Apuntes para una transicion de la planificación al mercado y su
conveniencia para Cuba
Generaciones de cubanos han sido educados en los supuestos, que
el capitalismo es satánico y sus conductores: los empresarios, son
unos explotadores de sus empleados. También, que derrotado este
sistema injusto inexorablemente arribaríamos al Comunismo
después de transitar por el Socialismo. Visto en perspectiva lo
anterior, es cuando menos un sarcasmo. Lo cierto es, que el
castrismo nos desencaminó de la senda sustentable del desarrollo
económico, con el propósito de someter al pueblo cubano a sus designios. Después de 60 años,
nos encontramos con el desafío de implementar nuevamente una Economía de Mercado y su
entramado institucional afín: el de la Libertad y la Democracia.
Estoy seguro que las reformas estructurales de mercado no provendrán de las élites, que
usufructúan en el poder y, por el contrario, es necesario que un gobierno de transición se haga
cargo de las mismas. El panorama existente que deberá ser transformado es el siguiente:
reconversión de una economía estatal y planificada hacia una de mercado; exportaciones
deprimidas y poco diversificadas y por extensión un gran déficit en la Balanza de Pagos; déficit
fiscal y deuda externa; realineación de los precios, para que las entidades económicas puedan
operar con costos realistas; inflación, que puede llegar a la hiperinflación; restablecimiento de
la laboriosidad, el espíritu emprendedor y de la propensión a correr el riesgo vinculado a la
libertad; doble moneda y los consiguientes tipos de cambios; un entramado legal e institucional
corrupto, ineficiente y opresor; un clima de inversión atravesado por un Riesgo País alto; bajos
niveles de productividad del trabajo y del capital, entre otros.
Según el doctor Jorge A. Sanguinetty “el plan deberá contemplar acciones simultaneas y/o
interdependientes en tres frentes generales: a) político-administrativo, cubriendo aquellas
acciones que puedan llevarse a cabo al comienzo con el sistema económico existente; b) el
institucional, que incluye acciones dirigidas a transformar el sistema económico en uno de
mercado; y c) el humano, donde se incorporan actividades encaminadas a mejorar la
comprensión de los problemas económicos y a estimular los valores y las formas de
comportamiento, congruente con una economía de mercado”.
Es necesario crear instituciones, tales como: Bolsa de Valores, Casa de Corretaje, Lonjas del
Comercio; una intermediación financiera moderna: Banco Central independiente, Bancos
Comerciales, Cooperativas de Ahorro y Crédito y Bancos Comunitarios; Compañías de Seguro,
de Publicidad, de Servicios Legales y Monitoriadora de Estándares de Calidad; Centros de Apoyo
a las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), un Servicio Civil independiente eficaz del lado del
sector público, entre otras. Por otra parte, aprobar un código comercial afín, así como leyes que
regulen la bancarrota, la sanidad de los contratos y las patentes; revisar y adecuar la ley de
inversión extranjera; gestionar la incorporación al Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN); combatir la conducta anti-competitiva, incluyendo los abusos corporativos y la
competencia desleal; entre muchas otras. Son tan importantes los temas de macroestabilización como los de micro-estabilización, pero a estos últimos suelen no prestársele toda
la atención, por lo que, en nuestro caso, no debemos pasarlos por alto.
Sin una estabilización macroeconómica no es posible en ninguno de los escenarios enrumbar al
país en la dirección correcta. Evitar las presiones financieras, como, por ejemplo, topes
artificiales a las tasas de interés, ni políticas, que dirijan la asignación del crédito sobre bases
arbitrarias o administrativas. El sistema bancario debe estar sometido a un mecanismo de
regulación y supervisión, en aras de evitar lo que sucedió en el 2008. Una política monetaria y
fiscal orientadas a mantener a raya la inflación es de la mayor importancia. El déficit fiscal grande
tiene consecuencias nefastas y por tanto hay que constreñirlo en márgenes razonables.
El futuro proyecto nacional al que aspiro, pasa por el reconocimiento y respeto de la propiedad
privada. En la recién estrenada constitución quedó refrendada la misma, pero ésta está
insertada en un orden totalitario y planificado centralmente del cual en buena lid no se puede
sustraer. Algunas de las medidas a implementar para desmontar el ineficiente aparato socialista
de producción y servicio son: venta a subasta de las unidades productivas; distribución de la
totalidad o de una parte de la propiedad de las empresas estatales socialistas entre los
trabajadores, empresarios actuales y/o de toda la población y devolución, con criterios de
equidad y justicia, de las propiedades confiscadas a sus dueños nacionales o extranjeros.
Obviamente, sus antiguas viviendas no cuentan.
