Cuba: Aduana y el ministro de Economía se pronuncian sobre importación anual y las ‘mulas’
Unas mujeres llevan una bolsa después de llegar en autobús a La Habana, Cuba, el jueves 27 de junio de 2019. AP
La Aduana General de la República y el ministro de Economía de Cuba, Alejandro Gil Fernández, se han visto obligados a salir al paso de comentarios en las redes sociales que auguraban un aumento en los aranceles a la importación de mercancías por parte de individuos, un canal que abastece directamente el creciente mercado negro en la isla.
“De la importación por las personas se ha sido claro. En las dos mesas redondas se dijo lo mismo: se trabaja por el lado de la oferta, no por la prohibición. Referente al cobro en CUC a partir de septiembre, no está previsto en las medidas”, tuiteó el ministro de Economía este domingo.
Por su parte, la Aduana por su parte publicó un comunicado para desmentir informaciones publicadas de “manera errónea y malintencionada” que hablaban de la eliminación del pago en moneda nacional por los aranceles de la primera importación anual de mercancías para los cubanos que residen en la isla.
Los cubanos que residen en la isla tienen derecho a importar una vez al año una cantidad determinada de mercancías, cuyos aranceles se pagan en moneda nacional. Después de esa primera importación, todas las demás se pagan en CUC, el equivalente cubano de moneda convertible. Y los cubanos que llevan más de dos años residiendo fuera de la isla, pierden el derecho a pagar los aranceles en moneda nacional y deben pagarlos en dólares.
Gil Fernández junto al gobernante Miguel Díaz-Canel comparecieron en la televisión nacional para explicar una serie de medidas con el objetivo de revitalizar la siempre frágil economía de la isla. El ministro anunció en ese momento que tomarían medidas para favorecer la producción interna y reducir las importaciones.
El funcionario también habló de la importancia de usar los dólares que los cubanos gastan en comprar mercancías en Panamá, Haití, Rusia y otros países, adonde los cubanos viajan a comprar productos para abastecer el creciente mercado negro, lo que generó toda suerte de especulaciones sobre futuras medidas. The Havana Consulting Group ha estimado que cada año escapan de la isla 2,390 millones de dólares para compras en terceros países.
El actor y comediante Luis Silva, conocido por su popular personaje Pánfilo, un anciano jubilado que se enfrenta a las dificultades cotidianas en la isla, fue quien pidió una aclaración a las autoridades sobre las supuestas medidas que terminarían con las importaciones para personas naturales.
“Las importaciones se quitan solas el día que las cosas estén en las tiendas a un precio razonable. Nadie quiere joderse la columna vertebral cargando tanto peso, por amor al arte. Quieren ganarle tanto a un televisor [el gobierno] que la gente sale a buscarlo a Panamá (por decir un país, porque hasta Rusia y Haití va el cubano)”, escribió Silva en sus redes sociales. El artista tiene 179,000 seguidores en Instagram y unos 346,890 en Facebook.
Silva criticó el monopolio estatal sobre el comercio, que impide que los cuentapropistas —un eufemismo oficial para llamar a la pequeña empresa privada— pueda importar libremente. “Sigan apretando, que la gente se cansa. Abrir es lo que toca, no cerrar”, añadió.
Como Pánfilo, el personaje que lo ha vuelto famoso, Silva cuestionó cuántos televisores han vendido las tiendas estatales y puso como ejemplo de las trabas internas el caso de un familiar al que hace poco le cobraron el equivalente a 400 dólares por entrar al país unas piezas para un auto norteamericano clásico, conocidos en la isla como almendrones.
“Después hablan en la televisión del mal estado de los vehículos, los accidentes, etcétera. ¿Pero qué hace el país para que el pueblo con Ladas viejos, y almendrones destrozados mejoren sus vehículos? ¿Qué hace? Cobrar 400 dólares o más en la Aduana por entrar unas piezas que el Estado no vende ni fabrica”, escribió.
Cuba es uno de los países con peores índices económicos en el continente. Con un sistema socialista que privilegia la empresa estatal —una herencia de la desaparecida Unión Soviética— la isla ha intentado reformar su economía para atemperarla al mercado.
La lentitud de las reformas, unido al descalabro de la economía de su principal aliado y benefactor, Venezuela, ha hecho que muchos ciudadanos teman el regreso de una nueva crisis como la que vivió el país tras el fin de los subsidios soviéticos a principios de 1990.
La administración del presidente Donald Trump culpa a La Habana por la crisis venezolana, por lo que ha aumentado la presión sobre la isla, levantando la moratoria a la implementación del Título III de la Ley Helms-Burton y prohibiendo los viajes en cruceros desde territorio norteamericano.
A pesar de lo que los funcionarios cubanos llaman “un incremento de la guerra económica”, prometen que la economía crecerá este año, un pronóstico que no goza de muchos adeptos entre los economistas expertos en asuntos cubanos.
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