Luis Alberto Mariño: “Lo más probable es que no me dejen entrar a mi país”
Cuando se iniciaron las protestas del MSI por la libertad de Denis Solís, el artista cubano se plantó con su violín en las afueras de la sede diplomática del régimen en Buenos Aires.
LA HABANA, Cuba. – Luis Alberto Mariño, el violinista cubano radicado en Argentina que protesta frente a la Embajada de la Isla en Buenos Aires, define el momento actual como “el despertar de la sociedad civil independiente en el extranjero”.
Detrás de su definición está un importante logro alcanzado por la sociedad civil cubana en 2020: la unidad solidaria. En la entrevista que el músico concedió a CubaNet, dejó claro que el Movimiento San Isidro (MSI) merece el mérito por avivar el espíritu de los cubanos en la emigración.
“Este año se expandió el escenario de solidaridad para la sociedad civil independiente de los cubanos que están dentro y fuera del país”, señala el músico exiliado, y añade: “Creo que esta solidaridad se enfocó alrededor de la causa que el Gobierno intentó fabricarle a Luis Manuel Otero en el mes de marzo. Después del fracaso del régimen contra Luis Manuel se creó una estructura diversa que une a la sociedad civil y nos mantiene conectados. Estos acontecimientos alimentaron el compromiso de los cubanos que están dispersados por el mundo”.
Mariño comenzó los estudios de violín a los siete años de edad, en la escuela “Benny Moré” de su natal Cienfuegos. Luego, mientras estudiaba en la Escuela Nacional de Arte, y vencía los estudios de composición musical, su familia se mudó a La Habana, donde por su credo católico coincidió con Oswaldo Payá en la parroquia del Cerro. En 2017 el músico abandonó la Isla para establecerse en Argentina, donde imparte clases de violín.
“Nunca perdí el vínculo con la sociedad civil independiente, pero a veces uno funciona con el falso dilema del régimen, que sostiene que desde afuera se puede hacer muy poco. Aunque sigas conectado con Cuba, la nueva realidad como emigrado te impone retos que te aíslan”.
No obstante, la pandemia de coronavirus transformó el ciberespacio en el principal sitio de acontecimientos. Este cambio sirvió al violinista para reunirse con la sociedad civil independiente cubana. Desde sus redes sociales el músico lanzó gestos artísticos para alentar el espíritu solidario. En su muro de Facebook compartió una versión para violín de La Bayamesa, pieza compuesta por el periodista y músico José Fornaris.
Cuando se iniciaron las protestas del MSI por la libertad de Denis Solís, el violinista pasó a la acción desde Buenos Aires.
“Sin dudas este fue el momento del despertar de la sociedad civil en el extranjero; yo lo entendí en este contexto y me propuse visibilizar lo que está sucediendo en Cuba en materia de represión”, dijo.
A partir de ese instante la Embajada de Cuba en Buenos Aires, o la plaza ubicada frente a la cancillería argentina, se convirtieron en el escenario de protesta del violinista.
La violencia como respuesta
La música que choca contra el edificio consular donde se tejen mentiras para ocultar la represión dentro de Cuba, irrita a los funcionarios del régimen. Al lenguaje musical que utiliza Mariño en su protesta, los agentes de la diplomacia cubana han respondido con la violencia que caracteriza a la dictadura.
“Siempre trato de no abrir canales de violencia, ya sean verbales o de otro tipo”, advierte Mariño, y narra algunas de las provocaciones salidas del edificio consular: “Los incidentes son pocos porque no se justifican. En una ocasión un supuesto policía federal intentó echarme de la calle, pero yo estoy bien documentado sobre la legalidad de mi performance. En otra ocasión un funcionario de la Embajada empujó a un amigo que pedía la libertad de Denis”.
El artista cubano también cuenta que el personal de la sede diplomática preparó un acto de repudio para contrarrestar la convocatoria a movilizarse de varios activistas independientes.
“No hubo enfrentamientos porque hicimos nuestra manifestación en la esquina, pero cerraron la calle. Cuando conocieron de nuestra protesta, en pocas horas trajeron mucha gente en guaguas, igual que en Cuba”.
Mariño conoce la sentencia del Gobierno cubano contra quienes utilizan el derecho a la libertad de expresión desde el exilio.
“Antes de irme de Cuba estaba vinculado a proyectos de la sociedad civil. Cada vez que viajaba, cuando regresaba al país me separaban de la fila en el aeropuerto, me mantenían horas esperando y después, los machitos de la Seguridad del Estado ordenaban un chequeo minucioso; esa es la realidad de muchos. No he intentado regresar a Cuba, pero lo más probable es que no me dejen entrar a mi país”.
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Periodistas independientes. Residen en La Habana
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