Para tal fin, el de las referidas devoluciones, se debe crear una agencia o ministerio a cargo de
las privatizaciones que evalúe cada una de las empresas y adopte una de las siguientes medidas:
liquidación de la misma por inoperante y obsoleta, realizarles mejoras si lo ameritase para
revalorizarla e insertar las que clasifiquen en el mercado de valores, con el propósito de vender
las acciones entre los trabajadores y el público, pero ofrecerle la posibilidad a los antiguos
dueños (nacionales o extranjeros) de convertirse en los accionistas mayoritarios. Eso es, después
de un proceso de reconocimiento y acreditación oficial del valor de las propiedades, que les
fueron robadas a todos y cada uno de los propietarios, se le entregaría un certificado protegido
contra la inflación con el cual pueden realizar la operación antes descrita, eso sí, con el
compromiso de invertir y operar la misma en nuestro país.
Con esto se busca una solución de compromiso: se involucra a los trabajadores y/o público como
propietarios, lo cual es un incentivo formidable, para que vean en la transición una gran
oportunidad y, por otra parte, se hace justicia con los que les fueron despojadas sus
propiedades. También atrae capitales, métodos gerenciales de primer nivel, tecnologías,
inserción en las redes de comercio global y juegan un papel muy importante que debe existir al
comienzo de cada transición: ser los pioneros, que contagian a muchos otros.
Si en el despegue de la transición, el valor de los activos fuese relativamente bajo, eso
estimularía la entrada de capital y con ello aumentaría la producción y el ingreso percápita y
corporativo, por el contrario,si dicho valor fuese muy bajo no se debía permitir que se vendieran
a un precio ínfimo, porque pondríamos al país casi totalmente en manos extranjeras. El anterior
dilema hay que enfrentarlo con inteligencia y firmeza. No es lo mismo propiciar la inversión
orientada a incrementar los bienes y servicios, que el capital que arriba para adquirir los activos
existentes.
Además de la formulación inteligente de una política económica, se necesita la firme
determinación de los operadores de la transición, así como su capacidad organizativa y
ejecutiva, para enfrentar los muchos desafíos e imprevistos. La experiencia ha demostrado que
el éxito de la transición depende más de propiciar una eclosión de nuevas empresas: micro,
pequeñas, medianas y grandes, así como de la rapidez en la adquisición de una cultura gerencial
y de las prácticas de negocios que la privatización más o menos exitosa de las entidades
existentes. Posiblemente “la reforma más importante sería facilitar la creación de una multitud
de PYMES y así iniciar una verdadera democratización de la economía”. Para ello se necesita
implementar lo más ágil posible, el entramado legal e institucional que necesita una economía
de mercado moderna, pues a diferencia de cómo piensan muchos, la prosperidad no surge
espontáneamente.
La flexibilidad de precios le es ineludible a una economía de mercado. Es muy probable, que la
diferencia entre los precios actuales y los que resultarían después de instaurado un régimen
flexible, sea sustancial y muchos productos básicos no puedan ser adquiridos sino existe un
ajuste salarial al alza. Los salarios son parte de los costos, que a su vez se trasladan a los precios.
En fin, se corre el riesgo que se desate una espiral inflacionaria de consecuencias devastadoras,
sobre todo en un país como Cuba donde la productividad del trabajo es baja. La experiencia
aconseja, en sentido general, utilizar el método de prueba y error, en aras de obtener una
consecución sustentable de las reformas de mercado.
Favorecer o afianzar, según sea el caso, el capital humano y el capital social, son indispensables,
para alcanzar el desarrollo en todos los órdenes y satisfacer las necesidades humanas. Un
sistema educativo potente y eficaz, es de la mayor importancia, así como unas actitudes y
valores concomitantes con: la confianza, la capacidad de construir organizaciones complejas de
forma autónoma, la integridad, la capacidad de trabajar en equipo, la propensión de cumplir
con los contratos, el sentido de responsabilidad y una cultura cívica y democrática, así como de
sus derechos afines, entre otros.
