Elías Amor Bravo, economista
Varios medios oficiales del régimen han dedicado notas breves a presentar los resultados de la Política de la Vivienda castrista, que ya cumplesu segundo año y que según las autoridades“se ratifica como uno de los programas priorizados del país por su alcance para el beneficio de la población y lo que aporta al desarrollo social”.
Las autoridades igualmente reconocen la gravedad del problema de la vivienda. No hacerlo sería ignorar una realidad que se les cae encima, nunca mejor dicho. Pero del reconocimiento, a la actuación efectiva hay un trecho, y esto en la economía cubana es una realidad. Por desgracia. Y en materia de vivienda los fracasos del régimen se acumulan de generación en generación, y son ya 61 años.
De modo que en una reunión por videoconferencia, se pasó revista a la evolución de la construcción de viviendas en Cuba hasta septiembre. Y de ahí se han podido obtener algunas informaciones de interés.
Primero, según ladirectora general de la vivienda, el programa se cumple al 90% e incluye las tres modalidades de la política gubernamental, a saber, planes estatales, subsidios y por esfuerzo propio, este último con los mayores incumplimientos. Esto quiere decir, que la construcción de viviendas se sitúa, a pesar de su reconocida necesidad, un 10% por debajo de la planificación, lo que puede significar una caída incluso superior si se compara con la tendencia.
Además, no es extraño que el mayor incumplimiento se presente en lascélulas básicas habitacionales, o sea las viviendas que se financian conlossubsidios, donde todas las provincias muestran incumplimientos, quedando el objetivo lejos de la planificación. Se nota que el estado comunista no tiene recursos para ser destinados a este tipo de programas, y el apretón de cinto ha llevado a esta situación.
Gran error, porque el impacto de estos subsidios es mucho más elevado que la financiación a gastos corrientes y de funcionamiento de organizaciones de masas comunistas, que podría ser reducido a cero, sin graves problemas. Pero la elección presupuestaria de cada gobierno es la que es, y lo único que se puede hacer es constatar sus decisiones.
En segundo lugar, es inexplicable, y de hecho no se ha ofrecido información alguna al respecto, que desde el año 2012 hasta la fecha estén pendientes de terminar más de 12.000 células básicas habitacionales con financiación ya otorgada mientras que en ejecución existen unas 8.264 en diferentes etapas constructivas. Son cifras elevadas, casi 21.000 viviendas, si se tiene en cuenta que el objetivo para cada año se establece en torno a unas 30.000 viviendas. En la explicación general de estos incumplimientos, resulta de interés la referencia a Camagüey.
Una comisión de trabajo ministerial giró visita a Camagüey, provincia en la que han se han producido los problemas organizativos más complicados por su incidencia en en el cumplimiento del plan del programa constructivo. Con el atrasado contrastado, se llevó a cabo un reordenamiento del cronograma aprobado, para avanzar más rápido en los últimos meses del año en las tres modalidades que contempla el plan de construcción de viviendas. Como viene siendo habitual en otros ámbitos, las responsabilidades quedan para otra ocasión, y como no se resuelve el problema, seguirán los atrasos e incumplimientos: el estado llega hasta donde llega.
En la reunión, intervino el primer ministro, Marrero Cruz pidió que las acciones se orientaran en mayor medida hacia lo que denominó “las potencialidades locales y materializar la autonomía que tienen los municipios”. Una apuesta por lo local, por el minifundismo empresarial en el sector, que deja bien claro que los comunistas cubanos no están por autorizar empresas constructoras de ámbito nacional con escala técnica eficiente, a fin de no propiciar su crecimiento.
Ademas, que el primer ministro de un país tenga que exigir que se terminen las viviendas con calidad, con la certificación de cada inmueble antes de la concesión de habitable, dice muy poco de cómo está organizado y funciona un sector esencial en cualquier economía para el crecimiento del empleo y la riqueza. Lo peor es que exigir a todos los “eslabones locales” como hizo Marrero, que concentren sus esfuerzos “para ordenar mejor los procesos constructivos desde la responsabilidad de las máximas autoridades del gobierno en cada territorio” dice muy poco de la confianza que depositan las autoridades en estos poderes locales para mantener el minifundismo empresarial que en absoluto es beneficioso para el desarrollo del sector de la construcción.
De ese modo, no quieren reconocer que al apostar por lo local, como con los centros locales de producción de materiales de construcción, van a continuar sancionando esas diferencias territoriales en la evolución de la vivienda que han llevado a que hasta el cierre de septiembre, 7 provincias registren avances, otras 8 se estancan y una retrocede. Sin duda, hay que pensar en el sector de la vivienda de otro modo, y no parece que las autoridades estén en ello.
Cierto que Díaz Canel apoyó en la reunión la construcción de vivienda por medio de la vía del esfuerzo propio por su beneficio sobre las familias, el equilibrio en el uso de los recursos disponibles pero acabó pidiendoque “se diseñen mecanismos de seguimiento y control para evaluar la dinámica de esta modalidad”, que es la que presenta unos rasgos más definidos como actividad privada y por tanto la que tiene más posibilidades de crecer.
No cabe duda que la entrada de remesas está siendo un elemento impulsor de esta modalidad constructiva, pero la ausencia de un marco jurídico respetable para los derechos de propiedad (los cubanos solo pueden acceder a la propiedad de dos viviendas máximo, no existe un mercado de alquiler y compra venta, etc) condiciona notablemente el desarrollo del esfuerzo propio.
La problemática específica del espectáculo lamentable de la capital y el derrumbe de edificios antaño señoriales, con causa de muerte para ciudadanos, también fue abordada por Diaz Canel, que pidió de forma expresa “un estudio parcial de los edificios en la capital para ver cómo nosotros podemos hacer una proyección diferenciada en La Habana para atenuar un poco más ese problema, que es un gran problema”.
Por desgracia, poco pueden hacer, salvo actuaciones puntuales como las que planteó en su momento el Historiador de La Habana. El programa nacional de la vivienda es sin duda alguna uno de los principales fracasos de la revolución. Lo dice la edad del parque de viviendas, la realidad del paisaje inmobiliario y la escasa relación que tiene el sector con el desarrollo económico y social. Un desastre sin paliativos.
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