Elías Amor Bravo, economista
¿Cuántas veces se ha visto este año a Machado Ventura a pie de surco? Muchas. Y las que vendrán. Ahora, desde la bella Cienfuegos. Granma titula la información “En el surco, por la seguridad alimentaria de todo un pueblo” en la que da cuenta de una visita más de Machado Ventura en la que se dirige a los campesinos para, como dice Granma .”tensar los resortes imprescindibles, acometer todo el esfuerzo necesario, hacer las cosas bien, de forma ágil y no perder ni un minuto en el surco para, en la medida de lo posible” ¿Suena a desesperado, o no es así?
En realidad, esta misma consigna la viene trasmitiendo, mes tras mes, a lo largo de este año 2020, un ejercicio en el que, la situación agroalimentaria en la isla se acerca al colapso, como consecuencia de la pandemia y la parálisis de muchas actividades, así como ahora, por los daños ocasionados por la tormenta tropical Eta. Y es que ver a Machado afrontar estos episodios sucesivos con el mismo mensaje, ya cansa.
Estas arengas comunistas van dirigidas a exigir a los campesinos cubanos “la realización de movilizaciones productivas, pero atendiendo al número de personas y, sobre todo, que las labores se distingan por su eficacia”. Pregunto, ¿acaso sabe Machado que quiere decir con esto? Mérito hay que reconocer al “viejo revolucionario” que, en vez de ir a gritar improperios con otros coetáneos suyos jubilados, a los opositores pacíficos que se encuentran en el barrio de San Isidro luchando por las libertades y la democracia en Cuba, se dedica a pasear por los campos de la Isla exigiendo a los campesinos que trabajen sin descanso. Ahora en noviembre para “paliar la situación provocada por las intensas lluvias y los atrasos que estas generaron”.
Y aquí es donde viene la sustancia de los hechos, porque mientras que los dirigentes comunistas locales, que suelen acompañar a Machado durante estas visitas de inspección o de arengas dan pleno consentimiento a todo lo que dice el viejo dirigente, sin rechistar, los campesinos que asisten a estos actos, además de verse obligados a dejar de trabajar la tierra durante un día para participar en actos cuanto menos improductivos, se suelen mirar unos a otros con cierta indiferencia, sin comprender muy bien de qué se trata toda la parafernalia machadista.
¿De qué sirve ir a insultar a los abnegados campesinos, sobre si dejan de cultivar tierras o lo hacen de forma deficiente? ¿De qué sirve que el dirigente comunista local presente a Machado montones de estadísticas inútiles sobre atrasos en la siembra de la campaña de frío? ¿De que sirve hablar tanto de afectaciones por las lluvias si luego no se pueden comprar los seguros porque no hay capacidad financiera para hacerlo, ni siquiera para pensarlo?¿De qué sirve, como dice el diario oficial comunista, disponer de maquinaria, combustible y hombres comprometidos para una campaña de frío, disponer de todas las semillas agámicas y botánicas de los diferentes cultivos si luego ocurre lo mismo de siempre?
Los campesinos no pueden producir libremente lo que quieren, en la superficie de tierra de su propiedad que puedan aumentar a discreción en función de sus necesidades, y en las cantidades y precios que estimen pertinente, sin tener que entregar al estado parte de lo cosechado. No se da cuenta Machado ni el comunista local que éste, y no otro, es el problema de improductividad general de la agricultura cubana y que mientras no se arregle con cambios en la estructura jurídica de la propiedad no hay nada que hacer.
Los campesinos cubanos conocen la tierra y qué es necesario para que el país recupere su soberanía alimentaria, y desde luego, nada que ver con esta continua intromisión comunista en la producción, con arengas, estadísticas vacías de contenido y tiempos perdidos en los que, lógicamente, ni se atiende el surco, ni se cosechan los boniatos, la malanga o los frijoles necesarios para la comida diaria. El bloqueo interno de la economía cubana tiene mucho que ver con la absoluta falta de libertad que tienen los emprendedores privados de la tierra para desplegar sus actividades de forma independiente del estado.
Lo realmente sorprendente es que Machado Ventura, que vivió en Cuba antes de 1959, haya perdido la memoria de forma tan lamentable. Algo en sus recuerdos debe quedar de aquellos tiempos en que supermercados y bodegas estaban llenos de mercancía y en Cuba no había problemas alimentarios, sino todo lo contrario. Y lo mejor de todo, es que entonces no había nadie en su papel, dando arenga ninguna. Todo el mundo sabía lo que se tenía que hacer porque el mercado actuaba en materia de demanda y oferta mucho mejor que la palabrería comunista.
Recorrer los campos de Cuba para ocupar portadas de Granma es un oficio de escaso valor añadido para Machado Ventura. Alguien en la cúpula del régimen debería estar pensando en la jubilación del viejo revolucionario. Se irá con el mismo balance desastroso que otros muchos antes que él. No ha conseguido ni una sola vez en 61 años, destacar cumplimientos o sobrecumplimientos, como dicen los comunistas cubanos, de una sola producción agropecuaria. Debería darle vergüenza.
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