin remesas. Esto indica que ese nombre que por ahí suena (apartheid económico) para describir las diferencias está muy bien puesto”, opinó Fariñas.
A juicio de Orestes, exmilitante del Partido Comunista y militar retirado, “al Gobierno no le interesa de verdad poner policías ni a las fuerzas populares contra los coleros”.
Mientras esperaba en la cola para comprar yogurt de soya liberado en el mercado de productos en pesos cubanos de la Calzada de Monte, en Centro Habana, Orestes contó más de una docena de personas que repetían una y otra vez el turno, pues el producto estaba racionado a dos bolsas por consumidor.
En las TRD próximas a este establecimiento la presencia de policías y “anticoleros” podía catalogarse de excesiva.
“Esto es una clara señal de que, desafortunadamente, al Gobierno poco le importa si los jubilados alcanzamos o no los productos que podemos pagar con nuestras chequeras. Es decir, los coleros y revendedores pueden hacer zafra en las tiendas en moneda nacional en perjuicio de jubilados y personas de bajos recursos. No entiendo qué tipo de protección a los sectores vulnerables es esta”, concluyó Orestes. |
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