La recién concluida campaña azucarera 2018-2019 quedó un 13% por debajo del plan de producción de azúcar trazado por las autoridades. En la reunión del Consejo de Ministros donde se dio a conocer esa información, el grupo azucarero AZCUBA  enumeró algunas de las causas del referido incumplimiento. Resulta significativo que se trata de factores adversos que también pudieran afectar el desempeño de otros sectores de la economía.

Se habló, por ejemplo, de la falta de completamiento de la fuerza de trabajo. Un fenómeno que se presenta lo mismo entre las fuerzas que ejecutan el corte de la gramínea, que en los especialistas que atienden el proceso fabril en los centrales. Una escasez de mano de obra de la que ya se había alertado, motivada en lo fundamental por el éxodo de obreros y técnicos hacia otras labores.

A la hora de analizar las causas del éxodo nos encontramos con que el sector azucarero reportó la mayor caída en el salario medio mensual al cierre de 2018 con respecto al año precedente. Según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), ese indicador pasó de 1.236 pesos en 2017 a 990 pesos en el 2018. Una disminución del 20%. En otros sectores donde ocurrieron decrecimientos salariales, las mermas fueron de una magnitud menor. Por ejemplo, en las industrias manufactureras el decrecimiento fue del 17%, en la agricultura del 11%, en la cultura del 6%, en la administración pública del 5%, en educación y salud pública del 4%, y en las ciencias del 1%.

Es decir, que mientras el mandatario Miguel Díaz-Canel se preocupaba por elevar los salarios en el sector presupuestado, un componente importante del sector empresarial, como lo es sin dudas el azucarero, exhibía una caída salarial que, al parecer, influyó en la decisión de muchos trabajadores de ir en busca de nuevos horizontes.

Los directivos de AZCUBA se refirieron también a la “no entrada a tiempo de un grupo de aseguramientos, lo que afectó el alistamiento y la disponibilidad de los centrales, cosechadoras y camiones”. En este sentido, los empresarios del resto de los sectores de la economía podrían enarbolar esa máxima que reza: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.

Porque de la misma manera en que faltaron los insumos y materias primas  de importación para la producción azucarera, también podrían escasear para otras producciones. Hay que recordar que, en su obsesión de sustituir importaciones —o sea, de convertir esa práctica en estratégica, más allá de responder a determinadas coyunturas presentadas con las finanzas externas de la nación—, el señor Díaz-Canel ha orientado producir casi todo en el país, y si algo hubiese que importar, que sean los insumos y materias primas.

Semejante estrategia podría suponer un gasto doble en el proceso de obtención de bienes y mercaderías de imprescindible presencia en nuestros mercados. Por una parte habría un gasto en la creación de condiciones para la fabricación nacional del referido bien. Mas, si no llegan los insumos necesarios para el proceso productivo, es muy probable que de todas maneras haya que importar el producto terminado con tal de cubrir la demanda interna.

A la postre, si Díaz-Canel tuviese en algún momento que variar su política económica, le quedaría el consuelo de que se trataría de una rectificación más dentro de una larga serie que ameritaría un premio Guinness. No olvidemos, por citar un solo ejemplo,  que Fidel Castro emprendió en 1986 una rectificación de errores —que incluyó retomar las ideas del “Che”— dentro de la rectificación del idealismo guevarista de los años 60.