Clérigos y laicos católicos dirigen carta al pueblo cubano: “Rompamos las cadenas”
“Optemos por la verdad, y actuemos como hombres y mujeres que ya son libres”, piden las 400 personas que suscriben el texto.
MIAMI, Estados Unidos. – Unos 400 clérigos y laicos residentes en Cuba y el extranjero firmaron y publicaron este domingo 24 de enero una carta que pide a los cubanos actuar sin miedo para conseguir un país democrático.
El texto, originalmente publicado en el blog Pensemos Cuba, reconoce que “la sociedad cubana es diversa y heterogénea”, y lamenta la represión ejercida por el Estado contra las personas que no se acogen a la ideología del Partido Comunista.
Asimismo, la carta critica “la generalización de la corrupción”; las medidas económicas del régimen cubano, y “la crisis de la familia”, dada por la emigración y las llamadas “misiones internacionalistas”. Además, lamenta “el colapso” del modelo económico, político y social impuesto en Cuba.
Por su relevancia, CubaNet reproduce a continuación la carta, de manera íntegra.
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En honor de nuestra Madre y Patrona, Reina de Cuba, Madre de la Caridad
- Hermanos cubanos:
Como creyentes en Dios, sacerdotes, consagrados, laicos, como hombres y mujeres de buena voluntad, como cubanos que amamos a nuestra patria y que soñamos un futuro luminoso para ella, enviamos este mensaje, nacido del amor.
Convencidos de que, como nos enseñó el Padre Félix Varela, “no hay Patria sin virtud, ni virtud con impiedad” y que el bien y la paz solo son posibles en la conjugación de la justicia, la misericordia y la verdad.
Deseando, como José Martí, una República donde se rinda culto a la dignidad plena de todo hombre y mujer, independientemente de sus pensamientos, de sus posturas e incluso de sus pecados personales.
Siendo coherentes con nuestra conciencia, que no nos permite permanecer callados de frente a la construcción del presente y del futuro de nuestra nación; porque no queremos ser “personas que se lavan las manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse” [1].
En comunión con el magisterio de los Obispos Católicos de Cuba que, en el número 13 de su reciente mensaje navideño, nos invitan a “que no tengamos que esperar a que nos den desde arriba lo que debemos y podemos construir nosotros mismos desde abajo”.
Bajo la inspiración del esclarecedor mensaje de San Juan Pablo II, que hace 23 años nos urgió a “ser protagonistas de nuestra propia historia personal y nacional” [2].
Queremos dar voz a nuestros pensamientos y sentimientos: alegrías y tristezas, frustraciones e ilusiones… sabiendo que no son solo nuestros sino de una gran parte de nuestro pueblo cubano en cada una de las orillas donde palpita el corazón de Cuba, porque somos una única nación en la Isla y en la diáspora. “El cubano sufre, vive y espera aquí y también sufre, vive y espera allá afuera” [3].
- He escuchado el lamento de mi pueblo [4]
La Palabra de Dios es luz para lo que vive nuestra patria hoy.
En el libro del Éxodo, la Biblia nos relata la historia de Moisés, el hombre al cual Dios se manifiesta con la intención de liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto, y al cual le dice: “He visto la aflicción de mi pueblo (…). He oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para librarlo (…). Ponte en camino que yo te envío” [5].
Dios ve, escucha y siente con su corazón de Padre lo que vive su pueblo, no le pasan desapercibidos sus tristezas, sus angustias y su clamor. Pero Dios no se detiene en una constatación estéril, sino que expresa su compasión como compromiso.
Sin embargo, la liberación no es obra solo de Dios, o de Moisés; es obra también de un pueblo que se une en torno a la fe y al ansia de libertad. El pueblo tiene que co-implicarse, ponerse en camino, y aprender a vivir en libertad a través de un inmenso desierto que le supone numerosas renuncias, la tentación de preferir ciertas comodidades a la libertad, pensar que el esfuerzo ha sido inútil y de que nunca alcanzarán el futuro que tanto ansían.
Estamos persuadidos de que este texto habla al corazón de nuestra realidad presente. Dios lo conoce todo, nada escapa de su mano. El presente y el futuro de Cuba también están en sus manos. Pero Dios trabaja con nosotros, y nos pide, como a Moisés, actuar nuestra parte de responsabilidad y libertad. Decía San Agustín: “El Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.
- He visto…, he oído…, conozco… [6]
Soñar a Cuba y continuar construyendo nuestra sociedad es posible, solamente, si partimos de su realidad. La contemplamos con inmenso amor, como lo hace un hijo con su madre; y también con mirada crítica, como lo hace un hijo adulto que ha renunciado a permanecer como un eterno inmaduro. Ponemos aquí nuestra visión sintética, pues los fenómenos sociales son siempre complejos.
La sociedad cubana es diversa y heterogénea.
No existe ya aquella pretendida y a la vez artificial uniformidad social. En Cuba coexisten diversos estratos sociales y económicos. La presencia de clases sociales y el progresivo ahondamiento de sus diferencias es una realidad palpable y especialmente dolorosa cuando los más pobres sufren los embates de medidas económicas que los dejan desamparados.
Cuba también es diversa desde el punto de vista político e ideológico. Hay un sector afín a la ideología oficial que sustenta el Estado, y también hay numerosos sectores en la sociedad civil con otras orientaciones ideológicas que, aunque no son reconocidas oficialmente, están presentes, algunas de ellas con organización, y ejercen un influjo real en la sociedad.
