May 6, 2024

SPD 302 Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista”. 

SPD 302

Pedro Campos

13:24
302
 No. 302 (12/año 11). La Habana 23-marzo-2019
Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista”. Art. 53 de la Constitución
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ÍNDICE
El tornado, los ciclones y la vivienda en Cuba
Díaz-Canel ha manifestado repetidas veces —durante las reuniones cuyos fragmentos se divulgan— el propósito de llegar a 50 mil viviendas terminadas anualmente, lo que no queda claro es el cómo y el con qué recursos.
Por Germán M. González, Bauta, Artemisa
Para hacer mover lo inamovible,
José Gabriel Barrenechea, Encrucijada, Villa Clara.
A propósito de un viejo cartel en Centro Habana
Por Ivett de las Mercedes, La Habana
Cuba: agonía de una revolución
En la isla hubo un intento, una esperanza y una pretensión que no deben olvidarse. Pero el sueño que encarnó la llegada de Fidel Castro al poder hace 60 años agoniza sin remedio.
Patricio Fernández, Santiago de Chile
 CONTENIDO
 
El tornado, los ciclones y la vivienda en Cuba
Díaz-Canel ha manifestado repetidas veces —durante las reuniones cuyos fragmentos se divulgan— el propósito de llegar a 50 mil viviendas terminadas anualmente, lo que no queda claro es el cómo y el con qué recursos.
Por Germán M. González
El pasado 28 de enero tocó tierra en el barrio Palatino, municipio 10 de Octubre, un tornado con vientos de 300 Km/hora. En su ruta afectó este municipio y a San Miguel del Padrón, Regla y Guanabacoa, densamente poblados y a zonas menos pobladas hasta salir al mar al este de la capital. Calculados unos 40 Km de recorrido, con una ancho promedio de 500 m arroja que afectó unos 20Km2, es decir, menos del 3% de los 728 Km2 de superficie que ocupa la capital, no obstante con resultados desastrosos para los compatriotas que habitan el área, unos 200 mil, equivalentes al 9% de los habitantes de la ciudad. La velocidad de traslación del fenómeno, más de 40Km/hora evitó daños aún peores y mayor pérdida de vidas.
El pésimo estado de los inmuebles más la debilidad de las redes de servicios públicos (electricidad, telefónicos, gas y agua) por antigüedad y ausencia de mantenimiento potenció los daños ocurridos y constituye una dolorosa muestra del estado de nuestra capital. Aterra pensar en un huracán de gran intensidad cubriendo muchísimo más territorio y con menor velocidad de traslación, lo cual implica mucho más tiempo batiendo las frágiles estructuras habaneras, si además sumamos el efectos de las lluvias que suelen acompañar a esos fenómenos tenemos un cuadro inimaginable.
De inmediato salieron a relucir varias cuestiones inherentes al sistema socio político vigente en Cuba, veamos:
·                     Para los medios oficialistas la “noticia” no fue el tornado, sino las actividades que en torno a la situación realizaron los dirigentes del País: “Fulano de tal” seguido por una larga lista de cargos gubernamentales y partidistas (es lo mismo), describiendo qué hizo el mencionado, quedando en segundo plano los hechos del fenómeno.
·                     En La Habana cobró protagonismo el “boss” partidista, relegando a los jefes de supuesto gobierno, supuestamente electos, a un segundo (o tercer, o cuarto) plano. Quedó clarito en dónde reside y quién ejerce la autoridad real y para qué existen las estructuras gubernamentales que —de nuevo supuestamente— elige la ciudadanía.
·                     Las afectaciones a viviendas se incrementaron en cada información brindada. La primera el 29 de febrero hablaba de 1,238 afectaciones y 347 derrumbes totales, luego de sucesivos incrementos el día 9, doce días posteriores al paso del evento, Granma informaba cinco mil 821 viviendas afectadas y 502 derrumbes totales, dos días más tarde se llegó a siete mil 436 afectaciones sin especificar número de derrumbes.
