Desde que la pandemia de Covid-19 alcanzó a Venezuela, a mediados de marzo, el país ha padecido dos largos períodos de escasez de gasolina. Durante esos dos momentos, en los últimos siete meses, el chavismo eludió el tema. El régimen de Nicolás Maduro sencillamente ni mencionaba la ausencia de gasolina en el país, salvo para anunciar la llegada de tanqueros iraníes, en mayo.
Este 28 de octubre, la estrategia comunicacional del régimen venezolano ha dado un giro de 180 grados. El propio Nicolás Maduro admitió que su Gobierno tiene reservas de combustible para 20 días y que en el mejor de los casos espera llegar a una reserva de 30 días. La noticia ha sido, sin duda, que el chavismo pasó a dar un plazo, que coincide además en el tiempo con los días previos a las polémicas elecciones parlamentarias que se insiste en realizar el 6 de diciembre, pese al rechazo internacional.
“El Gobierno puede estar jugando al caos, a que se genere una situación de tensión y desesperación en la población. Ya estuvimos mucho tiempo sin gasolina y ellos no decían nada. ¿Por qué ahora pasan a dar tantos detalles?”, comentó a DIARIO DE CUBA la maestra Elisa B. quien precisamente había invertido una jornada de casi ocho horas de cola para poder surtir combustible.
Con un mercado dual, el suministro en dólares ha tendido a normalizarse este mes de octubre. Cada litro se vende en 50 centavos de dólar. Sin embargo, en un país en el cual el salario mínimo apenas representa dos dólares al mes, permanecen aún largas colas que a veces incluyen pernoctas frente a las estaciones de servicio que despachan la gasolina “subsidiada” a 0.01 dólares.
“Venezuela en este momento tiene reservas de gasolina para 20 días. Hemos logrado acumular y vamos a llegar a 30 días”, sostuvo Maduro en una conferencia de prensa virtual que ofreció este miércoles.
En muchos países europeos y asiáticos se ha establecido una política de tener una reserva de combustible equivalente a 90 días de consumo. Esta es la cifra recomendada por la Agencia Internacional de Energía.
Este año el país vivió dos momentos álgidos con una escasez de gasolina generalizada. Entre marzo y mayo hubo diez semanas en las que no hubo despacho de gasolina de ningún tipo. Según el Gobierno la medida estaba orientada a cumplir de forma estricta una cuarentena preventiva por el Covid-19.
Salvo cuando se hizo pública la inminente llegada de buques iraníes con gasolina, la última semana de mayo, el régimen de Maduro sencillamente nunca se refirió a la falta de combustible en el país.
Analistas petroleros estiman que, en ese momento, que coincidió con la cancelación del traslado de combustible que gestionaba la rusa Rosneft (presionada por las sanciones de EEUU), Maduro echó mano de la reserva de gasolina sin manifestarlo públicamente.
Entre agosto y septiembre, de nuevo, hubo una escasez de gasolina, aunque no tan generalizada. Y en octubre ha tendido a normalizarse el suministro en dólares.
Según Maduro, con apoyo técnico de Irán la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) ha logrado reactivar la producción local. El gobernante dijo que se abastecía un 30% de la demanda nacional, pero no ofreció cifras exactas.
Maduro denunció “un ataque terrorista” contra la refinadora Amuay, en el estado Falcón. Según el chavismo, presuntos grupos opositores financiados por EEUU estarían atentando contra las instalaciones petroleras del país.
Voceros sindicales han salido al paso para desmentir la versión oficial. Iván Freites, dirigente sindical petrolero, confirmó a DIARIO DE CUBA que la planta refinadora trabaja apenas a un 15% de su capacidad y que la explosión registrada está relacionada con la falta de mantenimiento de los equipos. |
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