El acceso a Internet y a las redes sociales, aunque limitado y monitoreado, ha roto la barrera estatal que contenía e incluso impedía el flujo de información y la capacidad del ciudadano común para generarla. Precisamente este creciente fenómeno de comunicación social manifiesta que existe una diferencia entre la opinión pública y la opinión oficialmente publicada. Hay una realidad que no se publica, negándola en nombre de la ideología.
Estamos viviendo el colapso de un modelo económico, político y social.
Aunque previsible por fundamentarse en una filosofía que ignora la verdad sobre lo que da sentido pleno al ser humano, el sistema económico, político y social que define los destinos de Cuba desde 1959, ha sido incapaz de evolucionar. Han sido muchas las propuestas para reactivarlo, una especie de cadena interminable de promesas incumplidas de “ahora sí”. A este propósito ya los obispos cubanos alertaban en la carta pastoral “El amor todo lo espera” del año 1993: “Más que medidas coyunturales de emergencia, se hace imprescindible un proyecto económico de contornos definidos, capaz de inspirar y movilizar las energías de todo el pueblo”.
La continua promesa incumplida ha llevado a un cansancio y a un escepticismo que cae como una densa nube sobre el cubano de a pie. Este, a menudo, siente que se hunde en el desaliento por vivir en un país cuyo futuro feliz se aleja, como el horizonte, con cada paso.
Asistimos en este momento a medidas extremas. Las tiendas en MLC y el llamado ordenamiento económico amargan aún más la cotidianidad de este pueblo. Su trabajo no le permite el acceso a comprar dignamente lo que necesita. Vive acosado por un grave desabastecimiento, por precios prácticamente inalcanzables, y por tener que pagar en una moneda extranjera que con su esfuerzo no puede ganar. Esta situación lacera el valor del trabajo y con él, la mismísima dignidad humana. Depender de lo que otros manden del fruto de su trabajo, nos coloca inevitablemente en una situación de mendicidad.
No se puede desligar lo económico de lo político. Como ya lo advertía “El amor todo lo espera” en su número 46, Cuba necesita cambios políticos. Con esta intuición de los obispos cubanos, hoy son muchos los que se comprometen por un cambio pacífico y, lamentablemente, reciben la represión por respuesta. Empeñarse en superar la precariedad y llevar a Cuba a un futuro digno, tiene que pasar por el reconocimiento de la realidad y por la escucha de aquellos que con buena voluntad ofrecen alternativas. La política necesita escuchar a la realidad y partir de ella, de lo contrario se convierte en ideología. Es un absurdo con terribles consecuencias sacrificar la realidad en el altar de una ideología.
La generalización de la corrupción
La doble moral y la mentira se han convertido en elementos cada vez más habituales de nuestra cotidianidad. La falta de libertad de pensamiento y la censura estimulan la incoherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Por otra parte, la casi imposibilidad de vivir sin incurrir en ilegalidades, hace del “mercado negro” un aliado indispensable de la subsistencia y un ámbito dominado por el robo, el soborno y hasta el chantaje. El ambiente de “sálvese quien pueda”, donde todo vale, muestra una corrupción que permea prácticamente todos los estratos sociales.
A esto se suma la sensación de que continuamente estamos siendo espiados, de que podemos “caer en desgracia”. Esta sensación, confirmada por la delación de la que, como víctimas o testigos, todos tenemos experiencia, siembra la duda, mata la confianza e impide la unidad que, como pueblo, tanto necesitamos. A veces hasta sin culpa alguna, la persona se siente temerosa debido al “excesivo control de los órganos de Seguridad del Estado que llega a veces, incluso, hasta la vida estrictamente privada de las personas. Así se explica ese miedo que no se sabe bien a qué cosa es, pero se siente, como inducido bajo un velo de inasibilidad” [7].
La misma voz oficial del Estado ha reconocido la necesidad de rescatar valores, pero no basta decirlo ni amenazar con castigos severos, se necesita poner remedio en las causas, en el origen mismo de la corrupción. Este “poner remedio a la corrupción” pasa, necesariamente, por proteger a la familia y renovar el sistema educativo.
La crisis de la familia: una herida en el alma de Cuba
El ambiente que vivimos incide directamente en la familia cubana. Muchos hogares se desestructuran por la separación que implican la emigración y las misiones. Frecuentemente, la única vía para mejorar la calidad de vida, tiene como consecuencia la separación de sus miembros.
La frustración económica y la lucha cotidiana y fatigosa por la existencia provocan la pérdida del horizonte moral. La familia cubana, centrada en la sobrevivencia, corre el peligro de cerrarse a la vida. No pocas veces, el anuncio de un hijo, que debería ser un motivo de esperanza y alegría, se convierte en causa de incertidumbre y preocupación, y termina en el aborto.
En el otro extremo del ciclo familiar, los ancianos, tantas veces solos, carecen de una economía que los sustente, a pesar del aumento de las pensiones, además de la ausencia de medicamentos imprescindibles y del necesario afecto.
Es justo reconocer que incluso en medio de la crisis, el pueblo cubano valora la familia y trata de crear caminos de felicidad.
Crisis del sistema educativo
Aunque el pueblo cubano es alfabetizado, el sistema de educación está en crisis. La subordinación de los intereses educativos al sistema político-ideológico provoca que el nivel académico haya bajado drásticamente en los últimos decenios. Este sometimiento de la educación a la política explica la mutilación del pensamiento crítico, la imposición de un esquema único de reflexión en el que pocos creen, la precariedad de medios y de personas competentes, la no apertura oficial a otras formas de educación, que se apruebe a estudiantes por conveniencia y que se hostigue y hasta se excluya del sistema de educación superior a aquellos cuyo modo de pensar es distinto al oficialismo.