·                     En otros eventos se ha hablado de movilización de reservas, en esta ocasión el ministro de economía y planificación reiteró repetidas veces en las reuniones divulgadas por los medios oficiales que “Cuba cuenta con los recursos para recuperar los daños”, es decir, nada de reservas y lo que esto significa: se trasladan recursos materiales y humanos de otras regiones del País para paliar los daños del tornado. Las implicaciones las abordaremos ahora.
Veamos la situación de la vivienda según fuentes oficiales:
El Granma (25 de enero del 2018) publica que el 47% de las viviendas resultan inadecuadas, solo superado en América Latina por Brasil (64%) y lejísimo de Argentina (22%) y Chile (23%).
El ritmo de construcción desciende en los últimos doce años, desde más de 111 mil en el 2006 hasta menos de 22 mil  en el 2017 según el Anuario Estadístico (AEC), la menor cantidad desde que se dispone de estadísticas. Según datos preliminares en el 2018 suben a alrededor de 30 mil. Vista en gráfico hasta la cifra oficial disponible:
En su edición del pasado 1º de junio del 2018 Granma ofrece datos escalofriantes:
Viviendas pendientes de solución:
Total
De ello: derrumbes totales
Huracanes anteriores a Sandy (2012)
42 mil
25 mil
Huracán Sandy (2012)
36 mil
14 mil
Huracán Matthew (2016)
8 mil
7 mil
Huracán Irma (2017)
115 mil
15 mil
 
En total existen 201 mil viviendas afectadas de ellas 61 mil derrumbes totales, 42 mil y 25 mil respectivamente son anteriores al 2012. Las afectaciones del tornado ocurrido el 28 de febrero en La Habana equivalen al 3.7% de las afectaciones totales y el 0,8% de los derrumbes pendientes de solución acumuladas por ciclones desde antes del año 2012, según las informaciones de Granma citadas.
En resumen: nos congratulamos si los compatriotas de La Habana logran recuperar sus viviendas y otros bienes afectados, pero no podemos olvidar a las decenas miles de cubanos afectados desde hace muchos años y que ahora ven alejarse las esperanzas de mejorar su situación.
Obviamente una idea más exacta la tendremos cuando se publiquen las cifras oficiales del año 2018, pero la cifra preliminar ofrecida de treinta mil viviendas terminadas en el 2018 no mejora mucho la situación descrita.
Díaz-Canel ha manifestado repetidas veces —durante las reuniones cuyos fragmentos se divulgan— el propósito de llegar a 50 mil viviendas terminadas anualmente, lo que no queda claro es el cómo y el con qué recursos. El cómo despierta dudas por la usual ineficiencia de la economía cubana de 1959 acá.
La pregunta de con qué recursos despierta aún más incertidumbres dada la situación financiera del país —actual y predecible— y el hecho de que las inversiones cubanas se encuentran condicionadas por los convenios para la “reconversión” de la deuda externa los cuales estipulan que se realicen satisfaciendo intereses directos e indirectos de empresas de los países acreedores (1), y la vivienda de los cubanos no clasifica en esas condiciones.
(1) Ver sitio WEB del gobierno (Hacienda) y del banco español, por ejemplo.
Para hacer mover lo inamovible,
José Gabriel Barrenechea, Encrucijada, Villa Clara.
La vía de provocar los cambios en Cuba pasa necesariamente por lograr que una opinión pública presione al régimen. Ahora, la opinión pública externa, y la interna, no coinciden en dinámica… ni en opinión. Hay distintos intereses, y sobre todo hay distintas maneras de llegar a la información necesaria por los integrantes de cada una de ellas para asumir una posición política. Los cubanos, como ya he dicho antes, son marcianos para el terrícola normal.
Luego, ya que hay dos opiniones diferenciadas, hay también dos maneras de ejercer esa presión que en si no coinciden.
