Ileana, la de San Isidro.
Recientemente al abrir la página web de Martí Noticias, como hago varias veces en el día, me conmoví profundamente. Una mujer joven, periodista, retaba al totalitarismo castrista de igual manera que lo hizo el hombre que detuvo una columna de tanques chinos en la Plaza de Tianamen en junio de 1989.
Un hombre solo, una mujer sola, la misma dignidad, enfrentando unas dictaduras gestadas por los mismos progenitores, sustentadas en la doble moral de sus respectivos pueblos y nutrida por la cobardía cómplice de quienes claman tolerancia y comprensión para verdugos que no conocen la clemencia, mientras, ellos, disfrutan de las prerrogativas que le otorgan las sociedades libres.
Ileana Hernández, una conocida comunicadora y activista pro democracia, arrestada en varias ocasiones, en absoluta indefensión, solo protegida con el coraje que les falta a tantos, se hallaba parada en medio de una calle habanera con los brazos abiertos como diciendo, “vengan, aplastarán mi cuerpo, pero mis ideas seguirán en pie”, cumpliendo, al parecer, la máxima martiana, trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras.
La joven de pie, en la calle, frente a los represores, cómplices y vecinos, cobardes todos, le grito a la dictadura todas sus culpas. Dijo sus verdades y denuncio los incontables atropellos de un régimen que goza de la connivencia de un amplio sector de la población, de un número importante de ciudadanos que solo se dan cuenta de la maldad que callan cuando ellos son atropellados.
Ileana, la de San Isidro, forma parte de un grupo de jóvenes hartos del totalitarismo. Empachados de la persecución, la represión infinita, la miseria que no termina, la discriminación, mentiras, las violaciones a sus derechos de manera amplia y permanente, el abuso de poder de las autoridades y la falta de esperanzas. Dolidos todos ante un régimen que ha humillado y degradado moralmente a la población a instancias inimaginables, lo que determinó que algunos iniciaran una huelga de hambre y sed.
La joven activista, fundadora del movimiento opositor Somos+, es un trofeo a destruir por la dictadura desde que instituyó hace más de cuatro años la agrupación Lente Cubano, su afirmación a la publicación 14ymedio, “los jóvenes quieren cambios y el régimen tiene miedo” retrata una situación en la que todo parece indicar la represión se recrudecerá porque la masa está en proceso de convertirse en ciudadano al romper el cordón umbilical que la ata al patronazgo del estado todopoderoso.
La dictadura totalitaria siempre ha sido peligrosa, pero mientras más amenazada se sienta, más indefensos están los que se le oponen. Recordemos que fueron muchos de estos jóvenes lo que se opusieron al decreto 349, dando origen al Movimiento San Isidro, en rechazo a quienes conculcaba crudamente los derechos de los creadores, su activismo les ganó un destacado lugar en el odio que sienten los esclavistas hacia los libres.
El Movimiento San Isidro adquiere el nombre de un barrio humilde, marginal. Un barrio que no existe en la perspectiva de los que abogan a favor de la dictadura castrista desde el exterior, como tampoco perciben que en la Isla es necesario crear estos movimientos para reclamar derechos a la creación libre, el pensamiento libre y respeto al espacio social al que cada individuo tiene derechos.
En honor a la verdad estas son personas genuinamente libres. Ellos no están comprometidos con una ideología sino con un derecho inalienable y natural, el privilegio de pensar en la dimensión martiana de que “la libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresías”. Con independencia del mañana, cada uno de ellos se ha labrado un presente continuo en la lucha por la libertad de los cubanos.
Cierto que la dictadura está agotada, en una agonía que desgraciadamente puede durar muchos años, pero los jóvenes como Ileana Hernández, Luis Manuel Otero Alcántara y otros muchos, que iniciaron esta protesta para reclamar la excarcelación de Denis Solís, están indigestados de castrismo, no pueden más, y han llegado a otro convencimiento de José Martí, “la libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”.
Estos artistas están comprando la libertad por su precio y la dictadura, consecuentes con su naturaleza depredadora, entró a la fuerza en la sede del Movimiento y arrestaron a varios activistas, entre ellos a Otero Alcántara y Anamely Ramos. El castrismo es cruel y despiadado, la solidaridad con estos hombres y mujeres es más que necesaria.
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