- El clamor de mi pueblo
Vivimos un momento crítico de nuestra historia nacional. Los ensayos oficiales de respuesta revelan que la crisis implica a la estructura misma del sistema, lo cual se ha manifestado de un modo evidente en la negativa a sostener un diálogo abierto y transparente, promoviendo la violencia verbal, psicológica y física, en lugar de buscar un debate realista e inclusivo que exponga las diversas propuestas y conduzca a soluciones evaluables.
Necesitamos superar el autoritarismo, de manera que se evite “la tentación de apelar al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho” [8] y todos los hijos de esta tierra podamos sentarnos, en igualdad de condiciones, en la mesa de un diálogo nacional, pues Cuba es de todos y para todos los cubanos. No es ético adjetivar la Patria y conceder carta de ciudadanía a unos pocos privilegiados miembros de un partido.
Como ya expresaron los obispos cubanos en su mensaje [9] a propósito de la última reforma constitucional: “Lo absoluto de tal afirmación [solo en el socialismo y en el comunismo el ser humano alcanza su dignidad plena] que aparece en el texto constitucional excluye el ejercicio efectivo del derecho a la pluralidad de pensamiento acerca del hombre y del ordenamiento de la sociedad (…). Cabe recordar la frase de José Martí: Una constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos” [10]. Tampoco es ético y sí “muy discutible el valor del castigo para humanizar, sobre todo cuando este rigor se ejerce en el ámbito de la simple expresión de las convicciones políticas de los ciudadanos” [11].
Volviendo al relato bíblico, cuando Dios libera a su pueblo bajo la guía de Moisés, no habla contra los egipcios (los opresores). Ellos, si no se hubiesen obstinado en su maldad, haciéndose esclavos del sistema que habían construido, hubieran podido escuchar también la voz del Padre, porque él “no quiere la muerte del pecador sino que se convierta de su mala vida” [12]. Pero el faraón persiste en la injusticia y el atropello del pueblo. Aun fingiendo escuchar a Moisés, no cumple el pacto y falta reiteradamente a su palabra, y esto le atrae la ruina y la muerte. De este modo el faraón y sus ministros, que creen perseguir al pueblo mientras escapa de la esclavitud, quedan atrapados por su propia persecución. Es el drama de la libertad humana cuando se autoerige en dios y termina rendida al pecado. Como dice el Salmo 33: “La maldad da muerte al malvado” [13].
- Ponte en camino que te envío [14]
El pueblo cubano, aunque lentamente, ha ido superando y desaprendiendo la indefensión. Es un importantísimo camino de empoderamiento y de recuperación de la autoestima social. Es importante que lleguemos a sentirnos más fuertes, que nos convenzamos de que podemos actuar y vivir sin dejarnos paralizar por el miedo, de modo que logremos expresarnos libremente, buscar el bien y la justicia conservando la paz, y ser críticos de nuestra realidad, porque, de hecho, es un deber de todos aportar a la construcción de una Cuba nueva.
Para los creyentes existe un compromiso político-económico-social que brota de la fe, esta nos lanza al mundo a transformarlo, a humanizarlo según la imagen del hombre pleno que hemos contemplado en Cristo. Como nos dijo Benedicto XVI: “El derecho a la libertad religiosa (…) legitima que los creyentes ofrezcan una contribución a la edificación de la sociedad. Su refuerzo consolida la convivencia, alimenta la esperanza en un mundo mejor, crea condiciones propicias para la paz y el desarrollo armónico, al mismo tiempo que establece bases firmes para afianzar los derechos de las generaciones futuras” [15].
Con el Papa Francisco estamos convencidos de la necesidad de “conversar desde la verdad clara y desnuda (…). Ya no hay lugar para diplomacias vacías, para disimulos, para dobles discursos, para ocultamientos, para buenos modales que esconden la realidad” [16]. En Cuba la democracia no será una realidad mientras la pluralidad y la diversidad de pensamientos no sean aceptadas y respetadas en el proyecto de Nación, sabiendo que la auténtica libertad de la persona “encuentra su plenitud en el ejercicio de la libertad de conciencia, base y fundamento de los otros derechos humanos” [17].
Los gobiernos existen para el pueblo y por el pueblo. Así como un ciudadano común tiene derechos y deberes, del mismo modo los tiene el Estado. Es hora de superar la falacia de que debemos agradecer lo que son deberes del Estado. Salud, educación, bienestar social, paz civil, ocio y recreación, democracia y libertad de expresión… entre otros, no son regalos sino derechos y el Estado existe para garantizarlos.
Necesitamos con urgencia:
– Mejores marcos legales. El hecho de que no existan bufetes de abogados que trabajen con independencia del control del Estado, promueve la impunidad de un sector de la sociedad afín al gobierno, a la vez que pone en peligro cualquier iniciativa políticamente diversa y pacíficamente presentada.
– El reconocimiento de la plena ciudadanía de los cubanos residentes en el exterior. Significa que estos puedan participar también activamente en la toma de decisiones de la sociedad cubana. Como acontece a todos los ciudadanos de cualquier país democrático, todo cubano debe poder, desde su residencia en el exterior, participar cívicamente en los destinos de su nación.
– Entender lo que significa la reconciliación nacional. Como pueblo, tenemos heridas y conflictos no resueltos. Queremos reconciliarnos para vivir bien y en paz, y esto solo será posible reconociendo la existencia de los conflictos y buscando la solución en medio de ellos. “Cuando los conflictos no se resuelven sino que se esconden o se entierran en el pasado, hay silencios que pueden significar volverse cómplices de graves errores y pecados. Pero la verdadera reconciliación no escapa del conflicto sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente” [18].