No se puede motivar una opinión favorable para imponer los cambios de igual manera para el adentro que para el afuera. También es diferente la recepción del régimen de ambas presiones. Con la externa está acostumbrado a tratar. Tiene para ello un Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) desproporcionado, que mantiene embajadas en cualquier minúscula isla. Hay además una reacción natural del régimen “nacionalista” cuando esa presión excede ciertos límites: enquistarse, renovar el discurso patriotero; que por otra parte, créase o no, logra mover en Cuba todavía a un sector poblacional.
Es inexplicable como se logra ese milagro de que tal discurso funcione entre una población a la que si la dejaran se mudaría en pleno para Miami, pero es así. Como se sabe las masas no suelen moverse de maneras racionales, y es esta la razón de porque no tengamos todavía una sociología sistemática.
Por tanto, por el lado de la presión externa solo se puede ir hasta el final, si es que no se la usa solo como apoyo moderado de la presión interna. O sea, si Ud. va a tomar ese carril tiene que ir hasta la intervención. Ese es el camino que hay que recorrer completo si se quiere lograr derribar al régimen por la vía externa.
Sin embargo, a pesar de lo que diga el mundo, la verdad es que los americanos siempre han sido muy reticentes para lanzar intervenciones. Venezuela en estos días nos lo reafirma. Y lo peor, como no entienden al mundo fuera de su sociedad, siempre el resultado de las mismas es un soberano desastre. Salvo en Alemania y Japón, las intervenciones americanas siempre han sido un fiasco.
Nos queda por lo tanto la vía interna: Lo real es que el régimen estaría indefenso ante una opinión interna que logre surgir a pesar de los mecanismos totalitarios para más que controlar a esa opinión, crearla. Una opinión interna no coincidente le es inmanejable a una dictadura totalitaria, que para controlarla en alguna medida deberá moverse hacia un régimen más abierto. Y como bien se sabe cuándo una dictadura totalitaria emprende ese camino ya no hay vuelta atrás. En el nacionalista caso cubano sobre todo, porque al dejar de serlo, y no tener el absoluto control de la información, ya no puede usar a la presión externa para lograr agrupar a su alrededor a la interna con el tema del patrioterismo.
Una vez que el régimen cubano pierda el control sobre la información, que surja una amplia masa crítica con una opinión no coincidente con la que el alimenta, ha firmado su sentencia de muerte, porque incluso su amplio sistema de represión profiláctica ya no podrá ocuparse de esa masa.
Es, por cierto, lo que hoy ocurre en Cuba.
Para muchos el 24 es una derrota si no se admite que hubo megafraude. Para mí el 24 es el principio del fin de la dictadura que se vanagloria del evidente triunfo del Sí.
En mi caso interpreto el resultado así:
A pesar de los precios de internet, el control sobre antenas y la interferencia a emisiones de radio, un considerable porciento de la población fue capaz de llegar al discurso opositor, y en consecuencia asumió la posición opositora ante el referendo. Ahí están los dos millones que votaron No, o que no fuimos a votar.
Pero lo más importante es que un considerable por ciento de los del Sí, lo hizo porque entendió que esa constitución ampliaba sus posibilidades, sus derechos. O sea, existe o se creó un considerable porciento que tiene el deseo de incrementar sus derechos, pero que por el control sobre la información, o juzgar que el régimen es fuerte aun, prefirió coger lo que le daban, antes de presionar por más. El asunto es que desde ese punto de ansiar ampliar el rango de sus derechos, de manera consciente, se los puede hacer evolucionar naturalmente hacia una postura presionante.
Claro, si ahora no salimos a darle armas al régimen para que organice una de sus campañas patrioteras, lo cual retrasaría la evolución indicada (desde mi punto de vista esa evolución, más lenta o más rápida, es ya inexorable).
Es este el fundamento del pedido de presionar sobre la Ley Electoral: Con ello movemos a la opinión interna, ampliamos el volumen de su no coincidencia con la alimentada por el régimen, que a pesar del Sí es muy grande.
