Los artistas independientes cubanos vuelven a la carga
Lo sucedido el 27 de enero ante el Ministerio de Cultura de Cuba ya ha tenido impacto en la opinión pública nacional e internacional
LA HABANA, Cuba. – Este miércoles, la capital cubana fue testigo de un nuevo episodio de represión y atropello de ciudadanos por el solo hecho de tener pensamientos y realizar acciones que discrepan de las que el régimen castrista considera adecuadas. En esta ocasión, los actos de ese tipo volvieron a tener lugar ante la sede del Ministerio de Cultura (MINCULT), en la cuadra de Calle 13 entre 2 y 4, en el Vedado habanero.
A ese sitio acudieron decenas de personas del mundo cultural. En esta ocasión, el detonante de su interés era la situación de dos colegas —las artistas independientes Tania Bruguera y Katherine Bisquet—, quienes habían sido detenidas de manera arbitraria por las fuerzas represivas.
Como suele pasar con estos comunistas, los altos funcionarios pretendían que las decenas de congregados se marcharan del lugar sin haber recibido respuesta a sus legítimas inquietudes. El viceministro Rojas expresó: “Les ruego (…) que se vayan y se tomen un café”. La pregunta que se impone es “¿Dónde!”. Mas no debemos culpar al mayimbe; es probable que, en medio de su vida de privilegios y prebendas, no sepa que en esta ciudad, “gracias” al régimen castrista, no existe un lugar al que uno pueda acudir para disfrutar de un criollísimo cafecito.
Bajo el larguísimo y antiperiodístico título de No quieren diálogo y provocan hasta el límite, el propio organismo gubernamental, en nota oficial, intentó descalificar a quienes protestaban. Según los burócratas de la cultura, los recién mencionados se caracterizaban por su “actitud provocadora” y “su relación con los medios pagados por agencias federales estadounidenses”.
Según esa “historia oficial”, el castrismo, una vez más, tomó como pretexto “el riesgo que entrañaba la epidemia de COVID-19 en aglomeraciones en espacios públicos”. Por consiguiente, el régimen de La Habana de nuevo echa mano de la pandemia ocasionada por el Virus Comunista Chino para justificar su represión y su irrespeto por los derechos humanos.
Poco importa que, en las inmediaciones del MINCULT —a menos de una cuadra, para ser más preciso—, se encuentre la tienda sita en la intersección de 11 y 4. Se trata de un comercio que se caracteriza por los cientos de personas que se arremolinan cada vez que es surtido con pollo u otros artículos de primera necesidad, que el inoperante sistema cubano es incapaz de suministrar con regularidad. Como este mismo miércoles, sin ir más lejos.
Las aglomeraciones de ese tipo no despiertan el desvelo de los agentes represivos del régimen. Aunque es de suponer que sea a esos eventos a los que se refiera el epidemiólogo en jefe, Francisco Durán, en sus cotidianas arengas televisivas, cuando habla de “personas unas encima de otras”. No a los sucesos del MINCULT, de los que seguramente no fue testigo.
En cualquier caso, aunque se usó la pandemia como pretexto, lo que sobrevino fue la represión pura y dura. Por supuesto que el régimen se aprovechó del menor número de ciudadanos contestatarios: si el 27 de noviembre pasado se pudo hablar de unos cuatro centenares de personas reunidas frente al Ministerio de Cultura, este miércoles fueron sólo una treintena.
Como era de esperar, la mayor parte de los agentes eran miembros de la Seguridad del Estado, muchos de ellos conocidos de los manifestantes por los interrogatorios y actos anteriores de intimidación en los que habían participado. Fueron ellos quienes aplicaron sus conocimientos de artes marciales, propinaron golpes y, en definitiva, introdujeron a los miembros del grupo en ómnibus ubicados al efecto.
Pero claro que la mentirosa propaganda castrista no podía conformarse con esta versión de los hechos. Si las cosas fueran así, ¿dónde quedaría “el pueblo enardecido”! Volviendo a la “historia oficial”, vemos que, según ella, ante la negativa de los manifestantes a marcharse, “los trabajadores del organismo los enfrentaron y desalojaron del lugar”… Una mentirita más.
Sí debemos ufanarnos de la reacción internacional ante este nuevo atropello. La Relatoría de Libertad de Expresión de la OEA condenó la represión a los artistas cubanos. También lo hicieron las autoridades de Estados Unidos por boca de la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado, así como de su Embajada en La Habana.
“Nos preocupan informes de que funcionarios cubanos agredieron a manifestantes pacíficos”; “instamos al gobierno a escuchar y dialogar con su pueblo en vez de recurrir a detenciones, violencia y el corte de internet”, expresaron las fuentes del gran país que, una vez más, ha demostrado ser el gran aliado de los cubanos en su lucha por la libertad.
Supongo que esta última realidad haya preocupado a los castristas. Y con toda razón. Los funcionarios del régimen de La Habana (y también personas no identificadas con este) sospechaban que el cambio de administración en Washington podría traducirse en una política de tolerancia y hasta complicidad con el impresentable régimen castrista.
Las rápidas declaraciones demuestran que no ha sido así. En medio de la situación caótica agudizada por la inoportuna implementación de la “Tarea Ordenamiento”, los mayimbes del Palacio de la Revolución deben estar bien preocupados por la postura asumida ante estos hechos por el gobierno de Joe Biden.
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(La Habana, 1943). Graduado en Derecho (Moscú y La Habana). Abogado de bufetes colectivos y del Tribunal Supremo. Presidente de la Corriente Agramontista. Coordinador de Concilio Cubano. Miembro del Grupo de los Cuatro. Preso de conciencia (1997-2000 y 2005-2007). Dirigente de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Ha recibido premios de la SIP, Concilio Cubano, la Fundación HispanoCubana y la Asociación de Abogados Norteamericanos (ABA), así como el Premio Ludovic Trarieux. Actualmente es miembro de la Mesa de Coordinación del Encuentro Nacional Cubano
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