Poco más de un año después de que el Gobierno cubano anunciara que tenía bajo estudio retirarle el derecho a recibir la cuota mensual de alimentos que distribuye a través de “la libreta”, como es conocida popularmente la cartilla de racionamiento, a los cubanos que permanecieran por largos periodos fuera del país, la medida está siendo aplicada a rajatabla en toda Cuba.
“Aviso: Fallecidos. Reclusos. Personas que estén en la libreta de abastecimiento y se encuentren fuera del país. Presentarse en OFICODA urgente. De no hacerlo, será multado [sic]”, reza un cartel escrito a mano y colgado en la puerta de una de las bodegas de La Habana.
La imagen, muy compartida en las redes sociales, contrasta con el silencio oficial sobre el asunto. Aparte de una breve nota en el Noticiero Nacional de Televisión conminando a los jefes de núcleo a dar de baja a las personas que ya no viven en sus viviendas, el único preámbulo de la campaña fueron las visitas de funcionarios casa por casa para amenazar a las personas con multas si no cumplían lo establecido.
“Vinieron dos mujeres preguntando por mi nuera y nieta. Les dije que ella está estudiando en España con la niña y que no han podido regresar por el Covid-19”, contó a DIARIO DE CUBA Esther María, una jubilada habanera que vive en Marianao.
Después de entregarle unas planillas que debía llenar, le dieron 72 horas para presentarse en la estatal Oficina de Registro de Consumidores (OFICODA) para proceder a dar de baja a sus convivientes.
La medida aplicada ahora por las autoridades se apoya en la Resolución 78/91 del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), que dispone la obligación de dar baja del registro a los consumidores que hayan fallecido, estén encarcelados, hospitalizados, recluidos en hogares de ancianos, designados en cargos o misiones oficiales o de viaje por asuntos particulares durante más de tres meses.
También debe cumplirse si el ciudadano cubano abandona el país de manera definitiva o viaja como becario o funcionario por más de tres meses y si es desalojado de su vivienda por resolución o sentencia del Instituto Nacional de la Vivienda.
De manera que la disposición ahora aplicada afecta a los emigrados, pero también a diplomáticos y profesionales en “misiones” del Gobierno en el extranjero.
‘La cuota’: poca, pero a menudo decisiva para sobrevivir
Los “mandados” racionados que el Estado entrega por “la libreta” apenas alcanzan para que una persona coma durante una semana. Sin embargo, la crónica escasez de alimentos hace que para muchos cubanos de bajos ingresos, en especial los ancianos y madres solteras, los productos que adquieren por esa vía sean críticos, sobre todo para tener acceso a huevos y carne de pollo.
La medida se aplica al mismo tiempo que el Gobierno despliega la impopular “Tarea Ordenamiento”, por la que los alimentos racionados dejaron de estar bajo subsidio. A partir de enero de 2021 los “mandados” pasaron de costar menos de dos dólares a valer 180 pesos, un incremento de alrededor del 1.500%.
Asimismo, se produce cuando la escasez de alimentos se ha vuelto crítica, en medio de las restricciones provocadas por la pandemia del Covid-19 y la paralización económica.
“¿Qué van a hacer con esos alimentos ahora? ¿No es que ya no hay que subsidiarlos, como se quejaba Raúl Castro? ¿Cómo resuelvo ahora? ¿Tengo que zapatear los mercados a ver si encuentro algo? En la OFICODA no me supieron responder”, se quejó Esther María.
En enero de 2020, Marpessa Portal de Villiers, directora de ventas minoristas del MINCIN, dijo a la Televisión Cubana que la OFICODA colabora con el Registro Civil y otras entidades estatales para estar al tanto de los fallecidos y de quienes viajan por razones de trabajo, pero recordó que es “responsabilidad fundamental del jefe de núcleo” dar de baja a quienes se ausentan por más de tres meses del domicilio, algo que “se incumple”.
Por esa razón, subrayó, “hay familias recibiendo un recurso que no les corresponde”.
Un mes antes, la titular del MINCIN, Betsy Díaz, dijo que el Gobierno estaba estudiando retirar el derecho a recibir la cuota mensual de alimentos, que se distribuye a través de la “la libreta”, a los ciudadanos que permanezcan fuera del país por largos periodos, en un supuesto esfuerzo por ahorrarle gastos al Estado.
De acuerdo con el Gobierno, muchos de los miles de emigrados cubanos dejan su “libreta” a familiares o amigos en la Isla, que siguen adquiriendo los productos.
En 2011, el Gobierno propuso la “eliminación ordenada” de “la libreta” y advirtió que esta favorecía “tanto al ciudadano necesitado como al no necesitado”, a la vez que propiciaba “prácticas de trueque y reventa” y “un mercado subterráneo”. Sin embargo, Raúl Castro decidió que su desaparición sería “gradual”.
OFICODAS atestadas en el peor momento
Desde las ciudades cubanas, varios internautas reportaron largas colas ante las oficinas de OFICODA para cumplir con la medida. Esas aglomeraciones, en su mayoría de personas mayores, se producen en los peores momentos de la pandemia del Covid-19 en Cuba.
“Escribo mientras veo unas enormes colas en Nuevo Vedado para eliminar de la libreta de abastecimiento a familiares emigrados. (…) En la cola las personas solo hablan de cifras, colas y desabastecimiento. Algunos piden su turno para retirar del documento a padres, hijos, esposos. Pienso que en ese tumulto, en la amalgama de cuerpos sobre otros cuerpos, puede estar el próximo nombre que se pronuncie en la lista de los fallecidos en estas mañanas que hace semanas no dejan de ser luctuosas”, escribió en su muro de Facebook el periodista Michel Hernández, en referencia a la cifra de fallecidos a causa de la pandemia, que se ha disparado en enero.
También la cineasta Sheyla Pool cuestionó el panorama que se ve en esas oficinas estatales por estos días: “Las colas que está provocando esta absurda demanda del Gobierno cubano, tomando en cuenta el crecimiento diario de contagiados ahora mismo en el país, no hace más que aumentar las probabilidades de contagio para toda aquella persona que la haga. Todo esto en medio de un país con una profunda crisis sanitaria, donde apenas hay medicamentos y al borde de la saturación y el caos en los centros de atención médica”.
“Esta cola y, por supuesto, todas las colas que nos ‘obligan’ a hacer son una infamia, un abuso, un maltrato e irrespeto absoluto a nosotros, los cubanos. Pero esta cola de la OFICODA, específicamente esta, de interés único para ‘ellos’ ahora mismo, no es una cola de supervivencia, no es una cola de comida. Es una cola para un trámite que ellos han decidido iniciar (y una vez más, muy mal decidido) en plena crisis sanitaria”.
“Pienso que este tipo de trámites son absolutamente aplazables y deben ser anulados hasta que mejore la situación sanitaria en este país”, escribió en su muro de Facebook, acompañando sus palabras con la foto que ilustra esta nota.
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