En este pedido debemos centrarnos en 3 puntos:
1- Voto para los residentes en el exterior, con una fracción de los asientos de la Asamblea Nacional destinada para ellos.
2- Que los ciudadanos puedan postular candidatos, siempre que logren reunir un porciento de firmas de los electores de la circunscripción en cuestión (2%). El proceso de recogidas de firmas debe ser simplificado de lo dispuesto hoy día (cada firma validada ante notario), aunque auditable.
3-Los ciudadanos firmantes-proponentes podrán organizar comisiones para seguir el escrutinio a los niveles correspondientes (municipio en todos los casos).
Como se ve una propuesta que no viola los fundamentos constitucionales del estado cubano, pero que es inaceptable para quienes monopolizan el poder político. Una propuesta que ahondará el abismo entre la opinión interna real, y la que intenta crear y necesita el estado totalitario cubano.
Quiero destacar, finalmente, que al hacer divergir a la opinión interna de la que el régimen intenta crear, al aumentar el grado de diversidad de la opinión interna desde la unitaria totalitaria, no solo creamos las condiciones para derribar al régimen, también, y sobre todo, fundamos las bases de la futura sociedad cubana democrática.
Como decía Martí: Fundamos la República Democrática desde la oposición a la dictadura totalitaria.
Tomado de primaveradigitalencuba Nº 576
A propósito de un viejo cartel en Centro Habana
Por Ivett de las Mercedes, La Habana
HAVANA TIMES – La situación habitacional en Cuba es una espina en el talón de la mayoría de los cubanos. Magda Espinosa, de 74 años, vecina del municipio de Centro Habana, nos cuenta la desazón que le provoca un cartel que reza Construcción de viviendas para combatientes,  sobre la fachada de una casa en ruinas en la calle Ánimas.
HT: ¿Puede argumentar en qué consiste ese sentimiento que le provoca mirar ese cartel?
Magda Espinosa: Es triste ver cómo años tras años los proyectos en nuestro país van quedando atrás. En Cuba estamos llenos de buenas intenciones, pero al final algo sucede y todo se estanca. Ese cartel, para mí, es un vivo reflejo de nuestra situación.
HT: ¿Será que las buenas intenciones no tienen sustento material?
ME: Uno espera que en algún lugar exista alguien preparado que saque las cuentas para el bien de todos, los planes económicos existen por algo, si bien es cierto que muchos abandonan el país, los que se quedan necesitan progresar.
HT: ¿Por qué cree que no se ve la mejoría en cuanto a la vivienda, a pesar de ser evidente que la cifra de los que se marchan va en aumento cada día?
ME: La lógica indica que mientras más personas abandonan el país más posibilidad de mejorar tienen los que se quedan, pero aquí todo está contra la lógica. En una casa viven a veces tres o cuatro generaciones, si los más jóvenes se van queda el resto, son muy pocas las casas vacías.
HT: ¿Qué cree que sucederá en ante esta situación?
ME: Lo mismo que hasta ahora. Las relaciones humanas continuarán deteriorándose, con toda su carga de gritos, amenazas, golpizas y silencios. Vivir con abuelos, hijos, nietos y bisnietos no es fácil, y si tienen un solo baño o un solo televisor o refrigerador, figúrate  lo que es hacer cola en tu propia casa para ir al baño.
Todas esas personas tienen que ir a la escuela o al trabajo a la misma hora, súmese a eso una casa donde el agua entra en días alternos; en algunas ocasiones los ciclos son más extensos; hay que cuidar cada centímetro cubico que se carga. Es muy fácil pasar por una calle y escuchar gritos, palabras obscenas, y juzgar cuando se ignora la vida que llevan esas personas empujadas por la necesidad.
HT: ¿Puede decirse que la vida de los habaneros es una batalla diaria y que la falta de vivienda conspira contra el bienestar del pueblo?
