December 23, 2024

ECONOMÍA Descifrando el presupuesto de Cuba para 2021 RAFAELA CRUZ | La Habana

ECONOMÍA

Descifrando el presupuesto de Cuba para 2021

RAFAELA CRUZ | La Habana

Leyendo los montos del presupuesto que Meisi Bolaños, ministra de Finanzas y Precios, presentó el pasado 17 de diciembre, se encuentra una proporción regular de variación entre los montos de las partidas del 2021 con relación a las partidas del 2020, o 2019 si no hay datos del último, que gira en torno a cinco. Es decir, por efecto de la devaluación las partidas del 2021 se han quintuplicado.

Hablando en miles de millones, tenemos que los ingresos estimados son 291, con respecto a los ingresos del 2020 son 5,2 veces más. Los gastos esperados son 374, que son 4,9 veces superior a lo gastado el año que está terminando. El expendio en la actividad presupuestada del Estado se multiplica por 5,9 con respecto al 2019, último conocido. Los gastos de salud, con respecto al mismo año, se multiplican por seis.  Los de Cultura y Deporte por cinco, y los de Seguridad Social por 4,7.

La razón de por qué estas partidas varían en una proporción estable, está en que la concepción del presupuesto se mantuvo sin grandes variaciones. La filosofía del Gobierno que dicta cómo distribuye los gastos sigue siendo la misma. De ahí que proporcionalmente se encuentre estabilidad en la cantidad de actividad por sectores que el presupuesto soportará en el 2021, que será muy parecida a la del 2020 o 2019, solo que por efecto de la devaluación su nominalización es mucho mayor.

Como gusta de decir el Gobierno cubano, no va a cerrarse ni un hospital ni una escuela.

Sin embargo, para mantener una proporción de gastos similar a la de años anteriores en estas partidas, entre las que están las llamadas sociales —educación, salud, seguridad social, cultura, deporte— ha tenido que recurrirse a un déficit del 18% sobre el PIB, una cifra homóloga a la recaudación que se obtendrá de todas las empresas del país —el 30% del total de ingresos esperados— pero que supera lo destinado para inversiones durante el periodo.

La máquina del dinero debe estar que arde, pues aparte de crear los billetes para los nuevos salarios y para sufragar el déficit, habrá que saldar 45.000 millones en deudas “entre las que se encuentran los financiamientos al sistema bancario por operaciones que asume en el ordenamiento monetario, cambiario y financiero, que se consideran demanda de financiamiento”. Eso significa deudas de empresas que asumirá el Banco Central, aunque “las empresas seguirán siendo las responsables de esa deuda”.

Sucede que algunas empresas tienen deudas denominadas en dólares a 1×1, pero con el 2.300% de devaluación que sufrirá el peso, esa deuda se multiplicará por 24, algo inaguantable para la contabilidad de estas, que quedarían descalzadas financieramente si tuviesen que asumir esos pagos.

Algunas partidas que no encajan en la regla proporcional de cinco y que llevan un análisis independiente son:

La Contribución Territorial para el Desarrollo Local, que se multiplica por 8,5 con respecto al 2019. Es de suponer que esto obedece al impulso que el Gobierno central está dando a las administraciones municipales dentro de un intento descentralizador. Intento descentralizador que no es tal, pues en realidad se está mutando de una economía centralizada nacional a tantas economías centralizadas como municipios hay en Cuba.

Los gastos en Ciencia y Técnica se multiplican por 16 con respecto al 2019, llegando por primera vez a casi el 2% del PIB, lo que indica una apuesta importante. Presumimos que apuntando al éxito de las vacunas antiCovid que están desarrollando, las cuales estarán muy ansiosos por enviar solidariamente —conocemos que la solidaridad castrista se viste de dólares— al resto del Tercer Mundo.

El presupuesto incluye 90.000 millones en subsidios, y no puede ser de otra manera en un sistema donde a la sociedad el Estado le usurpa una inmensa parte de —como dirían los clásicos— sus salarios, sus rentas o sus dividendos; por lo que claramente este tiene que arrogarse gastos que de otra manera podrían hacer directamente los individuos.

No se le puede quitar ojo al déficit. En el 2020 llegó a 20.000 millones más del doble de lo que venía siendo habitual —entre 6.000 y 9.000 millones—, y para el 2021 se prevé superar los 87.000 millones, lo que multiplica lo habitual por diez.

Un déficit disparado limita, aún más, la ya minúscula capacidad de endeudamiento del país, en un momento donde la moneda nacional está siendo zarandeada y nadie sabe si pueda caerse en una espiral inflacionaria que aceleraría la dolarización, la cual ha pasado oficialmente de cero a 11% del total de ventas minoristas en un año… Aunque, bueno, una dolarización puede que no sea la peor de las ideas.