Una barriada cubana en cuarentena por casos de Covid-19 no se parece en nada a lo que suele mostrar el Noticiero Nacional de Televisión. El “desorden del aislamiento”, en contradicción con la narrativa de los reportajes televisivos, se convierte en terreno para la batalla campal entre vecinos, funcionarios del Consejo de Defensa Civil (CDC), dirigentes de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y la Policía.
El pasado viernes 29 de enero, los residentes de gran parte del consejo popular Los Sitios amanecieron cercados por carpas y vallas delimitadoras, custodiadas por elementos de la Policía Nacional (PNR). El Gobierno municipal de Centro Habana, tras ser notificado de un presunto brote de Covid-19, decretó el aislamiento total de la zona, pero más de la mitad de sus habitantes no fueron informados por sus respectivos CDR.
“Ninguna autoridad de la Defensa Civil, de la Dirección Municipal de Salud o del Gobierno me notificó de nada”, aseguró Loli, presidenta de un CDR, quien cuestionó que, más allá de la desinformación, “ni siquiera garantizaron lo básico porque no todo es aseo personal y una bandeja de pollo”.
“Me enteré de que estábamos aislados por la mañana, cuando fui a comprar pan para el desayuno de mis nietos y más de 30 personas discutían con la funcionaria de Defensa Civil en la intercepción de Manrique y Reina”, relató.
La funcionaria “solo tenía la mitad de la información y su única respuesta era que nadie podía salir ni entrar”.
El módulo (uno por núcleo familiar) que las autoridades ordenaron para el aislamiento, consistió en cuatro bolsas de detergente de 125 gramos, dos bandejas de piezas de pollo y dos jabones Lux, por el precio de 168 pesos.
Al menos a una docena de trabajadores, que tampoco habían sido avisados en sus respectivos CDR sobre el aislamiento, no se les permitió salir del cerco. Según explicaron los funcionarios de Defensa Civil, en sus respectivos centros de trabajo tenían que emitirles una carta justificando que eran “imprescindibles” en sus puestos laborales. De ser así, los dejarían asistir.
“Pero, ¿cómo mi administrador iba a saber que Los Sitios estarían aislados, cuando ni siquiera lo sabía yo? ¿Cómo me haría llegar esa carta?”, cuestionó Luis Alberto Donate, quien dijo ser empleado de un centro de elaboración de alimentos.
“Por otra parte, el desorden ha sido impresionante. Los altercados están a la orden del día porque el aislamiento cogió a todos por sorpresa y con la despensa vacía, como cualquier fin de mes en una familia promedio. Lo poco que se abastece llega en la tarde noche y, por supuesto, se arma la aglomeración y el jaleo. Los particulares no están vendiendo tampoco porque no tuvieron tiempo de abastecerse. Esto es lo más cerca que he visto de un campo de concentración”, opinó Donate.
“¿Usted quiere que se arme una protesta masiva?”
Un oficial de la Policía que custodiaba uno de los puntos de control, tuvo que mediar en una aireada discusión entre la encargada de Vigilancia de un CDR y la presidenta de otro. La primera estaba empeñada en evitar que una veintena de jubilados hiciera la cola en un punto de venta estatal de productos agropecuarios.
“Los ciudadanos sí van a hacer la cola mientras guarden la distancia requerida porque no existe ninguna contravención en ello”, le dijo el oficial de Policía a la encargada de Vigilancia.
“Según todos aquí, no se les ha garantizado casi nada de lo que se supone deban suministrarle a una zona aislada. Mientras se cumpla con la distancia social adecuada, el establecimiento puede vender y los ciudadanos pueden comprar. ¿O acaso usted quiere que se arme una protesta masiva aquí?“, añadió oficial bajo los aplausos de los ancianos.
En un recorrido por varias cuadras de la zona aislada DIARIO DE CUBA pudo constatar que cada CDR tenían interpretaciones diferentes de las medidas e indicaciones del Gobierno municipal y las autoridades de Salud Pública.
“Todo el mundo tiene versiones distintas y, en medio de todo, no aparece nadie con la autoridad suficiente y la información correcta. A este paso nos pasaremos dos meses en aislamiento”, dijo Wilfredo Tápanes, reparador de colchones, en referencia a que ningún personal médico, “al menos en esta cuadra”, se ha personado para realizar las pesquisas pertinentes.
“¿El Covid-19 se quita solo? ¿Cómo sabremos en realidad dónde está concentrado el foco que provocó el aislamiento? ¿Cuánto va a durar el aislamiento?”, preguntó Tápanes a un funcionario de Defensa Civil que controlaba la venta de módulos en una de las carpas y que se limitó a declarar: “No tengo esas respuestas”.
Con más de 30 años como fumadora, Dora Guzmán aseguró que rompería el sitio “porque mis cigarros se me acaban mañana y nadie es capaz de decirnos hasta cuándo va a durar este experimento”.
“Amablemente, le pregunté a una trabajadora de la Defensa Civil si tenían previsto vender cigarros en la carpa, y categóricamente me respondió que ese no era su problema y que los cigarros no son un producto básico ni imprescindible. Le dije que prepara un talonario de multas porque mañana saldré a buscar mis cigarros por mi santísima voluntad”, dijo Guzmán.
Decenas de madres trabajadoras de otros territorios de Centro Habana se vieron afectadas por el aislamiento de Los Sitios. El círculo infantil Nené Traviesa, ubicado dentro de la zona cercada, fue cerrado temporalmente.
“Tendré que ausentarme del trabajo el tiempo que dure el aislamiento porque el Gobierno de Centro Habana tampoco previó la reubicación de los niños en otro círculo, y se negaron a emitirnos una carta para justificar ante la administración de nuestros trabajos. Mejor que aíslen a La Habana completa, porque en definitiva la afectación del aislamiento de Los Sitios perjudica a todo el municipio”, dijo una de las madres afectadas. |
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