September 20, 2024

POLÍTICA ‘El control era tan fuerte que una madrugada verificaron si todos estábamos en nuestras camas’ ANTONIO RODRÍGUEZ PAZ | Holguín

POLÍTICA

‘El control era tan fuerte que una madrugada verificaron si todos estábamos en nuestras camas’

ANTONIO RODRÍGUEZ PAZ | Holguín

“Una anécdota resume mi experiencia en la misión: nos llevan al Museo de la Esclavitud y el guía nos explica dónde se embarcaban los esclavos para América; recuerdo que un cirujano angolano me dijo: ‘ahora el puerto de embarque de los  esclavos está en el Aeropuerto José Martí'”, relata Armando Alemán, especialista en Neurocirugía que trabajó en Angola enviado por La Habana.

Las “misiones médicas”, como llama el Gobierno cubano a los servicios de los profesionales de la Salud que envía al exterior, son un lucrativo negocio basado en la violación de derechos fundamentales.

Los testimonios de médicos y otros profesionales de la salud recopilados por organizaciones como Cuban Prisoners Defenders y la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, aportan evidencias contundentes del falso carácter “solidario” de estas misiones, que La Habana ha intentado convertir en punta de lanza de su política exterior.

De cuatro directrices esenciales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las misiones médicas en el exterior irrespetan tres, o sea, el 75%.

Esas directrices son la libertad sindical y de asociación y el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colectiva; la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio; la abolición efectiva del trabajo infantil, y la eliminación de la discriminación en el empleo y la ocupación. En el caso de la exportación de servicios médicos, solo quedaría fuera de cuadro violatorio del Gobierno cubano la explotación infantil.

“Las presiones existen desde que llegas. En el aeropuerto, antes de saludarte, te retiran tu pasaporte”, lo cual obliga a permanecer indocumentado hasta el regreso a Cuba, “una práctica que es ilegal en Qatar”, dijo Alexis, enfermero que actualmente residente en New Jersey, Estados Unidos, cuyo testimonio, al igual que el resto de los citados en este trabajo, fue incluidos entre los más de 600 que fundamentan la demanda interpuesta contra el Gobierno cubano por Cuban Prisioners Defenders ante la Corte Internacional de Justicia y la ONU.

“Jamás se nos dijo cuánto era lo que la Corporación (para la que trabajaba) pagaba por cada uno de nosotros. Extraoficialmente se decía que pagaban 13.200 euros mensuales por cada enfermero. Nosotros recibíamos un sueldo mensual de 1.000 dólares (unos 890 euros)”, añadió el enfermero, que estuvo destinado en Dukhan entre 2013-2016.

“Nos negaban hasta el derecho de visitar a un extranjero y, en el caso de personas solteras, a tener relaciones íntimas. (…) se nos impedía acceder a bebidas alcohólicas y a la carne de cerdo, que en Qatar es un derecho para los extranjeros que pueden obtener una licencia para comprarlo”, señaló.

“Tienen control sobre tus movimientos, saben de dónde sales y las horas a las que lo haces… No tienes derecho a tener transporte privado y solo puedes moverte en autobuses a lugares específicos y en horarios concretos”, mencionó sobre las condiciones a las que estaba sometido.

“Poco después de llegar al hospital, comenzaron los abandonos” de integrantes de la misión. “La presión creció sobre nosotros. Teníamos que asistir a mítines semanales y a continuas arengas políticas. Había personas dedicadas a controlarnos”, agregó.

El neurocirujano Armando Alemán trabajó en Angola entre 2007-2011.

“Estuve trabajando cuatro años en la corporación ANTEX S.A., fui por un contrato de dos años y me quedé cuatro. Trabajé en el hospital público María Pía, en Luanda, donde atendía a gente pobre”, explicó.

Entre 2007 y 2008 Luanda era una ciudad cara; sin embargo, el especialista aseguró que solo recibía 19.000 kwanzas mensuales, unos 200 dólares al cambio. Su salario en Cuba era de 600 pesos (unos 24 dólares). “Me lo colocaban en una cuenta en Cuba hasta que regresara”, detalló.

El cirujano Eduardo Nápoles, de Villa Clara, vive actualmente en Brasil donde cumplió misión. Antes estuvo en Maracaibo, Venezuela.

“Trabajé en un puesto de Salud de Más Médicos en Fortaleza, estado brasileño de Ceará. La prefectura (alcaldía) daba una primera ayuda de 15.000 a 30.000 reales para establecernos. De eso solo nos daban 4.000 reales y con el resto se quedaba Cuba”, recordó.

“El dinero que nos quitan a los médicos no se reinvierte en el sistema de salud pública”, como argumenta el Gobierno cubano para justificar el despojo de la mayor parte del salario, consideró Nápoles. “Los hospitales están abandonados, hay escasez de medicinas. Cuando Cuba retiró la misión (de Brasil) yo decidí no regresar. Ahora trabajo en un hospital como asistente, pero espero poder trabajar como médico”.

Mara González es especialista en Medicina General Integral y residía en La Habana.  Ahora vive en Sao José do Norte tras cumplir misiones en Venezuela entre 2014 y 2015, y en Brasil en 2016.

En Venezuela “estábamos sometidos a vigilancia continua. Aquellos que ellos consideraban ‘posibles desertores’ sufrían acoso, los enviaban a trabajar a los lugares más difíciles. Pasé mucho trabajo, mucha hambre. Siempre tienes alguien que te está vigilando”, relató.

“En la época de elecciones tienes que salir a hacer campaña política a los barrios malos, todo el tiempo tienes miedo a que te asalten y, si no vas, entonces te pueden revocar la misión (y con eso también el dinero acumulado)”, dijo.

Participar en misiones médicas “es la única oportunidad que tenemos los médicos de avanzar económicamente, aunque sea un poco”, resaltó González. Aunque “nunca nos dieron oportunidad de negociar el contrato; solo me dijeron ‘firma aquí’, y punto”.

María Cristina, especialista en Medicina General Integral vivía en Holguín y actualmente está en Tampa. Cumplió misión en Bolivia entre 2008- 2010.

“Había un control estricto. A las 6:00PM teníamos que estar en la casa, al principio nos llevaban y nos traían”, apuntó. “A las 8:00 de la noche todos los días se hacía una reunión en la que tenías que exponer cuántos pacientes habías llevado, y allí te amenazaban: si no cumplías la meta perdías la misión”.

“El control era tan fuerte que una vez, por la madrugada, uno de los jefes de la misión fue a ver si cada uno de nosotros estábamos durmiendo en nuestras camas, la coordinadora tuvo que abrirle los cuartos para que él pudiera chequear. Tú no podías salir, ni ir a un baile, ni tomar, nos limitaban nuestro movimiento”, dijo.

La variedad de los países en los que han trabajado los profesionales de la salud que han dado su testimonio a organizaciones como CPD y FHRC deja claro que se trata de un patrón de abuso establecido por el Gobierno cubano.

Pero no es un secreto que la violación de los derechos laborales en Cuba va más allá de la exportación de servicios profesionales. La raíz del problema está dentro de la Isla, en el propio sistema político cubano, que es autoritario y basa su subsistencia en la violación abierta o solapada de muchos derechos fundamentales.

Aunque el mundo se ruborice ahora por el despojo y el excesivo asedio de que son víctimas los médicos contratados en el exterior, los abusos laborales son la realidad de los trabajadores cubanos desde hace décadas. La exportación de servicios profesionales les ha dado visibilidad.