– Entender la relación entre amor y verdad. Un error común es pensar que la predicación del amor excluye el decir la verdad en su realismo dramático. Jamás será prudencia torcer la verdad o reconocerla solo parcialmente. En la carta encíclica “Fratelli Tutti” el Papa Francisco nos advierte que: “No se trata de proponer un perdón renunciando a los propios derechos ante un poderoso corrupto, ante un criminal o ante alguien que degrada nuestra dignidad. Estamos llamados a amar a todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintas maneras que deje de oprimir, es quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura como ser humano. Perdonar no quiere decir permitir que sigan pisoteando la propia dignidad y la de los demás (…). Quien sufre la injusticia tiene que defender con fuerza sus derechos y los de su familia precisamente porque debe preservar la dignidad que se le ha dado, una dignidad que Dios ama” [19].
– Optar por la verdad. Necesitamos vivir la verdad en cada decisión de la vida cotidiana. No colaborar con lo que no creo, no participar de la violencia, los actos de repudio, la delación del hermano. ¿Por qué desfilar cuando no comparto las razones del desfile? ¿Por qué asentir en una reunión cuando no estoy de acuerdo? ¿Por qué callar cuando dentro de mí sé que no están diciendo la verdad? ¿Por qué aplaudir si estoy en desacuerdo? ¿Por qué escuchar a mis miedos y no a mi razón? Vivir en la verdad tiene un precio a veces alto, pero nos hace libres interiormente, más allá de toda coerción externa. Vivir en la mentira es vivir en cadenas y como alecciona el Himno de Bayamo: “En cadenas vivir, es vivir en afrenta y oprobio sumidos”.
- Miren que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan? [20]
Esta opción fundamental por vivir en la verdad y en la libertad nos descubre nuestro real poder como ciudadanos. Somos un gigante dormido que puede hacer que Cuba cambie, basta despertar. Los que cierran sus ojos ante la aflicción de este pueblo, los que se empeñan en que Cuba no cambie, tienen el poder que le hemos concedido pensando que no podemos hacer nada. Algunos esperan el cambio desde arriba, otros aspiran que llegue una especie de líder mesiánico que arregle todo; sin embargo ―ya lo hemos dicho― el cambio empieza por nosotros, por nuestro interior.
Emprendamos el camino, dejemos de escuchar nuestros miedos, creamos en nuestra fuerza como pueblo. Es importante que nos convenzamos de que sí podemos hacer algo y de que por humilde que parezca, nuestro aporte es poderoso. Reza un proverbio italiano que “si un pequeño hombre en su pequeño mundo, hace una pequeña cosa, el mundo cambia”. El primer paso debe ser vaciarnos de odio, porque nada bueno puede construirse sobre el odio. Nuestra primera victoria será “que no tenemos odio en el corazón” [21].
Vacíos de odio, renunciamos absolutamente a la violencia, a la agresión incluso verbal, a la calumnia, a los métodos de los que hoy son víctimas los que proponen un camino nuevo para Cuba. Son métodos caducos e indignos de esa nueva Cuba que empezamos a construir. Una nueva Cuba debe ser humana y humanizadora de sus ciudadanos. Nuestro camino no tiene nada que ver con el odio y la violencia; y sí con una unidad que no excluye. El cambio bueno y necesario no es posible si permanecemos divididos. Urge deponer intereses particulares y pensar proyectos y destinos comunes.
Rompamos las cadenas, las peores son las que llevamos en la mente y el corazón. Optemos por la verdad, y actuemos como hombres y mujeres que ya son libres. “La conquista de la libertad en la responsabilidad es una tarea imprescindible para toda persona” [22]. Escuchemos nuestra conciencia y empujemos con cada palabra y con cada acción en la dirección correcta de la historia, en la dirección de la libertad de esa Cuba nueva y feliz que ha comenzado a ser realidad en nosotros.
- Epílogo
Hemos compartido esta reflexión en el respeto y la valoración de aquellos hombres y mujeres de buena voluntad que en el ejercicio de su libertad han decidido no profesar la fe y que también comparten nuestros deseos de renovación, conscientes de que la realidad nos interpela a todos y de que una Cuba para el bien de todos solo se puede edificar desde el aporte sincero de cada uno.
Nosotros, como creyentes, consideramos que es momento, como pueblo, de volver a Dios. Este pueblo, hace muchos años, le dio la espalda a Dios, y cuando un pueblo le da la espalda a Dios, no puede caminar. Como decía San Agustín: “Cuando uno huye de Dios, todo huye de uno”. Y nosotros huimos de Dios, y le dimos la bienvenida a los ídolos, a aquellos que nos prometieron un mundo mejor sin Dios, desoyendo también a Martí que advertía que “un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud” [23]. Sí, es momento, como pueblo, de volver el rostro a Dios, y de volver a escuchar en la zarza ardiente sus esperanzadoras palabras:
“He visto la aflicción de mi pueblo… He oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para librarlo… Ponte en camino que yo te envío”. [24]
En Cuba, a 24 de enero de 2021
XXIII aniversario de la Misa de San Juan Pablo II por la Patria, en Santiago de Cuba
Notas:
1 Papa Benedicto XVI, «Homilía en la misa celebrada en La Habana», 28 de marzo de 2012.
2 Papa Juan Pablo II, «Discurso en la ceremonia de bienvenida en el Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana», 21 de enero de 1998. Nro. 2.
