“Los precios para arriba y la plata para abajo”, se queja María, ama de casa, mientras hace una larga cola para comprar unas “galletas de pan” en el reparto Primero de Enero, de Mayarí, Holguín.
La llamada “Tarea Ordenamiento” ha traído salarios más altos para los cubanos, pero los precios son tan elevados que no ven el beneficio, y otras distorsiones aumentan las carencias e incrementan la inflación.
“Esto ni es galleta ni es pan, es un invento, pero es lo que venden y solo a veces”, dice María. “Hay que esperar a que las saquen del horno aquí en la panadería, y hacer esta cola para este abuso. Antes costaba 45 centavos y ahora 70, pero están más chiquitas. Peor es con los dulcecitos malísimos que hacen con el bicarbonato crudo adentro, que de 45 centavos, ahora cuestan 2,50 pesos. Un crimen a ese precio. Pero esto está tan malo que hay que comprar lo que sea”.
A Gustavo, un jubilado de la industria del níquel, le subieron la pensión a casi 2.000 pesos, pero solo en el pago de la electricidad se le fueron 645. “Cocinamos obligatoriamente con la corriente”, explica. En Mayarí, con 106.000 habitantes, no existe servicio de gas licuado en balitas.
“Cuando compré lo de la libreta (de racionamiento) se me fueron otros 600 pesos y lo que me quedó, como están los precios, se me fue en tres o cuatro días. El azúcar está a 45 pesos en la calle porque en gastronomía, donde la gente la resuelve, sale a entre 30 y 42 pesos. Y el arroz no se encuentra ni a 40 pesos la libra. Esto es criminal, ahora el dinero rinde menos que antes. No es aumento sino una estafa”.
Tras circular el rumor de que el fin de semana un campesino del barrio de Guayabo iba a recoger su cosecha de boniatos, el domingo, frente a su casa, “se concentró un carnaval de gente queriendo comprar”, pero no pudo satisfacer a todos.
“Me dio pena con la gente que iba llegando y no paraba, pero tengo que entregar el compromiso con Acopio obligatoriamente porque ahora sí están detrás de cualquier producción como gavilanes para recogerla, y al que no cumple le aplican una multa. ¡Y amenazan con quitar la tierra! Esto está malo de verdad”, cuenta el productor.
“Me querían pagar la lata de boniato (25 libras) a 100 pesos, porque es fin de mes y no hay arroz, pero no tengo el corazón tan duro para aprovecharme y la vendí a 60 pesos. En la calle está carísimo, hasta seis pesos la libra y escondido como si fuera carne de res”, añade.
La carne de cerdo se ha vuelto un producto caro y escaso. Los tiempos en que los vendedores exhibían los trozos colgados en ganchos en los puntos de venta, para entusiasmar a potenciales compradores, son ya recuerdos de un pasado que ahora es visto como bueno, por tanto que se ha complicado la vida para la mayoría.
Al recorrer la ciudad cabecera de Mayarí se puede constatar que ni un solo cuentapropista oferta carne de cerdo al público. Y es algo que ocurre desde hace meses. El precio del animal en pie excede en el mercado al de la carne ya limpia, porque este último ha sido topado por el Estado y genera pérdidas.
Solo algunos vendedores ofertan la carne limpia de manera furtiva a un público selecto, supuestamente “de confianza”. Aun así, son comunes las delaciones de clientes necesitados pero insatisfechos, por los canales de “denuncia” que ha abierto el Gobierno, lo que acarrea multas y la incautación de la carne.
Cuba vive una crisis sistémica que ha durado tanto como el socialismo radical y la revolución fidelista misma, pero que desde los 90, con la caída de los subsidios de la Unión Soviética, se ha vuelto crónica.
La “Tarea Ordenamiento”, postergada durante años en espera de un mejor contexto, se ha aplicado finalmente después de tres años de deterioro económico progresivo y en medio de la pandemia de Covid-19. En este contexto, lo que ha hecho la medida es añadir presión y crear distorsión en los mercados alternativos, elevando la inflación a niveles sin precedentes en las últimas dos décadas y deteriorando aún más el nivel de vida de la población. |
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