Elías Amor Bravo, economista
Habló Díaz Canel ante la cumbre de la OIT de las Naciones Unidas, que se celebra entre los días 7 al 9 de este mes, para celebrar su aniversario. Mira qué cosas. Cuba forma parte de la OIT, la institución que defiende a los trabajadores, desde su creación. No es extraño. Lo raro es que habiendo sido fundador del FMI o el Banco Mundial, no lo sea igualmente. Esas cosas de Fidel Castro que nadie entendió nunca.
Pero volviendo al discurso de Díaz Canel, vale la pena detenerse en algunas consideraciones, porque no todo lo dicho se corresponde con la realidad.
Primero, definir a Cuba como “un pequeño país en desarrollo, donde los trabajadores en el poder batallan cotidianamente por consolidar toda la justicia, sueño y compromiso de los padres de la nación” me parece poco adecuado. Ni es un pequeño país en desarrollo, ni tampoco es cierto este poder de los trabajadores, una de los grandes fraudes del castrismo desde hace 61 años. No hace falta que los dirigentes de este régimen se esfuercen.
Los trabajadores cubanos son los primeros que no se creen esta máxima cuando ven a los turistas españoles o italianos, trabajadores igual que ellos, gastando miles de euros en estancias en los mejores resorts de la Isla, cuando ellos no tienen dinero ni para llegar a fin de mes con salarios que apenas cubren sus necesidades básicas. Eso si, el 1º de mayo en la plaza se reúnen miles, pero poco más. Por desgracia, en la OIT hay todavía quien se quiere creer la gran mentira. Allá ellos.
Segundo, para Díaz Canel los retos del mundo laboral con la COVID19 son más difíciles “bajo las duras reglas del mercado” , porque según lo dicho por él, “el desempleo se ha multiplicado. La desprotección social aumenta y con ella se acrecientan las desigualdades y la pobreza”. Y acaba concluyendo que estos efectos, sin duda adversos, “no se deben solamente a este letal virus, sino que obedecen a años de política neoliberal y de capitalismo salvaje, regidos por los designios del mercado”.
Vamos por partes, porque esta afirmación es grasienta. Para empezar, el aumento del desempleo a nivel mundial provocado por la crisis de la COVID19 es coyuntural, y una vez que se supere el daño provocado por la parálisis la maquina mundial volverá a ponerse en funcionamiento. Vamos, no hace falta ir muy lejos para comprobar que en China un socio de Cuba, ya está funcionando. Y donde no va a ocurrir esta magia de la economía es precisamente en Cuba, donde es posible que los datos de paro sean bajos, pero esto no esconde niveles de sobreocupación en las empresas y el sector presupuestado, que son insostenibles para la productividad y competitividad. Y en Cuba, ese modelo “neoliberal” al que Díaz Canel dispara a ciegas, no existe. Lo más probable es que lo encuentre funcionando a tope en su socio China, o mejor aún, en el que le regala toneladas de arroz para llegar a fin de mes, Vietnam. Allí si que han tenido claro cómo debe funcionar una economía. Y se olvidaron del viejo cuento estalinista y colectivista.
Tercero, Díaz Canel dibuja un escenario dantesco, del que aparentemente excluye a su “pequeño país en desarrollo” y entonces afirma que “el momento es dramáticamente serio y exige acciones coordinadas(…) Se impone hallar soluciones que coloquen los derechos de los trabajadores como interés superior” Y así, como el que no quiere la cosa, acaba diciendo, “también requerirán asistencia aquellos que generan empleo, en particular, los pequeños y medianos productores”.
Alguien, tal vez el ministro de economía de Cuba, debería informar a Díaz Canel que en la gestión de una economía, el orden de los factores, a diferencia de la multiplicación, sí que importa y condiciona los resultados. La función de producción de la economía cubana se resiente por todo ello. Los pequeños propietarios han sucumbido a la crisis de forma estrepitosa porque el régimen los ha abandonado a su suerte. Nadie les ha prestado atención para que puedan remontar, con la demanda interna, la actividad de sus negocios. Han muerto, y ya está. Además, no se de qué “acciones coordinadas” habla Díaz Canel porque su política de retorno a la normalidad es más de lo mismo, y ha perdido una gran oportunidad para hacer cambios de alcance.
Cuarto, el dirigente comunista dice a continuación que “se requiere consolidar el diálogo social en la definición y ejecución de las políticas de enfrentamiento y recuperación tras la pandemia”. Magnífica propuesta. Se lo llevamos pidiendo públicamente en este blog en las últimas dos entradas. Que se siente con todos. Con los comunistas defensores de lo estatal, con los militares y miembros de la seguridad del estado que dirigen el turismo y los grandes negocios internacionales, con los pequeños cuenta propistas y agricultores independientes que luchan por sobrevivir, en suma, con todos los agentes económicos privados. Que todos hablen, que expongan sus posiciones y que se alcance un gran consenso nacional en forma de acuerdo para la reconstrucción. Claro, una cosa es decirlo, que queda muy bonito ante la OIT, y otra es tejer ese acuerdo. Sinceramente, no veo a Díaz Canel en ello.
Díaz Canel concluyó su discurso defendiendo sus “36 medidas de carácter laboral, salarial y de seguridad social” que según él cree no han dejado a ningún cubano desprotegido, pero basta con observar las colas en los comercios y la ruptura de los principios de confinamiento por la necesidad de resolver lo básico, para darse cuenta que en Cuba la desprotección es lo habitual. Que en particular, “exonerar del pago de impuestos a más de 240.000 obreros del sector no estatal” no es suficiente, porque se deja fuera tres veces más en número de personas, y no basta con actuaciones fiscales sino que es necesario avanzar hacia las prestaciones extraordinarias. Si no hay actividad, puede haber hambre y miseria. Que lo tenga en cuenta.
Los últimos minutos del discurso no hay que perdérselos. ¿De qué habló Díaz Canel ante la OIT? Pues ni más ni menos que de la “cooperación y la solidaridad internacional”. Y desde luego, como buen “comercial” de lo suyo, habló de la “cooperación internacional en salud, educación y todo cuanto tenga que ver con la dignidad humana”. Eso si, no aclaró que previo pago de 10.000 dólares por médico, para que luego el régimen les pague 200 o menos. Hay que incrementar los ingresos de la balanza de servicios, como sea. Por desgracia, esa es la dignidad humana que sirve para discursos grandilocuentes que, por suerte, poca gente se cree ya.
Mientras Díaz Canel y los dirigentes comunistas cubanos se empeñen en nadar contra corriente no van a encontrar otra reacción en los interlocutores internacionales que la falta de credibilidad en sus propuestas. Hablando de la existencia de “medidas inhumanas, de explotación, de genocidio” en otros países y no reconocer el fracaso en el propio, es inexplicable a estas alturas de la historia en las que toca pasar balance de lo que se ha hecho y lo que no. No me cabe la menor duda que la OIT lo sabe, guarda muchos expedientes y denuncias presentadas contra el régimen castrista, y en cualquier momento los podrá sacar. Es un asunto de correlación de intereses políticos. Cuando se trata de defender los derechos de los trabajadores, Díaz Canel tiene poco que decir. Nada.
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