3 Pedro Meurice Estíu, «Discurso de bienvenida a Juan Pablo II», 24 de enero de 1998.
4 Ex3,7.
5 Ex 3, 7-8.10.
6 Cfr. Ex 3, 7-8.
7 COCC, «Carta Pastoral El Amor todo lo espera», núm. 46.3.
8 Papa Francisco, «Carta Encíclica Fratelli Tutti», núm. 174.
9 COCC, «Mensaje de los Obispos Católicos Cubanos en relación con la nueva Constitución de la República de Cuba que será sometida a referendo», 2 de febrero de 2019.
10 José Martí, «Carta de New York», 23 de mayo de 1882, Obras Completas, Tomo IX, pp. 307 – 308.
11 COCC, «Carta Pastoral El Amor todo lo espera», núm. 39.
12 Ez 33, 11.
13 Salmo 33, 22.
14 Ex 3, 10.
15 Papa Benedicto XVI, «Homilía en la misa celebrada en La Habana», 28 de marzo de 2012.
16 Papa Francisco, «Carta Encíclica Fratelli tutti», núm. 226.
17 San Juan Pablo II, «Homilía en la misa celebrada en La Habana», 25 de enero de 1998. 18 Papa Francisco, «Carta Encíclica Fratelli tutti», núm. 244.
19 Papa Francisco, «Carta Encíclica Fratelli tutti», núm. 241.
20 Is 43, 19.
21 Oswaldo Payá Sardiñas, «Discurso al recibir el premio Sajarov», 17 de diciembre de 2002.
22 Juan Pablo II, homilía en la Misa celebrada en La Habana el 25 de enero de 1998, nro. 6
23 José Martí, «Viajes, crónicas, diarios, juicios», Obras Completas, Tomo XIX, Ed. Ciencias Sociales, 1991, p. 391.
24 Ex 3, 7-8.10.
FIRMANTES:
- Alberto Reyes Pías, Camagüey
- Rolando Gibert Montes de Oca Valero, Camagüey
- Jorge Luis Pérez Soto, La Habana
- Fernando Luis Gálvez Luis, Camagüey
- Castor José Álvarez Devesa, Camagüey
- Jorge Andrés Rubido Rosas, Matanzas
- Roque Nelvis Morales Fonseca, Holguín
- Alberto Martín Sánchez, Camagüey
- Jorge Luis Gil Orta, La Habana
- José Conrado Rodríguez Alegre, Santiago de Cuba
- Delvis Mederos Fernández, Villa Clara
- Kenny Fernández Delgado, La Habana
- Lázaro Roberto García Martín, La Habana
Fr. Léster Rafael Zayas Díaz, O P., La Habana
- Ramón Rivas Villa, sj, La Habana
- Eduardo Llorens Núñez, sj, La Habana
Francisco Roque Hernández, Camagüey
Adrian Martínez Cádiz, La Habana
Dagoberto Valdés Hernández, Pinar del Río
Iván Hernández Carrillo, Matanzas
Manelyn Morales Lazo, Camagüey
Amable Fortunato Casas Pacheco, Camagüey
Isabel María Amador Pardías, Bayamo
Carlos Antonio Amador Rodríguez, Bayamo
Lina Candelaria Pardías Milán, Bayamo
Karem del Pilar Refeca Remón, Bayamo
Dahey Silva Pascual, La Habana
Leonardo Fernández Otaño, La Habana
Hna. Emilia Casanova, La Habana
José Daniel Ferrer García, Santiago de Cuba
Yonesky Eguiguren Gómez, Cienfuegos
Yilmer Cremé Reyes, Camagüey, Camagüey
Eduardo Cardet Concepción, Holguín
Pedro Armando Junco Lopez, Camagüey
Luisa Delfina Luis Cancio, Camagüey
Leído Arsenio Gálvez Ruiz, Camagüey
Guillermo Marín Valiente, Camagüey
Anisley Romero Tejeda, Camagüey
Helayne Teresa Fernández Rojas, Camagüey
Adys Paula Rojas Sierra, Camagüey
Ayleen Maria Cardenas Fernández, Camagüey
Leidys Rosa Rodriguez Rodriguez, Santiago de Cuba
Nivaldo Caliste Rivera, Santiago de Cuba
Manuel Alejandro Cabrera León, Holguín
Raquel Núñez Caro, La Habana
Caridad Mariño Tuñón, Bayamo
Maria del Carmen Sahyon Fernández, Camaguey
Xiomara Miranda Cisneros, La Habana
Orlando González Díaz, La Habana
Olaph Johe Quiala Rodríguez, Guantánamo
Carmen Fernández Lopez, Camagüey
Alberto Arian González Valdespino, Bayamo
Lourdes Oms Montells, La Habana
Samuel Ramos Pérez, Camagüey
Ignacio Fernández-Vega Amador, Bayamo
Nachely Rivero Rosabales, Camagüey
María Elena Morejon Ordóñez, La Habana
Ricardo Perez Gonzalez, Camagüey
Laura Fernández-Vega Amador, Bayamo
José Ignacio Amador Brú, Guantánamo
Jorge Ignacio Guillén Martínez, La Habana
Jorge Luis Guillén García, Artemisa
Gabriela Bernal Mendoza, La Habana
Edilia Rosa Cáceres Martín, Pinar del Río
Wendy Ramos Cáceres, Pinar del Río
Yoandy Izquierdo Toledo, Pinar del Río
Julián Rigau Bacallao, La Habana
Rachel de la Caridad Borges Merladet, Granma
Rosangel Rodríguez Luna, Cienfuegos