El éxito o no de los diferentes países que emprendieron la ruta de la transición del Socialismo
Real a la Democracia estuvo dado por varios factores, como: si padecieron una guerra civil, la
distancia a que se encontraban de una economía de mercado desarrollada, el tamaño del sector
industrial disfuncional conque tuvieron que lidiar, y el tiempo de duración del sistema comunista
que padecieron. De ahí la importancia, que el concedo a la filosofía de la NOVIOLENCIA, que
pasa porque el contexto en que debe desarrollarse la transición sea de paz social y reconciliación
nacional, la única manera en la que Cuba podrá encontrar la senda del desarrollo, lo más rápido
posible. Los casos, comparables más o menos con Cuba, de Croacia, Armenia y Azerbaiyán son
elocuentes, de lo que debemos evitar en nuestro país: la guerra civil. Por otra parte, pende sobre
nosotros como una espada de Damocles complicaciones vinculadas con: diferentes velocidades
de las transformaciones en los distintos sectores económicos; la aparición de una poderosa
oposición antireformas; las pérdidas significativas de puestos de trabajos y en mayor o menor
medida riquezas, por el desarme de instituciones ineficientes en la fase crítica inicial y demás
(ver Lev M. Freinkman). También tenemos a nuestro favor la cercanía de los Estados Unidos, así
como de una diáspora exitosa. Después del desmantelamiento sustancial de la industria
azucarera, la economía cubana se afianzó básicamente como una de servicio y obviamente nos
queda un sector manufacturero pequeño que reformar. También llevamos un tiempo nada
desdeñable de opresión política y su concomitante modelo económico: la planificación central,
pero existe una buena noticia: el gobierno, a contra pelos, comenzó a realizar pequeñas
reformas de mercado que empiezan a alentar en determinados sectores de la sociedad la
iniciativa privada y la cultura que le asiste. La globalización capitalista nos penetra de mil
maneras.
El economista cubanoamericano Luis R. Luis nos ofreció las siguientes experiencias de las
transiciones exitosas: “El programa de privatización está orientado a lograr varios objetivos:
aumento de la eficiencia de las empresas, que pasa por la rentabilidad; propician el desarrollo
de una economía de mercado; refuerza la posición fiscal de gobierno; facilita la disminución de
la deuda externa; desarrollo de mercados domésticos de capital; promueve la inversión
extranjera y aumenta la participación de la población local en la propiedad de las empresas. Los
mecanismos principales usados para colocar las acciones de las empresas son los siguientes:
ventas directas por parte del gobierno a un grupo de inversionistas; subastas y otras formas
competitivas; privatización espontanea de empresas estatales; distribución gratis de acciones al
público; compartir las ganancias y el capital de las empresas con los empleados; venta directa
de acciones de las empresas al público y venta de bloques de acciones en bolsas extranjeras”.
A la luz de las experiencias positivas, que desarrollaron lo israelitas y los chinos, en la integración
de sus respectivas diásporas, en sus recorridos por la senda del progreso, nosotros mejor que
nadie, podemos realizar una asimilación crítica de esas prácticas. La movilización correcta del
capital físico, humano, financiero y social de ellos puede acelerar el proceso de transición. En
ese orden, Albert Hirschman enunció: “el desarrollo se refería menos a la asignación de los
recursos existentes y más a la movilización de recursos ocultos, dispersos, o mal utilizados”. En
fin, estamos hablando de una diáspora altamente triunfadora en lo económico y político que
tiene mucho que aportar en la reconstrucción de nuestro país.
El régimen totalitario, capitaneado por el General de Ejército Raúl Castro y el Presidente
designado Miguel Díaz Canel, viene implementando unas reformas. Como es sabido consisten
en: darles mayor autonomía a las empresas estatales socialistas, promover entidades no
estatales de bajo perfil, que se muevan en una órbita sistémica, como: el cuentapropismo, el
usufructo, el arrendamiento, las cooperativas. También reformaron la Ley de Inversión
Extranjera, con el propósito, de que las inversiones de allende los mares se convirtieran en el
motor que encadenara la economía, así como han recreado algunas de las instituciones que
describí anteriormente, pero las mismas, están alineadas a las necesidades y prácticas
“socialistas”, por lo que deben ser reformadas.
En el pasado, habían mejorado en algo el sistema bancario al separar el banco central de los
comerciales, pero obviamente siguen siendo estatales. También le dieron, en comparación con
el pasado, una mayor autonomía a los trabajadores agrícolas en lo que han dado en llamar las
Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC). Pero todo el andamiaje sigue operando en
el contexto de la planificación central y con el partido único, como el dirigente político superior.
En este trabajo, no menciono todo esto, porque el resultado es pésimo. Solamente las micro y
pequeñas empresas de iniciativa privada como los cuentapropistas y las cooperativas no
agropecuarias (muy reducidas en cantidad la existencia de estas últimas), han generado puestos
de trabajos y riquezas, no por gusto son los más pro mercado de todos. Les están exigiendo que
se incorporen a lo sindicatos oficialistas, paguen la contribución a las Milicias de Tropas
Territoriales (MTT) y asistan a los desfiles y demás actividades del gobierno. Toda una
humillación. En absoluto, no creo, que vayan a sacar al país adelante y, por el contrario, ha
aumentado la precariedad de la vida grandemente.
Librado R. Linares García, Sec. Gnral. del MCR
Nota: una de las referencias más importante es la compilación que hizo, Joaquín P. Pujol, con el título, Cuba: Políticas Económicas para la Transición.
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