November 13, 2024

ELECCIONES EEUU ‘En Cuba hay que acabar con la dictadura, en Miami debemos asegurarnos de que no empiece otra’

ELECCIONES EEUU

‘En Cuba hay que acabar con la dictadura, en Miami debemos asegurarnos de que no empiece otra’

DDC | Miami

Cuando la campaña presidencial en EEUU llega a la recta final, los debates entre opciones políticas se incrementan, sobre todo en un Estado decisivo como es Florida.

En Miami, donde el electorado cubanoamericano ha sido seducido tanto por el presidente Donald Trump como por su rival demócrata, un grupo de emigrados de la Isla promueven la plataforma de Joe Biden a través del sitio web 23 y Flagler, donde difunden posturas políticas que cuestionan al Partido Republicano pero también critican el totalitarismo castrista.

Tres de los jóvenes que integran el proyecto conversaron con DIARIO DE CUBA acerca del actual escenario político y sobre lo que significa ser un cubano pro-Biden hoy en Miami.

Lemis Tarajano, ingeniero químico nacido en el Vedado y uno de los fundadores de 23 y Flagler, aseguró que esa plataforma surgió para hablar sobre programas y proyectos, algo ausente de la discusión pública en la capital del exilio cubano en EEUU.

“En Miami no se están discutiendo programas y proyectos, sino el tema del trumpismo contra todo lo demás, y todo lo demás para ellos es comunismo. Sin embargo, en esta ciudad, donde no hay transporte público, está a punto de empezar a construirse un muro de seis billones de dólares en el mar para prevenir las subidas de la marea exacerbadas por el calentamiento global. Hialeah tiene el registro más alto de ObamaCare, plan que Trump quiere quitar para dejar a millones de personas sin atención médica. Hay miles de cubanos trabados en la frontera con México. Hay miles de cubanos sin ahorros y sin trabajo. Entonces, eso del comunismo no es más que un chivo expiatorio para Trump. En Cuba hay que acabar con la dictadura, en Miami debemos asegurarnos de que no empiece otra”, apuntó.

Por su parte, Guennady Rodríguez, natural de Marianao, se define explícitamente como pro-Biden. “No hay dictaduras buenas o malas, todas atacan lo más profundo de la dignidad de sus ciudadanos. Donald Trump predica ser un campeón de las libertades individuales, cuando en realidad bajo su mandato las dictaduras se han radicalizado: Vladimir Putin puede ser prácticamente presidente vitalicio de Rusia, así cómo Xi Jinping en China; incluso Cuba aprobó una nueva Constitución todavía bajo el signo del partido único”.

“Para colmo, [Trump] le dio legitimidad al peor de todos los represores, Kim Jong-un. Esto, para no hablar de Arabia Saudita, Filipinas o Turquía, donde ha ayudado a encubrir crímenes, tales como el asesinato del periodista de origen saudí Jamal Khashoggi. Ante estos hechos, adicionando su insistencia en reclamar públicamente más de dos términos como presidente en cuanta oportunidad tiene, o de llamar a la prensa libre ‘los enemigos del pueblo’, o socavar en cada alocución a las instituciones que sirven de balance y contrapeso a su poder, tales como el Congreso, o las Cortes, o incluso a las agencias de inteligencia. ¿Qué otra actitud puede asumir un ciudadano libre, sino ser pro-Biden, un demócrata liberal probado y consumado?”, afirmó.

Ser pro-Biden en un Miami polarizado

Esta postura política en Miami supone un problema perenne. “Yo recibo insultos en el desayuno, el almuerzo y la comida, por mi activismo pro-Biden”, refirió Rodríguez.

