Los cubanos son personas raras que se sorprenden ante algo que siempre han sabido como si lo acabaran de descubrir… airados comentarios en redes sociales denuncian la inaudita convocatoria de la Dirección de Establecimientos Penitenciarios, que ofrece salarios de ministros a personas con noveno grado, como si fuese novedad que los “combatientes” del Ministerio del Interior (MININT) tengas prebendas negadas al resto del pueblo.
En favor de los cubanos, pensemos que no es este “hallazgo” lo que los tiene desconcertados, sino el desparpajo y sinvergüencería con que el Gobierno exhibe públicamente estas prebendas, sin que importe qué puedan pensar los “no combatientes” que por estos días descubren —ahora sí bien utilizado el término— cuánto han subido los precios de la electricidad, las medicinas, el transporte y hasta los helados en comparación con el alza de sus salarios civiles.
El baile de precios con que el Gobierno tiene hipnotizado al pueblo provoca que de la convocatoria del MININT los cubanos solo vean los números, que por su propia naturaleza ordinal permiten comparaciones automáticas. ¡Y molesta!, molesta que se pague mejor graduarse de un curso de cinco meses para mantener a la gente enrejada, que estudiar cinco años de carrera más otros tantos de postgrado especializándose en Derecho para saber quién debe y quién no debe estar entre rejas.
Que el carcelero-verdugo cobre más que el jurisconsulto —algo probablemente sui generis a esta surrealista isla tropical— es muy declarativo en tiempos de “ordenamiento” de la pirámide salarial, ya que muestra que el Gobierno valora más —eso es lo que significa el salario— los servicios que prestan los represores a los que prestan los intérpretes de la ley.
Pero veamos esos aspectos cualitativos de la mentada convocatoria, tan jugosos o más que la comparación cuantitativa que los salarios permiten hacer.
Lo primero es que la Dirección de Establecimientos Penitenciarios tiene sus oficinas en el Vedado capitalino; sin embargo, no publicó el anuncio en la prensa de La Habana, ni siquiera en la prensa nacional, lo hizo directamente en el periódico Sierra Maestra, de Santiago de Cuba. ¿Por qué? Obviamente porque sabe que allí la convocatoria será más efectiva. ¿Y eso? Porque hay más santiagueros que habaneros dispuestos a hacerse policías. ¿Pero, por qué? ¡Ah!, porque son más pobres, porque viven peor, porque están locos por irse de allí, porque tras 63 años de castrismo las diferencias regionales siguen tan acentuadas o más que antes de la Revolución.
Circunscribir la convocatoria a Santiago de Cuba es una especie de ofensa, es usar a favor de la represión la pobreza que el Gobierno no ha sabido resolver, o directamente ha creado en la muy fidelista “Ciudad Héroe”.
La convocatoria, además, ofrece “disfrutar de vacaciones con sus familiares en las Villas Recreativas del MININT. Así como atención médica en hospitales y clínicas militares, entre otros beneficios”.
Maestros y médicos son los profesionales más estresados, la sicología científica hasta ha reconocido un nombre específico para esto: síndrome burnout. En esas profesiones sí estaría justificado que el país gastara recursos para dar un trato preferencial, pues hay evidencia científica de sufrimiento. Sin embargo, ¿en qué villa se relajarán los estresados maestros que intentan educar a la juventud para que no termine en prisión? ¿A dónde llevarán sus familias los médicos que están luchando con una pandemia mundial?
No hay recursos para médicos y maestros, pero sí los hay para que el Ministerio del Interior tenga villas recreativas; así, dicho en plural, dicho con regodeo.
Y eso de los hospitales y clínicas militares como beneficio, ¿qué significa? ¿Están mejor equipados esos centros? ¿Ofrecen mejores servicios? ¿Hay que esperar menos para ver un especialista? ¿Cómo se explica que en la Revolución que se hizo “con los humildes y para los humildes” la salud de los militares sea más valiosa que la del resto de los humildes? Solo el “humilde” Gobierno cubano sabe la respuesta.
Pero bueno, quizás se esté haciendo un escándalo por nada y el gasto no sea significativo, al final no deben ser tantos los guardianes de prisión que hay en Cuba, un país donde no hay drogas, ni armas en las calles, ni mafias, ni prostitución… ¿o no?
Según un informe de la organización independiente Cuban Prisoners Defenders, la Isla tiene 90.000 prisioneros, la tasa de encarcelamiento más alta del mundo. Y, según datos presentados en la Asamblea Nacional de Cuba, en 2021 habrá 180.000 estudiantes universitarios. De ser así, la relación entre universitarios y presidarios es de dos a uno.
En Estados Unidos, un país muy criticado por su numerosa población penitenciaria, esta relación es de siete a uno.
O sea, parece que sí hay un montón de carceleros en Cuba y que el gasto, al menos con respecto a universidades, es significativo. ¿Cómo le iría al país si el Gobierno, en vez de pagar tanta represión, pagara mejor la educación?
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