Cuba no es Roma: Aquí no hay pan ni circo
“Es inconcebible que me tenga que levantar a las 3:00 de la mañana para poder comprar dos panes”, se queja una trabajadora de la Salud en La Habana.
LA HABANA, Cuba. – Los emperadores de la antigua Roma solían proporcionarle pan y circo a su pueblo, para entretenerlo y mantenerlo alejado de asuntos políticos. En Cuba, hoy por hoy, el régimen no ofrece ni una cosa ni la otra.
Espectáculos (circenses o de otro tipo) están prohibidos, como es lógico, por el reciente rebrote de la COVID-19 en algunas de las provincias del país, incluida la capital. Por su parte, las colas para comprar pan son kilométricas y duran horas. Incluso los que resisten hasta el final solo pueden obtener dos unidades.
Levantarse por la madrugada sería la mejor opción si quieres obtener el pan que se vende, por la libre, en algunas panaderías de La Habana. Sin embargo, ni de esta forma escapas a las extensas colas ni a la aglomeración de personas que esperan ávidamente el alimento, a pesar del alarmante aumento de casos de coronavirus.
Así me sucedió en la panadería ubicada en J y 9, en el Vedado capitalino. Madrugué para ser una de las primeras personas en la cola, pero al llegar a las afueras de la panadería encontré una multitud que, según me contaron, estaba ahí, “marcando”, desde las 3:00 de la mañana. Ahora sé que los tickets los reparten a las 5:00 de la madrugada y el pan lo comienzan a vender poco después de las 6:00. Yo llegué a las 4:40 y fui el número 79.
“Es inconcebible que me tenga que levantar a las 3:00 de la mañana para poder comprar dos panes, salir de la panadería a las 7:00, regresar a mi casa corriendo y de ahí ir para el hospital”, se quejaba una trabajadora de la Salud, mientras otra, buscando con la mirada la aprobación de los demás, vociferaba: “¡Hasta cuándo va a ser esta crisis con el pan!”.
“¡Y esto es así todo el día! A veces hay un montón de personas y cuando preguntas qué tipo de pan están vendiendo pues resulta que ya están haciendo cola para cuando saquen el que sea a las dos horas. Uno piensa que viniendo de madrugada va a evadir el tumulto y así el coronavirus, pero es casi por gusto, ya da lo mismo a la hora que vengas, igual tienes que meterte en el gentío”, me confesó un señor de unos 60 años.
Alimento básico en la dieta del cubano y sustituto en muchos casos del almuerzo o la cena, el pan que se vende de forma normada subió su precio recientemente de cinco centavos a un peso, medida que ha generado un creciente descontento en la población.
Insuficiente también es la cantidad de harina con que el Gobierno abastece por lo menos a esta panadería. Según me explicó uno de sus trabajadores, “la harina llega y no se puede usar toda; es para utilizarla por tres días. Cuando la traen hay que dosificarla para tener el insumo para ese tiempo y a veces la que mandan no es buena”.
Por suerte, y a pesar del desabastecimiento, la buena calidad del pan en J y 9 (perteneciente a la Empresa Cubana del Pan) aún se mantiene. Incluso me atrevo a decir que también está en regla el peso de cada unidad.
Aunque muchas veces nos sentimos más cómodos culpando a los panaderos de la escasez del producto, el verdadero responsable de que no haya insumos para abastecer las panaderías es el Gobierno, y este, como es costumbre, culpa al “bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos”.
La limitación del pan debido a la carencia de materias primas es un tema, las colas sin distanciamiento físico otro.
Cuando llegué a la esquina de J y 9, las personas estaban hacinadas, unas al lado de las otras, esperando su turno. Pareciera que la autorresponsabilidad y la percepción de riesgo se perdían con la necesidad.
Precisamente, el doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología, ha insistido en numerosas ocasiones sobre la importancia del distanciamiento, aun cuando aconsejarle a un cubano que no haga colas es imposible debido a la carencia de alimentos y productos básicos.
¿“Dónde está el riesgo hoy? Bueno, en cualquier lugar. No tengo que concentrarme, no tengo que estar en una cola (…), que tenemos que hacerla, pero con el correcto distanciamiento aunque le demos dos vuelta a la manzana”, sugirió el funcionario en una de sus conferencias de prensa diarias.
En efecto, cuando finalmente salí de la panadería de J y 9, a las 7:05 de la mañana, ya la cola doblaba la esquina.
Según Durán, “ya se habla de un distanciamiento de dos metros, teniendo en cuenta las características de las nuevas cepas que han arrojado los últimos estudios” a nivel mundial.
Actualmente, Cuba se acerca a los 20.000 contagios de COVID-19 y supera las 170 muertes por la enfermedad. Sin embargo, la necesidad y la carencia de alimentos obliga a los cubanos a salir a la calle, pese a los riesgos, a conseguir qué comer.
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Claudia Montero, guantanamera de nacimiento, habanera por adopción. Graduada de Periodismo en la Universidad de Oriente en el año 2015. Gestora de contenidos en redes sociales. Soy periodista, la más apasionada de las profesiones a la que por desgracia el oficialismo ha mutilado.
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