Revendedores: Alza de precios en el mercado negro se debe a la dolarización
Tras la inauguración de tiendas en en MLC se han disparado los precios de alimentos y productos de aseo personal en el mercado informal.
SANTIAGO DE CUBA. – Con la apertura de las nuevas tiendas en moneda libremente convertible (MLC) no solo han perdido los cubanos de a pie que no tienen dólares para comprar, sino también los que acudían al mercado negro para adquirir productos de primera necesidad.
Desde el pasado 20 de julio, cuando fueron dispuestos 72 establecimientos para la venta minorista en MLC, se han disparado los precios de alimentos y productos de aseo personal en el mercado informal.
En Santiago de Cuba, por ejemplo, el mercado La Plaza fue habilitado para la venta de dichos artículos, mediante el uso de tarjetas magnéticas con fondos en USD u otras divisas.
Desde su inauguración, los revendedores de siempre se han mantenido comprando artículos por grandes cantidades para luego ofertarlos a mayores precios en el mercado negro. En este caso, se benefician de que en las tiendas en MLC no limitan la cantidad de artículos que puede adquirir un solo cliente, como en el caso de los establecimientos en CUC y moneda nacional.
Aunque la práctica de los revendedores es común en Cuba, ahora llama la atención más que nunca el costo excesivo de la mayoría de los productos. Según algunos “merolicos” consultados por CubaNet, el alza de los precios depende de diferentes factores externos que han aparecido luego de la dolarización parcial de la economía cubana.
Entre los entrevistados está Maryuris*, de 33 años, quien reside en Santiago de Cuba y actualmente se dedica a revender en el mercado negro los artículos que adquiere en las tiendas en MLC. Durante más de 10 años trabajó como peluquera, pero esta actividad dejó de ser rentable debido a las limitaciones por la COVID-19.
Ahora, utiliza sus ahorros para comprar productos de primera necesidad, que luego revende en la misma zona donde vive en el reparto Abel Santamaría. Antes de la apertura de las tiendas en MCL compraba en las de CUC, pero en las nuevas gana mucho más, asegura.
Al respecto Maryuris también explica: “Yo vendo caro porque tengo que invertir mucho dinero. Es cierto que en las tiendas en MLC los productos son más ‘baratos’ que en las otras, pero este precio se me triplica porque tengo que comprar los dólares en la calle”.
Esta realidad la comparten todos las personas que no disponen de tarjetas, pues están obligadas a comprar los dólares de manera clandestina. Actualmente, en Santiago de Cuba la conversión fluctúa entre los 1,40 y 1,50 CUC por cada USD, al tiempo que en La Habana el valor de un dólar sube a 1,60 CUC.
“Imagínate que por cada 100 dólares, nosotros (los revendedores) tenemos que dar hasta 150 CUC. Lógicamente esto afecta el precio final de los productos que vendemos. Significa que si ―por ejemplo― compro un jabón en 0,35 centavos en USD tendría que revenderlo casi al triple en moneda nacional para obtener una ganancia después de sumar el precio más la tasa de cambio”, detalló Tony, quien reside en el centro de la cuidad.
En los mismos términos, 500 gramos de detergente en polvo de 1,10 dólares, puede llegar a costar entre 3,00 y 4,00 CUC equivalentes a 75 ó 100 pesos en moneda nacional. Por su parte, el precio de un desodorante está fijado en 5,00 CUC (125 pesos) y un pomo de champú Sedal casi quintuplica su precio real (poco más de 2,00 dólares).
También, una caja de puré de tomate de 3,00 USD es vendida en 6,00 CUC (150 pesos) y un tubo de pasta dental marca Fortident puede costar hasta 5,00 CUC.
Entre los productos “menos caros” en la provincia se encuentran el picadillo de pavo (400 g), los espaguetis (500 g) y el papel sanitario de la marca Sanitec (la de peor calidad). Generalmente pueden adquirirse en menos de 75 pesos.
Cabe destacar que estos precios no son estables, por el contrario, suben o bajan en dependencia de la disponibilidad de los productos en el resto de los establecimientos que continúan comercializando en CUC, explican los revendedores entrevistados. Además, influyen otros factores como la demanda y ―principalmente― el riesgo que implique vender de manera ilegal ciertos artículos.
“Yo ni loco vendo pollo o cualquier otro cárnico de los que hay en las tiendas, ni siquiera aceite. Lo mío es espaguetis, frijoles, aseo y otras ‘boberías’ que compro en pequeñas cantidades para no levantar sospecha. Soy muy discreto a la hora de vender y por eso no he tenido problemas hasta ahora”, confesó Reinier, un joven de 27 años que se dedica a la reventa desde que tenía 15.
Por otra parte, los entrevistados mencionaron el hecho de tener que sobornar a algunos funcionarios para poder acceder a las tiendas como otro factor “causante” del excesivo costo de sus mercancías.
Puesto que la mayoría de los revendedores no posee tarjeta magnética, deben merodear dentro y fuera de la tienda con el objetivo de interceptar a los clientes y proponerles algún beneficio a cambio de usar sus tarjetas. Esto solo es posible si algún empleado o funcionario del establecimiento se los permite, y para ellos va el soborno.
Maryuris, por ejemplo, tiene “un conocido” en el mercado La Plaza, a quien incluso le paga para que le avise cuando “el movimiento esté bueno”.
“En cuanto él me llama salgo corriendo. Cuando llego, enseguida me pasa aunque haya cola. Depende de cómo me vaya le dejo caer 10 y hasta 15 CUC”, asegura.
En cambio, para Tony es mucho más fácil porque tiene un pariente que trabaja en ese mismo mercado. “Aun siendo mi familia, yo sé que la cosa está mala para todo el mundo. No es siempre, pero una vez más que otra lo salvo con algo”, apuntó.
* Los nombres de los revendedores entrevistados fueron cambiados para evitar represalias en su contra.
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