MA: Por supuesto, la violencia comienza en el hogar y va creciendo junto a otras necesidades que te asaltan cuando cierras la puerta. El país está bloqueado dentro y fuera, no hay recursos, y los pocos que tenemos caen en manos de algunos que sacan provecho de ello. Es una cadena de decenas de eslabones, lo único que puede hacer la gente necesitada es rezar y esperar por un milagro.
HT: ¿Entonces cree que el edificio de los combatientes no se concretará?
ME: Qué va a concretarse, hace muchísimos años que vivo por aquí, y ese cartel continúa en el mismo sitio, en realidad me pone mal, es como una constante, como una reafirmación de que todo seguirá igual. A veces doblo por otra calle para no verlo, la verdad es que me echa a perder el humor.
Una trata de enfrentar el nuevo día con optimismo, se dice que algo va a cambiar, evade los dramas, las situaciones difíciles, se adapta a vivir con poco, pero lo cierto es que a veces voy conversando con alguna amiga y mis pasos me traen por esta cuadra;  ahí me desgracio el día.  (yo dejaría esta parte del post para el final, le da un gancho tremendo)
HT: Originalmente este edificio debió ser para un grupo de combatientes en específico, ¿qué cree que ha pasado con ellos?
MG: Pienso que ellos y sus familiares también deben haber perdido la esperanza hace ya mucho tiempo, algunos habrán fallecido o, como tantos otros, abandonado el país por razones económicas. Puede ser que este cartel vaya un poco más en el tiempo y se refiera a los primeros combatientes de la Revolución, aunque espero que no sea así. Lo que sí puedo asegurar es que donde quiera hay casas y edificios en pésimas condiciones, algunos al borde del derrumbe.
Ahora la moda es darle algunos locales a los jefazos, un día usted ve una bodega o algunas tiendas, al siguiente, ve a los albañiles levantando una suntuosa mansión, sería muy bueno que alguna vez existieran edificios de apartamentos que se pudieran rentar.
No me opongo a que la gente tenga dinero, hay un mito en eso de que el dinero corrompe, no creo en eso, hay gente que trabaja muy duro y se merece vivir bien, creo que sería muy bueno que el que tiene dinero, tanto de su esfuerzo como de su familia que se lo envía del extranjero, pueda alquilar un apartamento o comprar un terreno y levantar su casa, por ahí existen muchos terrenos esperando ser habitados.
Hay gente que no tiene dinero y vive en llega-y-pon: casas de nailon, de papel, de tablas, de material reciclable, sin electricidad ni agua. El Estado debería abrir los ojos y pensar en esas familias de gente tan necesitada. La familia es lo más importante en una sociedad, después es muy fácil hablar de la violencia, de la pérdida de valores, juzgar a la juventud, pero qué generación ha vivido en las condiciones de hacinamiento que vive esta.
HT: ¿En qué condiciones vive usted?
MG: Mi familia es una de esas familias de la que antes hablé. Mi hijo es un joven estudioso que se sacrifica para salir adelante, sé que muy pronto irá por una nueva vida lejos de aquí. Las madres cubanas hemos aprendido a apoyar a nuestros hijos, aunque su ausencia nos duela, todas queremos lo mejor para ellos.
HT: ¿Entonces no tiene esperanzas de que las cosas mejoren?
MG: No, la esperanza es verde y se la comió la chiva. 
 Tomado de havanatimes.com
Cuba: agonía de una revolución
En la isla hubo un intento, una esperanza y una pretensión que no deben olvidarse. Pero el sueño que encarnó la llegada de Fidel Castro al poder hace 60 años agoniza sin remedio.
