Venezuela y el efecto dominó
ZONA FRANCA
OPINIÓN
Son días y noches de nervioso júbilo entre los venezolanos de la diáspora que siguen los acontecimientos en su país. Al cabo de veinte años bajo el errático yugo del régimen que instaura Hugo Chávez y que ahora pretende perpetuar Nicolás Maduro, los opositores dentro y fuera de Venezuela han oscilado entre la esperanza y la frustración en cada esfuerzo por generar el cambio que recupere el Estado de Derecho. Nunca han estado tan cerca de acariciar su objetivo como ahora.
En víspera de esta segunda marcha multitudinaria que convocó el presidente interino Juan Guaidó, tuvo lugar en Miami (epicentro del exilio venezolano) un encuentro del vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence con representantes de la oposición. Lo más relevante del acto fue la presencia de una serie de figuras clave que desde el principio han asesorado a la administración del presidente Donald Trump en lo que concierne a la política hacia Latinoamérica y en especial Venezuela.
A la vera de Pence, quien advirtió al gobierno de Caracas que no pusiera a prueba la paciencia de Washington, estaban el senador republicano por Florida Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone, director principal de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional. Ambos son cubanoamericanos que crecieron y se formaron en una ciudad que durante décadas ha sido el refugio de esa otra gran diáspora, la del exilio cubano.
Rubio y Claver-Carone heredaron de sus padres el anhelo de que Cuba fuera libre. Un deseo que hasta ahora no se ha podido cumplir pero, con sagacidad, apuestan por un efecto dominó que comenzaría con el colapso de la fallida revolución bolivariana en Venezuela y en el camino haría tambalear al parasitario régimen castrista, que se beneficia de los barriles de petróleo que generosamente antes Chávez y ahora Maduro todavía le hacen llegar a pesar de la miseria que padece el pueblo venezolano.
De la rivalidad con Trump, el senador Rubio ha pasado a ser el hombre que le susurra la agenda a seguir para darle el impulso a una oposición que en las últimas dos décadas ha sufrido innumerables atropellos. Junto a Claver-Carone, discreto pero apasionadamente militante en su anticomunismo, ha ido hilando fino esta ruta de viaje coordinada paso a paso con la cúpula del bloque opositor que se moviliza dentro y fuera de Venezuela.
En la localidad de Doral, que es el corazón neurálgico del exilio venezolano en Miami, se sumaba a Pence, Rubio y Claver-Carone Carlos Vecchio, encargado de negocios en Estados Unidos por designación de Guaidó, quien ya ejerce como mandatario con la legitimidad que le otorga Washington, el grueso de las democracias de Latinoamérica (salvo México y Uruguay) y el Parlamento Europeo, a la espera de que la Unión Europea se pronuncie mayoritariamente a su favor. Además, Vecchio es un miembro histórico de Voluntad Popular, partido que preside Leopoldo López, bajo arresto domiciliario en Caracas y condenado al silencio después de que pasara por el presidio político. Amigos desde la juventud y compañeros de lucha, desde el destierro Vecchio es el hombre que diligentemente representa a los que en Venezuela están amordazados.
Horas antes de que Guaidó, también de Voluntad Popular, alentara a la gente a tomar las calles este dos de febrero y le pidiera a las fuerzas armadas que no reprima al pueblo, Vecchio le declaraba a los medios, “Leopoldo ha sido una persona clave en la articulación de todo esto”. Los encuentros en Washington, las reuniones con presidentes de la región, el lenguaje cifrado de una oposición sitiada pero activa en Caracas han derivado en este instante crucial: el chavismo muy debilitado por su propia calamidad, la población al límite, el creciente rechazo de la comunidad internacional y la escalada de sanciones por parte de Washington para acabar de ahogar a un régimen moribundo pero terco.
Son horas y días de estremecimiento para Venezuela. Cualquier movimiento de unas Fuerzas Armadas titubeantes para romper el círculo vicioso del chavismo podría desencadenar la transición. Carlos Vecchio dijo este viernes que ya no hay espacio para la neutralidad cuando la disyuntiva es “dictadura o democracia”. Todavía hay tiempo y margen para pasarse al lado correcto de la historia.
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