Ivet Queipo Gross, Granma
María Josefa Chiang Pérez, La Habana
Fidel Antonio Lago Ortiz, Granma
Félix Navarro Rodríguez, Matanzas
Osvaldo Gallardo González, Camagüey
María del Carmen Perez Nápoles, Camaguey
Janet M. Hernandez Adan, Camagüey
Leima García Arias, Camagüey
Jordi Santiago Rivero Duarte, Ciego de Ávila
Pedro Luis García Macías, La Habana
Rusbel Joaquín Machado Pérez, La Habana
Jorge Luis Figueredo Viamontes, Camaguey
Anabel Mazorra Vázquez, Santiago de Cuba
Anamary Mazorra Vázquez, Santiago de Cuba
Mailyn Armas Fuego, Ciego de Ávila
Rafael Gabriel Almanza Alonso, Camagüey
Rafael Cruz Dévora, Matanzas
Neife María Rigau Chiang, Camagüey
Henry Constantin Ferreiro, Camagüey
Yadisley Rodríguez Ramirez, Camagüey
Manuel Guillen Carmenates, Camagüey
Nérida Georgelina Lamas Parada, Camagüey
Jose Luis Ramos, La Habana
Yadian Alba Carreño, Matanzas
Sor Yaileny Ponce Torres, hc, Mayabeque
Sor Judith Amador Cruz, hc, Santiago de Cuba
Janet Figueredo, Camagüey
Néstor Fernández, Florida, USA
José Daniel Calderón Tovar, Cienfuegos
Inés María Pérez, Ciego de Avila-Las Palmas de Gran Canaria
Yusnielk Ochoa Hernandez, Lawrenceville
Zoe Mayor Reyes, Camagüey-Madrid
Luis Enrique Perdomo Silva, Camagüey
Erik Bermejo Valdés, La Habana
Amalia Barrera Hernández, Las Tunas
Anamalia Hernández Cruz, La Habana
Leonardo Silva Reyes, Camaguey-Costa Rica
Julio Antonio Fernández Pérez, Gran Canaria
Diac. Maykel Gómez Hernández, Sdb, La Habana
Yaxys Cires, Pinar del Río-Ciudad Panamá
Juan Felipe Medina Mendieta, Cienfuegos
Johnny Barranco, Cienfuegos
Adrian Quesada Flores, Camagüey
Dunia Medina Moreno, La Habana
Antonia Reicino Rivero, La Habana
Aníbal Alfonso Rabelo, Las Tunas
Clara Luz, Camagüey
Angel Marcelo Rodríguez Pita, La Habana
Rosalia Viñas Lazo, Pinar del Río
Luis Ricardo Arebalo Gonzalez, Camagüey
Leyanis Herredia Zalasar, Camagüey
Rafael Alejandro Betancourt García, Camagüey
Yuderkis Sosa Acosta, Camagüey
Hna. Yurelis Jiménez Navarro, La Habana
Roberto Díaz, La Habana-Florida
Caridad Suatez, La Habana
Eugenio Leal, Miami
Eddy Jiménez González, Camagüey
Luis Manuel Otero Alcántara, La Habana
Marta Cortizas, Miami
Adriel Jesús Cruz Devora, Camagüey
Yamilet Quesada, Miami
Ángel Álvarez, Florida
Giorneily Leyva Harteman, Costa Rica
Michel Sabido, Camagüey
Lester García Rondón, Bayamo
Nathalie Rivero Rosabales, Camagüey
José Delgado, Las Negas, USA
Alexander Leonard Álvarez, La Habana
Alain Gilbert Betancourt Hernández, Matanzas
Hno. David Reyes Sánchez, fsc, Santiago de Cuba
Iliana Hernández, La Habana
Ana María Orizondo Cabañas, La Habana
Raul Marrero Cabañas, Cienfuegos
María C. Campistrous, Santiago de Cuba
Carmen J. Garcia, Cienguegos
Martha Reyes, Camagüey- Estados Unidos
Nivia Berenguer González, Madrid
Ernesto Laffita Lobaina, Santiago de Cuba
Nancy Carbonell Socarras, Holguín
Pedro Jesús Luque Román, La Habana
Yasmani González Aguilar, Camagüey
Malvina González Aguilar, Camagüey
Emir de Zayas García, Camagüey
Anamely Ramos González, La Habana
Michael Valladares Cala, Pinar del Río
María Cristina Garrido Rodríguez, Mayabeque
Onelia Rodríguez Meza, Mayabeque
Edel Padrón Cala, Pinar del Río
Paula Cala Quintan, Pinar dél Río
Diago Ramos Pérez, Camagüey
Landys Fernández Elizastigui, Guantánamo
Leosmany Díaz Pérez, Camagüey
Osmani Pardo Guerra, La Habana
Anyell Valdés Cruz, La Habana
Jorge Luis Capote Arias, La Habana
Osmel Adrián Rubio Santos, La Habana
Beatriz María Petrirena Cubota, La Habana
Óscar Antonio Casanella Saint-Blancard, La Habana
Sor Iris Martínez Espino, hc, Villa Clara
Lester Alvarez Meno, Camagüey
Marta Martinez Ferrera, Miami
Caridad Elena Espinosa Smith, Madrid
Yosdany Alfonso Chicon, La Habana
Raquel Devora Delgado, Matanzas
Teresita Amador Cruz, Bayamo
Manuel Alejandro Rodríguez Yong, Holguín
Gregory Guijarro, Puerto Rico
Patricia Fernández Vega Amador, Bayamo
Carlos H Rondon Pupo, Las Tunas
Evilio Sanchez Madrigal, Miami