“Los cubanoamericanos seguidores de Trump me preguntan: ‘¿cómo es que puedes estar a favor de Biden?’ El problema es que la campaña de Trump, ante la ausencia de logros significativos y la tragedia sin precedentes de una pandemia a la que el Gobierno se ha rendido de luchar contra ella, despliega ahora las viejas tácticas de propaganda de guerra. Es sencillo: reduce la identidad de tu rival e invita a tus seguidores a desatar su odio contra ellos. Por eso todos los que ‘no somos seguidores de Trump’, somos ‘comunistas’. Absurdo. También hay mucha frustración de parte de los seguidores de Biden, puesto que hay republicanos que están asumiendo una actitud de culto a la personalidad y solo parecen querer descalificar e imponerse ante sus adversarios. Los demócratas reaccionan muchas veces con igual pasión”, aseguró.

Tarajano también coincide en que se considera una traición no estar a favor de Trump en Miami. “La realidad es que hay miedo. Una candidata como Maria Elvira Salazar, un comentarista como Juan Manuel Cao, entre otros, se la pasan de sol a sol diciendo que Biden es comunista. Han logrado penetrar con esa mentira, que ha puesto en guardia a todos los trumpistas. Acusar a alguien de comunista en la comunidad cubana es una sentencia. Salir de Cuba para caer en la intimidación y que te cataloguen de traidor por pensar diferente es en el aspecto social y mental peor que haberse quedado bajo la dictadura”.

La egresada de Relaciones Internacionales y Economía Internacional de la Universidad Johns Hopkins, Marisel Trespalacios, suma su propia experiencia: “También está el hacerte sentir que no perteneces a esta ciudad ni a este país por tu supuesta falta de agradecimiento, como si el Partido Demócrata no fuese una creación norteamericana (…) Con gran pena digo que son muchos de mis compatriotas aquí los que me hacen sentir más cerca del régimen en Cuba y de la visión cerrada e intolerante que yo creía existía solo en el totalitarismo”.

¿’Batalla de Ideas’ made in EEUU?

Guennady Rodríguez afirma que la confrontación electoral del presente en EEUU se asemeja a la “Batalla de Ideas” lanzada por Fidel Castro en Cuba en 2000 para reavivar la hegemonía de su régimen.

“Un político de carrera me dijo que ‘cuando los políticos no tienen soluciones, acuden a la ideología’. Así fue como Fidel Castro nos trajo la ‘Batalla de Ideas’, que era precisamente eso, solicitar la adscripción a una ideología, en lugar de mirar con objetividad los problemas y encontrarles solución”, recordó.

Treaspalacios, nacida en el municipio habanero de Boyeros, también considera que apelar al discurso de la “confrontación de ideologías” que presuntamente ocurre en EEUU tiene enormes peligros.

“Decir eso es muy característico de actores políticos que se benefician de las divisiones sociales y que quieren tomar ventaja y explotar al máximo comunidades con miedos ‘antropológicos’, como es el caso cubanoamericano, que vinimos de un país disfuncional y echado a perder por una ideología”, dijo.

“Hoy enfrentamos otros problemas, que tristemente ni tan siquiera figuran entre las prioridades o preocupaciones de muchos cubanoamericanos en Miami: cambio climático; la ruina del seguro social; la automatización y los trabajos, etc”, señaló.

“Viendo lo que esta pasando en EEUU con este tema, me doy cuenta de que ningún país es inmune a la desinformación y que en realidad no todos los ciudadanos entendemos lo que es democracia, sin importar dónde vivamos. Me da miedo que en los tiempos de ‘social media’ países como Cuba, sin una sociedad civil establecida y fuerte y tan cerrada durante tanto tiempo caigan más rápido en teorías de conspiración que en temas más complejos e importantes”, advirtió.

¿Qué hacer con Cuba?

Uno de los aspectos polémicos de cara a la comunidad cubanoamericana es la promesa de Biden de que, de ganar la Presidencia, volvería a la política de acercamiento con el régimen cubano iniciada durante su periodo como vicepresidente en la Administración Obama.

