Las autoridades cubanas se ensañan con un mecánico religioso que ha dejado huella en su comunidad
Diario de Cuba
Hasta el jueves de 6 de agosto a las 10:00 de la mañana, Denis Rosabal y Yenislén Bermúdez vivían tranquilos con sus tres hijos: Keila (19), Keren (13) y Samuel (11). Ese día, las autoridades “rodearon la casa. Eran como diez afuera y otros tres dentro, registrando todo. De ellos, uno estaba vestido de civil y otros dos de verde oscuro”, cuenta Yenislén, mientras procura mantener el control.
Denis trabaja en un taller automotriz de las Asambleas de Dios—una de las denominaciones evangélicas más numerosas de Cuba—, ubicado en un terreno aledaño a la iglesia Aposento Alto, del barrio El Coco, en la periferia de la ciudad de Holguín. Junto al taller, la familia tiene su vivienda.
A Denis le preguntaron la procedencia de cada uno de los hierros del taller. “Él les dijo la verdad. Había piezas de las que tenía documentos, había hierros viejos arreglados y vueltos a arreglar que uno ni sabe de dónde salieron, y había también piezas de las que él dijo ‘esas no tengo cómo justificarlas’. Pero esto es Cuba, ¿quién no ha tenido algo sin papeles? ¿Quién no ha comprado algo sin preguntar la procedencia?”, dice Yenislén, quien lamenta no tener ni una foto del operativo porque “la gente tiene mucho miedo”.
A su esposo se lo llevaron detenido la primera noche a las 11:00pm. Volvieron con él en las mañanas siguientes, mientras seguían registrando cada pulgada de la propiedad. Cuando terminaban, por las tardes, se lo llevaban otra vez. Los registros duraron una semana, desde entonces, Denis permanece encerrado en Procesamiento Penal, en Pedernales, uno de esos lugares que en Cuba llaman “todo el mundo canta”. Sitios donde la Seguridad de Estado y la Policía están por encima de la ley y el orden.
El pastor de la congregación de El Coco, Miguel Acosta, lamenta lo que sucede y lo considera una injusticia: “Yo creo que por las manos de Denis han pasado personas de todas las provincias, cuando tienen algún problema con el carro y andan por nuestra zona. Además de en la mecánica, Denis ha ayudado con la construcción. En la iglesia es el pianista y director de música. Pero es querido no solo por nosotros, es respetado en toda esta comunidad”.
Según una fuente que prefirió no decir su nombre, de ese taller de mecánica se han servido hasta los propios policías. “Prefieren dejar sus carros con gente de confianza y no en los talleres del Gobierno, donde más fácilmente les pueden robar o cambiar las piezas”.
El caso de Denis es ya conocido por muchos amigos dentro y fuera del país. Otoniel Velázquez, quien reside ahora en Kentucky y fue pastor de la iglesia durante 23 años, dijo que Denis es una persona excepcional. “De eso pueden dar fe muchos, lo mismo cubanos que misioneros extranjeros de diferentes grupos. Una buena parte de las congregaciones que están entre Ciego de Ávila y Guantánamo tienen alguna gestión que agradecerle a Denis. Él ha donado de su propio dinero, hasta ha arreglado casas y caminos en su comunidad. Hay un pueblo de personas indignadas por esto y lo vamos a apoyar, no vamos a quedarnos de brazos cruzados”.
Además del taller, la iglesia tiene unos tres contendores que utiliza como almacenes. De uno de esos contenedores las autoridades se llevaron 244 planchas de tejas que estaban destinadas a construir casas-culto, junto con sus vigas y tornillos. Los materiales podrían formar parte de una donación recibida desde los Estados Unidos en total legalidad.
En los operativos las autoridades se llevaron también 14.000 pesos cubanos, los ahorros de la familia.
Desde el comienzo de la pandemia de coronavirus y el agravamiento de la crisis económica en la Isla, las autoridades han arremetido contra los “cuentapropistas” en operativos policiales de los cuales la prensa oficialista ha hecho cobertura casi a diario.
Las acusaciones por actividad económica ilícita, acaparamiento, receptación y propagación de epidemias, junto a la ofensiva contra coleros y revendedores, han terminado mayoritariamente en penas de cárcel o multas y sanciones subsidiarias en libertad.
Durante los últimos tres miércoles, Yenislén ha visitado a Denis “solo por cinco o diez minutos, depende de la bondad de los guardias”.
“Él me hace una llamada muy corta el martes para decirme si necesita algo en particular. Me dice siempre que está bien. Yo le llevo ropa limpia”. A Yenislén no le han entregado documento alguno sobre el registro o el proceso contra su esposo.
Ella no puede hacer llamadas. Sabe poco de lo que sucede con él. “Sé que la instructora que atiende su caso se llama Liliana, y me dieron el número de una oficina donde casi nunca responden al teléfono”.
El próximo 26 de septiembre es el cumpleaños 45 de Denis. Su familia se pregunta si lo podrán celebrar juntos.
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