Mientras “celebraba” el Día Internacional de los Derechos Humanos con las calles llenas de militares, y artistas y activistas pacíficos bajo asedio, La Habana acogía el Seminario Internacional Diálogo en Torno a los Derechos Humanos. ¿Una contradicción? No, diría el Gobierno: los derechos violados a artistas contestatarios, activistas, periodistas independientes, opositores pacíficos y todo aquel que pronuncie una crítica contra el Gobierno, son solo los derechos humanos individuales.
En Cuba se privilegian los derechos colectivos, afirmó el Dr. Yuri Pérez, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, en la inauguración del mencionado evento.
“Durante mucho tiempo, los discursos liberal y neoliberal privilegiaron a los denominados derechos individuales en detrimento de los derechos sociales y culturales, se llegó al punto de demonizar aquellos diseños constitucionales como el cubano, que apostaron por fortalecer al conglomerado social”, añadió.
Los derechos individuales son aquellos de los que gozan los individuos por el simple hecho de haber nacido, siendo inalienables, inherentes e imprescriptibles. Entre ellos están el derecho a la vida, a la libertad de expresión y de reunión, la igualdad ante la ley, el derecho a la salud y a la educación, así como el derecho al trabajo.
Los llamados derechos colectivos son los derechos cuyo sujeto, a diferencia de los derechos individuales, no es la persona, sino un conjunto colectivo o grupo social. Estos derechos permiten la protección de los intereses de una colectividad.
La salud y la educación también son derechos individuales, reconocidos a cada persona y que deben ser garantizados por cada Estado. Es obligación del Estado, y no un favor, garantizar la salud y la educación de su ciudadanía. Lo que entraría en los derechos colectivos es la gratuidad de esa salud y esa educación.
¿Son unos derechos más importantes que los otros? ¿Debemos estar dispuestos a sacrificar nuestro derecho a expresar libremente nuestras opiniones o a reunirnos con quienes consideremos conveniente, en aras de disfrutar derechos colectivos, que en el caso de Cuba serían los derechos a salud y educación supuestamente “gratuitas”, además del derecho a la paz, a un medio ambiente sano, a disponer de los recursos naturales, al uso de los espacios públicos, entre otros?
Según las palabras del Dr. Pérez, que son el reflejo de la forma en que el Estado interpreta y aplica a su conveniencia los derechos humanos, sí.
Sin embargo, una de las principales cualidades de los derechos humanos es que son universales e inalienables, indivisibles e interdependientes, iguales y no discriminatorios. Eso significa que se reconocen a todos los seres humanos sin exclusión y que, si nos privan del acceso a uno de ellos, el resto se verá perjudicado.
El director general de Asuntos Multilaterales y Derecho Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores, Rodolfo Reyes Rodríguez, dijo en el programa de la televisión estatal Mesa Redonda que “no la Constitución cubana, sino el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos” de la ONU establece que determinados derechos pueden ser por ley restringidos en función de la seguridad pública y del disfrute del derecho de los demás, “dígase libertad de opinión, libertad de asociación, libertad de reunión, etc.”.
No aclaró, sin embargo, que el Artículo 19, sobre la libertad de expresión, solo restringe este derecho si es necesario para a) asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás; b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.
La idea que ha sembrado el Gobierno cubano y que reafirma el Dr. Pérez es que reclamar derechos individuales conduce a la implantación de sistemas liberales y pone en peligro los derechos colectivos, que además son los de una mayoría.
La autodeterminación de los pueblos es otro derecho colectivo reconocido en el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos y garantiza que cada Estado determine su sistema político, social y económico.
Este derecho colectivo es el principal pretexto del Estado cubano para violar los derechos a la libertad de expresión, asociación, manifestación y reunión con fines pacíficos, y para incitar el odio de una parte de la población hacia otra.
Quienes intentan ejercer esos derechos individuales para expresar opiniones contrarias al régimen y proponer un modelo político, social y económico distinto, son acusados de ir contra ese derecho colectivo a la autodeterminación y contra el resto de los derechos colectivos: educación y salud gratuitas, disfrute de un medio ambiente sano, derecho a la paz, a disfrutar de los espacios públicos.
En nombre de esos derechos colectivos, se aplasta incluso el derecho individual al trabajo. En Cuba, usted puede ser expulsado de un empleo estatal o acosado en un trabajo privado, si disiente abiertamente ejerciendo así su derecho individual a la libertad de expresión.
¿Pero hasta qué punto son colectivos en Cuba los derechos a la educación y a la salud gratuitas y al disfrute de los espacios públicos? ¿Qué derecho tiene a cursar estudios universitarios un estudiante que manifieste su oposición al Gobierno?
Los derechos colectivos lo son para la parte de la población que no se oponga al Gobierno o no lo haga abiertamente. Quien reclame multipartidismo, libertad de asociación, de manifestación o reunión, sufrirá, además de la violación de sus derechos individuales, como la igualdad ante la ley, la pérdida de derechos colectivos como un empleo o una carrera universitaria.
La prevalencia de los derechos colectivos sobre los individuales, y el derecho a la autodeterminación, son un pretexto para aplastar a una supuesta minoría en la que cada vez se incluyen más ciudadanos.
En este panorama resulta al menos alentador que, en la propia Mesa Redonda dedicada a los Derechos Humanos, el Dr. Andri Matilla Correa, presidente de la Sociedad Cuba de Derecho Constitucional y Administrativo, no flaqueara al afirmar: “Para nada unos derechos tienen privilegios por encima de otros, tienen que articularse en integración para poder garantizar su verdadera realización”.
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