La suerte de las personas negras en Cuba
El arresto del cubano Hanoi Morán Dime ha vuelto a poner en evidencia el racismo estructural de la Policía Nacional Revolucionaria y de los órganos supuestamente encargados de repartir justicia en la Isla.
LA HABANA, Cuba. – ¿Por qué Hanoi Morán Dime es un “negro mareado” para la Policía? Desde que vi el primer post en Facebook denunciando su detención en La Habana Vieja me llamó la atención ese detalle. A su amigo Darío Dioses lo soltaron cinco horas después del arresto, y a Hanoi lo dejaron esperando un juicio en el que podría ser condenado a un año y medio de prisión supuestamente por reincidir en el mal uso del nasobuco.
“Era la 1:00 de la mañana e íbamos de casa de una amiga a mi casa a buscar unas luces”, cuenta Dioses. “Cuando íbamos por Monte estaba el camión de policías que siempre está ahí y que me ha pedido carnet de identidad como cuatro veces en una semana, pero esta vez iba con Hanoi”.
De acuerdo con el fotógrafo y realizador audiovisual, los oficiales los detuvieron entre amenazas de golpes y complicaciones legales.
“A Hanoi le salió una multa de 2.000 pesos cuando lo tiraron por la planta, pero era una multa que había pagado; la había reclamado y le habían devuelto el dinero”.
Dicha sanción, impuesta también por el supuesto delito de usar incorrectamente la mascarilla, no debía constar como récord delictivo. la noche de la detención, aunque Morán no habló, ambos fueron conducidos a la estación de Cuba y Chacón.
El delito de Hanoi Morán Dime esa noche fue ser negro. Ahora no importa que sus amigos se estén movilizando ni que digan que es “un pan de gloria” o que nadie puede recordar un momento de amargura de “El Bolo”, como le dicen los más allegados, aunque es flaco y largo. Aun así podría ser condenado a un año y medio de prisión.
El primer paso de una condena para una persona negra en Cuba es encontrarse con una patrulla y casi en el acto ser declarado culpable: apenas encajas en los perfiles que maneja la Policía o te pareces a otro que cometió un delito y estás condenado.
La lista del 2020 es larga. En solo medio año fueron procesados 1.285 coleros, en su mayoría mujeres negras y afrodescendientes de muy bajos recursos. Los nombres de Hansel Hernández Galiano y de Denis Solís trascendieron a los medios oficiales por el afán del régimen para demostrarnos que eran “delincuentes” con los que no debía haber ninguna condescendencia.
Hernández Galiano fue baleado por la espalda por un oficial de la Policía al que, supuestamente, le tiró unas piedras y le dislocó un hombro. En la narración oficial de los hechos que resultan aun hilarantes, si no hubieran terminado en tragedia, lo único que parece coherente es que lo hayan detenido porque llevaba una lámpara de luz en las manos (cualquier artículo, bolso o cámara fotográfica que lleve un hombre negro por la calle, para la Policía, tiene una alta probabilidad de ser robado).
Sin acceso a un abogado y tras días de desaparición forzada, Denis Solís fue detenido y acusado en juicio sumarísimo a siete meses de prisión. Solís pertenece al Movimiento San Isidro y su activismo desde el arte fue criminalizado, pero entre los argumentos del régimen para condenarlo pesó el color de su piel.
Ambos casos levantaron protestas, ninguno recibió justicia: la suerte para los negros cubanos es la misma.
Virgilio Mantilla Arango es un activista miembro de la Coalición Unitaria de Compromiso Democrático en Camagüey y preso de conciencia en la cárcel Cerámica Roja, donde cumple una sentencia de siete meses por el supuesto delito de “acaparamiento”. Su condena está asociada a su activismo porque, coincidentemente en los días en que fue apresado, salió a manifestarse a favor de los acuartelados de San Isidro.
Roberto Jiménez Sol era gerente de una tienda Adidas de la corporación Cimex en Matanzas y estaba siendo investigado por un presunto “delito económico”. Tras un mes de incomunicación, le entregaron el cuerpo sin vida a su familia.
“Lo mataron a golpes y dicen que se cayó en el baño”, denunció en su momento Dunieski Gutiérrez, familiar de la víctima. Jiménez Sol pertenecía al Partido Comunista de Cuba, pero tampoco encontró piedad ni presunción de inocencia.
Para la Policía, los negros y las negras cubanas son “mareados” si deciden ser artistas, “malagradecidos” si se oponen al régimen o “delincuentes” si escuchan reguetón, llevan muelas de oro y están a la moda.
Darío Dioses, el amigo de Hanoi Morán, regresó a la estación de la Policía al día siguiente del arresto, pero no pudo hacer nada: su colega será procesado en juicio sumario por el supuesto delito de “propagación de epidemias”, sin importar que se presente un habeas corpus a su favor o que los abogados defensores ya estén trabajando en el proceso. Hanoi ya no es Hanoi, sino la denuncia número 5.692 o el “negro mareado” que apresaron los policías en la madrugada del 31 de enero.
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Maria Matienzo Puerto: Una vez soñé que era una mariposa venida de África y descubrí que estaba viva desde hacía treinta años. A partir de entonces construí mi vida mientras dormía: nací en una ciudad mágica como La Habana, me dediqué al periodismo, escribí y edité libros para niños, me reuní en torno al arte con gente maravillosa, me enamoré de una mujer. Claro, hay puntos que coinciden con la realidad de la vigilia y es que prefiero el silencio de una lectura y la algarabía de una buena película.
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