Cuba no, el castrismo en el directorio apropiado
La solidaridad del castrismo con los terroristas es parte de su espacio vital, como hubiera dicho Adolfo Hitler, uno de los ídolos de Fidel Castro
MIAMI, Estados Unidos.- Es justo que reconozcamos que el régimen cubano, léase castrismo, no cambia salvo en aquello que le sea útil para conservar el poder, sin embargo, sus enemigos y adversarios, como proceden de expectativas plurales no exenta de contradicciones, cambian sus tácticas y estrategias de confrontación de acuerdo a las variables de las circunstancias y las convicciones e intereses de quienes están a cargo de la gestión.
Una muestra de esas mudables concepciones es el hecho de que Cuba fue excluida de la relación de estados terroristas por el gobierno del presidente Barack Obama y reincorporada a la misma por disposición del presidente Donald Trump. El gobierno cubano no cambió, fueron las percepciones e intenciones de los que conforman la política hacia Cuba las que cambiaron.
Decimos que no cambió porque en la Isla no cesó la persecución y represión contra los ciudadanos. El presidio político creció. Las leyes se hicieron más restrictiva en lo que concierne a los derechos humanos, y la situación social se ha degradado todavía más.
En el aspecto internacional, el régimen sigue apoyando la autocracia venezolana con todos los recursos a su alcance y ha dado amparo a terroristas del Ejército de Liberación Nacional de Colombia, involucrados en un ataque con bombas a una Academia de Policía en Bogotá.
El castrismo ha demostrado ser consecuente, al menos, en su naturaleza agresiva. Escoge un enemigo y no cesa de atacarlo. Estados Unidos y Cuba restablecieron relaciones en el 2014, dos años después, finales del 2016, se produjeron los ataques sónicos contra personal del gobierno de Estados Unidos radicados en La Habana.
El régimen cubano está en la lista de Estados que Patrocinan el Terrorismo desde 1982 y es porque, además de los crímenes cometidos en el pasado, continúa siendo refugio de terroristas de diferentes países, incluido estadounidenses.
Desde que triunfó la insurrección castrista, la Isla se transformó en cuartel y santuario de todos los que auspician el uso de la fuerza para lograr cambios políticos, en consecuencia, ha sido el refugio por excelencia de terroristas y asesinos de toda condición.
Sin aludir al patrocinio del castrismo a los grupos violentos que operaron en América Latina y en otros lugares del mundo, argumento para otra columna, el prontuario criminal del régimen cubano contra la sociedad estadounidense es tan vasto e intenso que no hay comparación con el de otros países u organizaciones.
Tengamos presente la disposición de Fidel Castro de instalar en territorio cubano misiles soviéticos con capacidad nuclear, y el extremo de que Ernesto Guevara, en conversación con el embajador de Yugoslavia en La Habana, comentó su disposición de lanzar una bomba nuclear contra la ciudad de Nueva York, antecediendo por 39 años el acto terrorista de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001. No olvidemos que el castrismo auspició el secuestro de aviones por muchos años.
El régimen cubano, a pesar de la profunda crisis económica que enfrenta desde que es gobierno, y las limitaciones alimenticias y de todo tipo que padece el pueblo, nunca interrumpe su accionar solidario con sus partidarios extranjeros, porque esa labor es parte fundamental de su política clientelar, que la ha hecho posible contar con peones para sus operaciones desestabilizadoras en cualquier lugar del mundo.
La solidaridad del castrismo con los terroristas es parte de su espacio vital, como hubiera dicho Adolfo Hitler, uno de los ídolos de Fidel Castro, quien siempre fue un admirador de la voluntad de los caudillos más que de las ideologías.
La decisión de Estados Unidos de regresar a Cuba a la lista merecida, en la que también debería estar incluida Venezuela, se fundamenta en un informe de 2019 que señala que la Isla continúa albergando fugitivos que cometieron o apoyaron actos de terrorismo en Estados Unidos.
Son varios los estadounidense fugitivos de la justicia que han encontrado amparo y protección bajo el castrismo, aunque posiblemente la más notable sea la prófuga Joanne Chesimard, también conocida como Assata Shakur, una fugitiva en la lista de terroristas más buscados del FBI, condenada por ejecutar al policía del estado de Nueva Jersey Werner Foerster.
Es una pena que la lista aluda a países y esté Cuba, cuando en realidad debería ser el castrismo, como gestor del terror, el que debería estar incluido.
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Pedro Corzo, Santa Clara, 1943. Trabaja en Radio Martí desde 1998. Conferencista y escritor. Residió en Venezuela durante doce años y colaboró allí en varios medios de información.
Es presentador del programa Opiniones de WLRN, Canal 17 y columnista de El Nuevo Herald. Ha producido varios documentales históricos entre ellos Zapata, Boitel y Los Sin Derechos.
Entre sus libros se cuentan Cuba, Cronología, Perfiles del Poder, La Porfía de la Razón, Guevara Anatomía de un Mito, Cuba, Desplazados y Pueblos Cautivos y El Espionaje Cubano en Estados Unidos.
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