“Creo que la próxima Administración debe regresar, al menos, a tener una ‘estrategia'”, afirmó Guennady Rodríguez. “Mientras esta Administración intentó hacer más fuerte el embargo, también ha conseguido debilitarlo, pues el fracaso en cortes del llamado Título III de la Ley Helms-Burton le ha hecho perder su poder intimidatorio ante las empresas internacionales. Antes que fuera aprobado, había temor de qué sucedería si se implementaba; ahora sabemos que nada importante sucederá. La política de Trump con Cuba no solo ha sido un fracaso en alcanzar su objetivo de un cambio de régimen, sino que ha sometido a los cubanos a rigores todavía más crueles de los que ya sufren”.

Tarajano subraya que la mejor forma de luchar por la libertad de Cuba “es a través de una apertura. Más viajes, más oportunidades y progreso. Es tarea de nosotros, a quienes nos importa, fomentar la parte social de todo eso, que no se quede todo en el negocio, sino que se conozca la represión, se expanda la sociedad civil, que la gente se involucre en temas de emprendimiento y demanden más libertad por esa vía. Ahora mismo el que pide más embargo a la vez que dice que un pueblo sin sus necesidades básicas cubiertas no demanda cambios, está siendo inconsistente”.

Para él, a los cubanos comunes que conoce en la Isla, ninguno de ellos parte de la oposición al régimen, “lo que más les preocupa es qué van a comer mañana; dónde conseguir champú; cómo cuidar a sus madres o sus abuelas enfermas; cómo juntar unos pesos. Es ridículo demandar que ellos se tiren a la calle, porque en la calle está el aparato represivo del sistema. Ya eso se intentó en Venezuela y resultó en caos y muerte. El cambio viene por otro lado. Aún no sabemos cuál es, pero seguir buscando reprimir y cortar lazos no parece la vía. Todos juntos tenemos que encontrar el camino para llevar democracia a Cuba”.

Rodríguez, en cambio, sugiere una salida: “El problema cubano tiene dos aristas: el retorno de los derechos políticos a quienes no somos comunistas y, a su vez, liberar a la nación de las presiones del embargo estadounidense, pero parece que ninguno quiere jugar su ficha primero. Por eso no veo otra solución que un proceso gradual, donde haya incentivos suficientes para ambas partes y puedan ir trabajando en objetivos parciales, así como ir poniendo de lado los objetivos más complejos de lograr”.

“Fue lo que trató de hacer la Administración Obama en apenas dos años, pero claramente no era suficiente para mover al monstruo dormido comunista. Ni siquiera lo logró Raúl Castro con su ‘actualización’, que no cumplió la mitad de sus objetivos, en cinco veces el tiempo previsto. Es también clave asumir que el problema es fundamentalmente entre cubanos y entre nosotros hay que resolverlo. Washington no puede determinar por la nación cubana, también compuesta por su diáspora”, advirtió.

Más de tres años después de que decenas de empleados de la embajada canadiense en Cuba sufrieran los efectos del conocido como “Síndrome de La Habana”, nuevos documentos obtenidos por Global News revelan que los empleados de la legación diplomática en la capital de la Isla fueron advertidos de guardar silencio sobre el fenómeno inexplicable que provocó síntomas similares a una conmoción cerebral.

Casi cuatro años después del inicio del misterio, no hay respuestas oficiales y el Gobierno de Canadá está luchando contra 15 de los afectados en tribunales, argumentando que los demandantes han hecho afirmaciones “exageradas”.

El mes pasado, el Gobierno federal publicó casi 700 páginas de correos electrónicos, memorandos y material informativo preparados en los inicios de una investigación para averiguar qué estaba sucediendo, incluidos los registros de reuniones con autoridades estadounidenses.

Si bien los textos ofrecen poca información sobre el estado de una investigación que los funcionarios afirman que sigue en curso, pintan una imagen de funcionarios luchando por mantener la situación en secreto y parecen corroborar las afirmaciones actualmente en la corte de que estos estaban trabajando para mantener enterrados los primeros informes de síntomas, señala la edición digital de Global News.

Quince de los diplomáticos canadienses y sus familiares que dicen haber sufrido los extraños síntomas en La Habana han alegado en una demanda de 28 millones de dólares en la Corte Federal que el Gobierno “manejó mal” la situación y les dijo que no hablaran con nadie al respecto.