Amanda Sanchez, Holguín
Carolina Sansón, La Habana
Yaima Pardo La Red, Camagüey
Asunción Carrillo Hernández, Matanzas
Cesar Adriam Delgado Correa, Matanzas
Judiet Falls, Camagüey
Alejandro Landa, La Habana-USA
Michel Matos, Habana
Javier Leiva Cáceres, Cienfuegos
Irina Medina Gomez, Florida
Maria Aranguren, Florida
Vladimir Lázaro Gonzalez Scull, La Habana
Minervo Lázaro Chil Siret, Miami
Arael David Espinosa Pérez, Santiago de Cuba
Rafael Morales Martínez, ofs, La Habana
Isel Arango Rodríguez, Camagüey
Judit Figueredo, Camagüey
Eugenio Pérez Lago, La Habana
Reynaldo David Días Morales, Camagüey
Maryorly García Prieto, La Habana
Dimas Castellanos Martí, La Habana
Pedro Camacho, Camagüey-Miami
Rafael Sánchez, Florida
Néstor Pérez González, Pinar del Río
Marta Josoy, Cienfuegos
Martha Rojas Diaz, Holguín
Ada Torres Nueva Orleans, Louisiana
Romy Lopez Diaz, La Habana
Hna. María del Pilar Meneses Ruiz, ssj, Sancti Spíritus
Janet Curbelo Núñez, Matanzas-Alemania
Juan Pablo Lavin Mendoza, La Habana
Jorge Luis Padrón Rivero, Ciego de Ávila-Zaragoza, España
Aidyn Betancourt Miranda, La Habana
Martha Sara López García, Matanzas
María Cristina Tamayo Guerra, Bayamo
Teresa Díaz Canals, La Habana
Jose Molina Marrero, Florida
Claudia María Bernal Mendoza, La Habana
Orgiel Sanzo Martín, La Habana
Priscila Hernández Pino, Artemisa
Adrián Emelio Blanco López, Mayabeque
Yadira Sánchez Estévez, La Habana
Maysel Bello Cruz, Artemisa
Javier Alejandro Collado Reyes, Granma
Isabel Santana González, Matanzas
Lay Mi Rodríguez Guilbeaux, La Habana
Juan Pablo Entrialgo, La Habana
Daniel Alejandro Rodríguez Solis, La Habana
Tania Solis, La Habana
Margara Fernandez, Camaguey-Miami
Maikel González, La Habana
Margarita Sosa, Miami
Mirna María Alfonso Pacheco, La Habana
Yulys Espinosa Acosta, Camagüey-USA
Susana Moreno Escobar, La Habana
Diácono Hanoi Manuel Ferrer Pérez, Matanzas
Clara Marina Hernández López, Trinidad
Maykel Aledo, Artemisa-Orlando
Julio Estorino, Miami
Alenmichel Aguiló, Camagüey
Maria de Lourdes Mariño Fernández, La Habana-Delaware, USA
Jorge Reyes Carralero Dallas La Habana-Texas
Edell Escalante Martínez, Camagüey-República Dominicana
Norbis Rodriguez Hernandez, Holguín-Dallas, Estados Unidos
Saymi Del Toro Soria, Villa Clara
Leonardo Benito Pama, Camagüey-Chile
Yoel Pérez González, La Habana
Mairelys Montero Gonzalez, La Habana
Andrea Torres, Florida
Rolando Montiel Campos, Villa Clara
Humberto de Horta de Horta, La Habana
Magalys Roque Santiesteban, La Habana
Sor Carmen Alicia Lavín Comabella, hc, La Habana.
María Cristina Labrada Varona, Camagüey
Ana Laura Nogueira Valiente, La Habana
Amed Acosta Hernández, Villa Clara
Sonia Álvarez Campello, Matanzas
Sayli Navarro Álvarez, Matanzas
Roberto de Jesús Quiñones Haces, Guantánamo
Karel E. Esquivel, Florida
Ilen María Montejo Boutros, Camagüey
Liliam Boutros Amores, Camagüey
Luis Montejo Cuenca, Camagüey
Josbel Guerra Solana, Holguín
Jose Antonio de la Rosa Diaz, Artemisa
Omara Isabel Ruíz Urquiola, La Habana
Arian Lazaro Cruz Alvarez, La Habana
Cristina Isis Alfonso Perez, Camagüey
Humberto Galindo Moya, Camagüey
Yanersy Cuevas Sanchez, La Habana-USA
Norma Salas Gil. Habana, Camagüey
Lupe Fernández Pedroso, Camagüey
Marcial Hernandez, Camagüey-USA
Ricardo Barragán Carrandi, Camagüey-Miami
Isis Acuña Peláez, Camagüey-Miami
Jose Luis Gil, Las Tunas-Miami
Julio Guerra Molina. Camagüey-Miami
Romer Eduardo Moronta Abad, Camagüey
Gleyber Guerrero Perera, Camagüey
Julio Llopiz-Casal, La Habana
Sandra Ceballos Obaya, La Habana
Tania Bruguera Fernández, La Habana
Getel Medina Mendieta, La Habana
Mijail Rodríguez Riverón, La Habana
Rafael Estopiñales Pérez, La Habana
Juliana Rabelo Garcia, Pinar del Río
Sindy Rivery Elejalde, La Habana
Ulises Padrón Suárez, La Habana
Victor Alfonso Cedeño, Cienfuegos/La Habana
Camila Rodríguez, La Habana
Aminta de Cárdenas Soroa, La Habana