Patricio Fernández, Santiago de Chile
Muchos extranjeros han comprado propiedades a nombre de cubanos en los últimos años en La Habana porque aún no está permitido que lo hagan por sí mismos. Los precios se han multiplicado. En el barrio del Vedado abundan las mansiones y departamentos en restauración. En la zona de Miramar existen pubs donde los únicos negros que hay adentro son los guardias de seguridad: tipos grandes y macizos como los que custodian las discotecas neoyorquinas o parisienses. Meses atrás fui a uno de esos —el Mio & Tuyo—, y cuando quise llegar al área donde se encontraban las mujeres más admirables, uno de esos porteros me detuvo poniendo su brazo en mi hombro: “De aquí para allá es vip”, me dijo. “Para pasar debes comprar una botella de whisky Chivas Regal o ser socio del club”, agregó. Y yo pensé: terminó la revolución.
Al menos 30 movimientos guerrilleros surgieron en América Latina desde que triunfó la revolución cubana hasta fines de los años ochenta. Actualmente no queda ninguno, salvo el ELN de Colombia, convertido en organización delictual. La revolución —ese fantasma que hoy parece abandonar el continente— cautivó a los mejores políticos, artistas e intelectuales de su época, y una novelística esplendorosa brotó bajo su sombra. Hasta el cristianismo participó de su embrujo justiciero con la teología de la liberación. Pero esa fe hoy parece terminar su reinado. De ella quedan, cuando mucho, discursos vacíos, promesas y consignas que de tanto repetirse, sin nunca realizarse, han perdido su sentido.
Para esos que combatieron siempre la revolución, porque desde un comienzo atentó contra sus intereses y los tuvo por enemigos declarados, su muerte es motivo de festejos. A ellos les conviene, no obstante, mantener viva la idea de su amenaza, para así presentarse como guardianes de las mayorías y conservar el poder. Para quienes, en cambio, creyeron que otro mundo era posible y que la fraternidad podía imponerse al egoísmo, constatar que sus deseos abonaron la intolerancia, el abuso y la pobreza duele y quita el habla. Ha de ser por eso que hoy la izquierda honesta está muda.
Los cubanos suelen discutir sobre cuándo la revolución perdió su encanto. Algunos dicen que a comienzos de los setenta, tras el caso Padilla, con la sovietización del llamado Quinquenio Gris, cuando hasta los edificios se diseñaron con los planos de Jruschov y se instaló el concepto de “diversionismo ideológico” para todo aquel que pensara o deseara algo fuera de la norma establecida. Según otros, fue en 1989 con la Causa Número 1 —que terminó con el fusilamiento del general Ochoa, uno de los tipos más respetados de la revolución— y la caída de la URSS. Lo que vino después, el Periodo Especial, a los cubanos no se les olvidó más. Desapareció el petróleo y era tan breve el tiempo que tenían luz eléctrica que, en lugar de hablar de apagones, hablaban de “alumbrones”. Hasta gatos salían a cazar para comer.
El petróleo y la comida volvieron a Cuba con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela. Chávez vio en Fidel la figura de un padre, de un modelo, de un guía. Quiso seguir sus pasos y revivir a su manera el sueño de revolución que agonizaba agregándole el apellido de “bolivariana”. Compró Gobiernos en toda América Latina mientras el precio del crudo estaba por las nubes y los sumó al llamado socialismo del siglo XXI, cuando lo cierto es que el capitalismo ya había triunfado y lo suyo no era más que la triste caricatura de un hecho histórico que se apagaba. La revolución ya no tenía artistas, ni intelectuales, ni poesía, ni fe.
Si en Cuba hubo generaciones que se rompieron las palmas cortando caña, en Venezuela se predicaba con fajos de billetes en la mano. Si Chávez vio en Fidel a un padre legitimador, Fidel encontró en Chávez a un hijo como el que muchos cubanos tienen en el exterior, desde donde les mandan dinero para sobrevivir. Por duro que resulte reconocerlo, el sueño del socialismo y de la dignidad cubana estuvo siempre financiado por otros.