Uno de los diplomáticos habló con Global News bajo condición de anonimato y solo con el seudónimo autorizado por el tribunal para los demandantes en el caso.

Según Allen, como se describe al individuo en el caso judicial, él le dijo por primera vez al embajador canadiense en Cuba el 11 de abril de 2017 que un diplomático estadounidense le había advertido el día anterior de misteriosos síntomas que afectaban al personal de la embajada de EEUU en La Habana.

“No se lo digas a ningún otro canadiense. No podemos decirle a ningún otro canadiense, no queremos iniciar la histeria masiva”, respondió el embajador a Allen.

Incluso meses después, cuando los medios estadounidenses informaron sobre los síntomas que afectaban a los diplomáticos estadounidenses y Washington exigía responsabilidades a La Habana, dijo que “todavía se le decía al personal diplomático canadiense que no hablara del asunto”.

Documentos reportados previamente por Global News y obtenidos bajo una solicitud de acceso a información muestran que los funcionarios de Asuntos Exteriores de Canadá sugirieron que los síntomas reportados por los diplomáticos canadienses en mayo de 2017 no eran más que “estrés extremo”.

Uno de los puntos del material informativo aconseja al personal decir a los diplomáticos salientes que algunos en la embajada en La Habana han informado de mareos, dolores de cabeza, zumbidos en los oídos y “no sentirse del todo bien”; otro acápite dice que los funcionarios canadienses no tienen idea de cuál podría ser la causa.

También descarta consecuencias médicas relacionadas con la exposición en las sedes e incluye puntos que enfatizan la necesidad de mantener la información en secreto.

Allen dijo que la lista de síntomas sobre los que se informó a los diplomáticos salientes no se acercaba a lo que estaba sucediendo y omitió detalles clave, incluido que sus propios hijos habían sufrido síntomas durante y después del incidente del 1 de junio de 2017 cuando escucharon un “chirrido metálico” en su casa.

Lo que causó los misteriosos síntomas experimentados por los diplomáticos canadienses y estadounidenses sigue siendo un misterio hasta el día de hoy, aunque varios informes recientes de medios estadounidenses que citan fuentes de inteligencia sugieren que la atención se centra cada vez más en Rusia.

Con respecto a estos incidentes el Gobierno de Cuba ha elogiado la postura del Gobierno de Canadá en las investigaciones y el manejo de las declaraciones en torno al tema.

En septiembre de 2017 el Gobierno de EEUU decidió retirar de su Embajada en Cuba a todo el personal no esencial y sus familias debido a que varios diplomáticos experimentaron síntomas como mareos, vértigo, confusión mental, sordera parcial y lagunas de vocabulario básico, supuestamente provocados por la exposición a sonidos persistentes de origen desconocido en sus casas o habitaciones de hotel.

La hipótesis del ataque cobró fuerza tras la difusión de una grabación de audio, realizada por personal diplomático estadounidense en La Habana y publicada por Associated Press (AP), en la que se escuchaba un molesto zumbido agudo semejante al de un grillo.

Las autoridades cubanas, quienes llevaron a cabo su propia investigación, aseguraron en 2017 que las pesquisas demostraron “la inexistencia de evidencias que indiquen la ocurrencia de los alegados ataques acústicos”.

A finales de 2018, un artículo publicado por la prestigiosa revista estadounidense The New Yorker vinculó a Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl Castro y hasta entonces jefe de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional, que asesoraba a su padre, con los presuntos ataques acústicos que afectaron a dos decenas de diplomáticos estadounidenses y canadienses en La Habana.

El reportaje, titulado “The Mystery of the Havana Syndrome”, señala que el departamento del Ministerio del Interior cubano que dirigía Castro Espín habría sido desmantelado en fecha cercana a marzo, justo cuando su no inclusión entre los nominados a sustituir a su padre al frente del Gobierno cubano levantó especulaciones.

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