Henri Eric Hernández, La Habana-México
Camila Acosta Rodríguez, La Habana
Royma Cañas Treto, La Habana
Rolando Rodriguez Lobaina, Guantánamo
Katherine Bisquet Rodríguez, Cienfuegos
Yunior García Aguilera, La Habana
Solveig Font Martínez, La Habana
Arelis Rodriguez Silva, Artemisa
Dixan Gainza More, Camagüey
Alma Rosa Reed Rodríguez, Camagüey
José Antonio Valor Reed, Camagüey
Francisco Alejandro Hernández Sivilla, Camagüey
Verónica González Nikiforova, Camagüey
José Luis Acosta Cortellan, Camagüey
Marisol Peña Cobas, Camagüey
Yosvany Sepulveda Martinez, Camagüey
Carlos Manuel González Hernández, La Habana
Nereyda Perez Sedeño, Camagüey-Miami
Raidel Arosteguis Almenteros, Camagüey-Miami
Manuel Alejandro Zamora Santana, Santa Clara
Doray García Villarreal, Camagüey
Daniel Montejo Boutros, Camagüey
Joel Antonio Fonseca Quevedo, Camagüey
Belsis Alfonso Bombino, Matanzas
Eniel Pérez Zapico, Villa Clara
Marcial Hernandez, Camagüey-Miami
Geisy Alfonso Bombino, Matanzas-Miami
Celso Sarduy Agüero, Camagüey-Buenos Aires
Elena Lopez Llera, La Habana-USA
Daniel Mejías González, Camagüey
Leivy Rodríguez Salgado, La Habana
Juan Carlos Domecq, La Habana
Rafael A. Padron Gavilla, Miami
Isora Abreu, Matanzas
Leana Lobaina Legrá, La Habana
Jesús Francisco López Ruiz, La Habana
Yomara Hernandez, La Habana
Ronald Viñas Oliva, La Habana
Roberto Perez de la Cruz, Miami
Regina Caceres Fernandez, Matanzas
Alain Lavao Hernandez, Matanzas-Miami
Hno. Asquilis Estable Sánchez, Republica Dominicana
Darleen Trujillo, Miami
Andres Trujillo, Miami
Luisa Perez, Miami
Luis Varga, Miami
Reynaldo Licea Vazquez, New York
Rafael Araluce Quesada, Bayamo
Ebert Hidalgo Cruz, Santiago de Cuba
Ada Ibis Ladrón de Guevara Lazo, Santiago de Cuba
Haydée Hidalgo Ladrón de Guevara, Santiago de Cuba
Evert Luis Hidalgo Ladron de Guevara, Santiago de Cuba
Aimée Hidalgo Ladrón de Guevara, Santiago de Cuba
Ana Maria Gonzalez, La Habana
Carmen Guardiola, California
Manuel Milanés Pizonero, Florida
Nicolas Peón Casas, Chile
Ana Victoria Martínez, La Habana
Yasel Couce Sardiñas, Camagüey-Chile
Lester Fibla, La Habana
Jessica de la Caridad Torres Roque, La Habana
Lourdes Solaun Spring, Texas
Lilian Ureña de Martin Viaña, La Habana
Erio Lazaro Fernández Martínez, La Habana
María Margarita Arango Rivera, Granma
Yanelia Chacón Polanco, La Habana
Hno. Iván Guerra Álvarez, La Habana
Mayra De Armas, Ciego de Ávila-Florida
Lourdes Fernández, La Habana
Ofelia Acevedo Maura, La Habana-Miami
María Elena Uchytil Salgueiro, Alaska
Rosa María Payá Acevedo, La Habana-Miami
Jose A. Sanchez, Camagüey-Miami
Mario Ramírez Méndez, Camagüey
Iraida Sosa Monzón, Trinidad
Fray Junior Alberto Casas Rodríguez, OFM, La Habana
Jorge L. Díaz, Miami
Rosa Armesto, Puerto Rico
Graciela Sivilla, Camagüey
Rigoberto Tamayo, La Habana-Buenos Aires
Manuel Alfonso, Tampa
Rafael Ceiro Martí, Santiago de Chile
Miriela González Román, Santiago de Chile
Hno. Michel Valdés Pérez, fcb, Villa Clara-España
Bárbara Martínez Figueroa, La Habana-España
Felix Llerena, USA
Orlando Luis Pardo Lazo, La Habana
Manuel Marrero Ávila, Matanzas
Leonardo Luis, La Habana
Hiraldo Pino Dominguez, Puerto Rico
Evelio Yanez, Miami
José R. Fernández Torres, Orlando
Ariel Roque Santiesteban, California
Antonio Orestes Hernandez Diaz, La Habana-USA
Erne Gonzalez, Mayabeque
Hna. María de los Angeles Rodríguez Pérez, CP, La Habana
Gabriel Hernandez Aguila, Santa Clara
Laura González Otero, La Habana
Neldy Elaine Rasua Veloso, La Habana
Jorge Luis García Denis, Cienfuegos
Héctor Javier Vasallo Rodríguez, Mayabeque
Yohana Beatriz Martínez Abreu, La Habana
Ana Dolores Garcia, Camagüey
Frank Calzón, Arlington, VA
Eduardo Ernesto Torres Alonso, Cienfuegos
Teresa Fuego Miranda, Ciego de Ávila
Massiel María Suárez Pérez, Las Tunas
Miraldis Vázquez Perez, Santiago de Cuba
Angel Vázquez Martínez, Santiago de Cuba
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