Pero si la revolución cubana perpetuó en el poder a ese grupo que lo conquistó a fines de la década de 1950, dando lugar a una gerontocracia inmune a los cambios, no generó una élite de millonarios, como el chavismo. En un comienzo se les llamó boliburgueses y hoy se les conoce como enchufados. Comerciando petróleo, droga, oro y diamantes nacionales, amasaron fortunas inconmensurables, al mismo tiempo que vociferaban contra los ricos y a favor del pueblo. Hoy son ellos los principales clientes de los pocos restaurantes de lujo que quedan en Caracas, mientras en los barrios se multiplican los comedores solidarios (ollas comunes) para combatir la desnutrición. Las cajas CLAP (del Comité Local de Abastecimiento y Producción) que reparte el Gobierno para paliar la crisis alimentaria, según bromean quienes las reciben, “son como el periodo, porque llegan una vez al mes y duran una semana”. La pobreza y la desigualdad han aumentado notoriamente bajo el Gobierno de Nicolás Maduro.
La Iglesia revolucionaria cubana está colmada de sacerdotes profesionales que ya perdieron la fe y de gestos que, desprovistos de significado, hoy parecen morisquetas. Nadie vive ahí ni de la tarjeta de abastecimiento mensual ni del sueldo que el Estado paga. Algunos lo resumen así: “Aquí unos hacen como que trabajan y otros hacen como que les pagan”. Con unos 26 euros mensuales —el equivalente al salario oficial—, se mueren de hambre. La mayor parte de la economía nacional se desarrolla fuera de esa estructura socialista. Quienes trabajan para una empresa estatal lo hacen principalmente para tener acceso a los bienes que pasan por ahí: los camioneros al petróleo, los panaderos a la harina, los albañiles al cemento… Luego lo roban como hormigas y lo venden en el mercado negro. Es una costumbre adquirida, de modo que ningún cubano juzga a otro por hacerlo. Si hubiera que describir el grueso del funcionamiento de la economía cubana, habría que decir que se trata de un capitalismo salvaje, desregulado y libre de impuestos.
El proceso de degradación no es nuevo, pero ahora se encuentra en una etapa terminal. Nadie habla de socialismo. Es notorio el renacer de una nueva burguesía. Aunque las condiciones de vida de la inmensa mayoría siguen siendo muy precarias, ese pequeño grupo que está protagonizando los cambios viaja, tiene Internet en sus casas (hay empresas piratas que lo instalan) y le sirve de fachada a dineros provenientes de fuera.
A estas alturas es un régimen político en el que nadie cree. Lo mató el orgullo, el autoritarismo, la burocracia. El iluminismo, la arrogancia, el control. Quiso ser el mundo nuevo y devino un mundo viejo. Desde hace tiempo su objetivo no es la justicia, sino la supervivencia. No salen en su defensa los espíritus atrevidos e irrespetuosos. Eso que alguna vez encarnaron los barbudos de la Sierra Maestra, hoy les apunta con el dedo y los condena. Me dijo un rastafari, en el parque Céspedes de Santiago de Cuba: “¿Cómo pueden seguir hablando estos viejos de revolución si luchan día y noche para que nada cambie?”.
A pesar de todo, en Cuba hubo un intento, un atrevimiento, una esperanza y una pretensión que más temprano que tarde debiera volver a encararnos, porque el ser humano puede renacer tras el fracaso, pero la renuncia a toda ilusión lo mata para siempre. La tarea de mantener vivo el espíritu de una comunidad, de hacer que cada hombre sea también responsable de los otros, y lograr que la libertad de cada individuo no sea enemiga de la libertad de los demás sigue en pie. Para hacerla creíble es requisito indispensable atreverse a pensar de nuevo. Dejar atrás sin complejos aquella izquierda fracasada y pervertida. Terminar con ese matrimonio envenenado, para poder enamorarse auténticamente otra vez.
Patricio Fernández es fundador y director del semanario chileno ‘The Clinic’. Su último libro, ‘Cuba. Viaje al fin de la revolución’, ha sido publicado por Debate el 24 de enero.