Cuba y los cuentos de hadas para adultos mayores
¿A quién vendieron o en qué sitios quedaron las cocinas, cafeteras, duchas y demás implementos canjeados por chirimbolos a iniciativa del máximo líder sabelotodo y energizante?
GRANMA, Cuba. – Es tan cínico el comportamiento y burda la manipulación de funcionarios y voceros cubanos en torno a salarios, condiciones de vida y alza de los precios de los alimentos para las miles de personas inscriptas en el Sistema de Atención a la Familia (SAF) que ahora tratan de hacer creer que los acogidos en este programa no están por falta de solvencia, sino de útiles de cocina.
Pero, de ser esa la causa para que los pensionados corran a indigestarse con un chícharo helado, un congrí sin frijoles y dos croquetas rancias ¿dónde falló la Revolución Energética del invicto Comandante? ¿A quién vendieron o en qué sitios quedaron las cocinas, cafeteras, duchas y demás implementos canjeados por chirimbolos a iniciativa del máximo líder sabelotodo y energizante?
El desfile de miembros de la cúpula gubernamental, ministros, economistas y otros acólitos de apéame una que en orden descendente comparecen ante las cámaras para tratar de poner orden y enmendar el batiburrillo que han formado con todo lo que abarca su Tarea Ordenamiento, de nada sirve y para nada funciona, pues ya las naves están quemadas y sólo queda escapar a nado.
Según la matriz de opinión que intentan generar en la ciudadanía, y aún con mayor énfasis entre los adultos mayores, ante el rechazo público que ha provocado el alza de los precios a un sector que sobrevivía de subsidios, y también se los quitaron, es que “la revolución es justa, y cambiará lo que deba ser cambiado”, en un falso alarde de poder y equilibrio que ya se le fue de las manos.
Además, que aun mirando el abandono masivo de estos establecimientos por personas de la Tercera Edad, quienes también se ven obligados a dejar los mandados en la bodega, los huevos en la carnicería, e incluso el pan en la panadería al no alcanzarles el salarial para adquirirlos, lleguen los tracatanes y ventrílocuos disfrazados de “cuadros” y periodistas a decir frente a la pantalla que “la esencia de la revolución es proteger a sus viejitos”, más que una burla es un insulto.
El SAF, inaugurado en el año 1996 para complementar “la alimentación a los adultos de la tercera edad, personas con discapacidad, embarazadas con alto riesgo y casos sociales críticos con insuficientes ingresos y carentes de familiares obligados en condiciones de prestar ayuda”, si bien ha devenido en décadas de gestión en un paliativo para calmar las constantes urgencias de alimentos para las personas más vulnerables dentro de la sociedad, nunca se han consolidado.
Los reiterados problemas con la diversidad en los surtidos, la mala elaboración de los alimentos, así como las magras raciones que se sirven, crean, junto al robo y la falta de higiene en muchos de estos recintos, la imagen de un nivel de indigencia que unos jodedores llaman “El umbral de un lento suicidio”, otros “El club de los mata viejos”, y el resto “Los campos de exterminios digestivos”.
De acuerdo a una opinión bastante difundida entre estos amplificadores de un régimen que les paga y les premia por su incondicionalidad ideológica y su aura de tentempié político, quienes requieren ayuda del gobierno para subsistir fueron dados a empinar el codo (tomar), jugar a la bolita y el siló, o cuando menos anduvieron de callejeros, holgazaneando, o no estudiaron, como si las víctimas de la miseria en Cuba no provinieran de los centros de estudio, de trabajo y del hogar.
Lo expresado en días recientes en el programa Mesa Redonda por Marino Murillo: “No hay dinero para todos”, puso fin a décadas de un cuento de hadas para adultos mayores, donde los desarrapados y hambrientos ancianos que cubrían apenas sus miserias con los subsidios, eran reconvertidos en elfos y gnomos que custodiaban los tesoros políticos de la Cuba revolucionaria.
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Periodista independiente. Reside en Centro Habana. [email protected]
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