Elías Amor Bravo, economista
Granma es un periódico oficial al servicio del partido único, el comunista, que maneja la propaganda como instrumento de comunicación. Lo que ocurre es que, en ocasiones, tanto se tensa la cuerda, que acaba por romperse. Me refiero a dos informaciones publicadas sobre el embargo o bloqueo. Las dos merecen atención porque ofrecen claves para entender lo que pasa en la economía cubana.
La primera información se refiere a la disminución de la cantidad de frijol planificado en el plan del 2020. Un descenso, calificado de “importante” que según las autoridades del ministerio de agricultura en su página web, supone la mitad de lo planificado (de 47.100 hectáreas a 22 mil sembradas) y las entregas ( de 54.550 planificadas a 25.300 entregadas).
Según responsables del ministerio, de las 22 mil hectáreas sembradas, solo pudieron proteger con fertilizante un 16% y con plaguicidas químicos el 15%, y todo ello, además de las limitaciones con el combustible para el desarrollo de las diferentes atenciones culturales y las cosechas, ha afectado el desarrollo del cultivo de frijol que tiene una importancia destacada en la alimentación de los cubanos. Las limitaciones de combustible podrían pasar, pero ahora viene lo más importante.
Al parecer, el 23 de diciembre de 2019 pasado, “especialistas del Instituto de Sanidad Vegetal y el Laboratorio provincial de Sanidad Vegetal de La Habana confirmaron la presencia del insecto Megalurothripsusitatus, originario de Asia y conocido como trips de las flores de frijol, en los cultivos nacionales”. Como no había superado el umbral económico de daños, su presencia en Cuba no había sido reportada antes como plaga.
Sin embargo, el bicho ha cogido velocidad y las autoridades calificaron como “territorios más afectados a Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spiritus y Ciego de Ávila. La encuesta de detección y de delimitación indicada por la dirección de Sanidad Vegetal, encontró 13.533 hectáreas afectadas, de las cuales se han dado de bajas y han sido demolidas sin llegar a ser cosechadas 7.792 hectáreas, hasta el momento”.
Es decir, a resultas de la plaga que se extiende por medio país y a gran velocidad, los niveles de producción y entregas del frijol se ven afectados, mientras que en el resto de las áreas de cosecha las estimaciones de rendimientos se calculan en 0,6 t/ha frente a una cifra del plan de 1,16 t/ha. Desde luego, sorprende la rápida propagación de la plaga, su notable extensión en el territorio y como consecuencia de ello, el impacto sobre los niveles de producción que hará más difícil para los cubanos acceder a este producto.
Hay preocupación. Con respecto al control y detección de la plaga, las autoridades informan que “se lleva a cabo una estrategia de supervisión, vigilancia y acciones de control incluyendo el empleo del método cultural y el biológico, así como el tratamiento con insecticida natural y químico”. También “se forma a los técnicos, fitosanitarios, campesinos y activistas vinculados con la producción, en el reconocimiento de esta especie y su enfrentamiento. Igualmente, se acordó la creación de un grupo de trabajo, presidido por el Instituto de Investigaciones de la Sanidad Vegetal, para atender el manejo integrado de la plaga”.
Y después de esta somera descripción del problema, llega el asunto que interesa. Al parecer, en la página web del ministerio de agricultura ya habían previsto que 2020 iba a ser un año “difícil” en la producción de frijoles “debido las afectaciones del bloqueo de EEUU a Cuba en el sector agrícola”, y esta circunstancia se atribuye a “el encarecimiento de productos básicos para la siembra, debiendo recurrir a mercados lejanos para obtenerlos, el déficit de plaguicidas y las limitaciones con el combustible para las labores de preparación de tierra, siembra, atenciones culturales y cosecha”. Es decir, por asombro, la agricultura cubana se resiente porque EEUU no le vende productos intermedios, como si no existieran otros mercados de aprovisionamiento en el mundo. ¿Será cierto o hay algo más? Combustible, plaga y ausencia de transacciones con EEUU hacen que la producción de frijol se reduzca a la mitad. Ya veremos quién come y cuando.
La otra información, que contrasta por su contenido, hace referencia al tabaco. Uno de los renglones fundamentales de la economía nacional que celebró este mes el XXII Festival del Habano. Allí se expuso que esta actividad “va en crecimiento y en desarrollo y ya se comercializa en más de 140 países”. Las autoridades comunistas reconocieron que “el tabaco cubano es un elemento significativo en el comercio internacional porque permite incrementar los ingresos por exportaciones de forma continua, tal y como los necesita la economía nacional”. Además, el tabaco cubano se ha beneficiado de unas favorables condiciones del mercado, con buenos precios lo que ha permitido a las empresas ganar importantes beneficios.
El tabaco cubano hunde sus raíces en una cultura tabacalera nacional, que partiendo de las provincias de Pinar del Río y Artemisa, y allega a Matanzas a Ciego de Ávila; Camagüey en el norte de la provincia, hasta Guantánamo y Santiago de Cuba, donde a pesar de la escasa siembra se están haciendo inversiones para crecer. En el Festival se dieron los datos relativos a las ventas del consorcio Habanos SA que ascendieron a 531 millones de dólares en el mercado premium donde la compañía tiene un liderazgo mundial.
Habanos S.A. es una empresa mixta cubana, propiedad a partes iguales de Cubatabaco, de la Isla, y de Altadis, entidad española perteneciente al grupo inglés Imperial Tobacco Group PLC, que se encarga de la comercialización de todos los productos tabacaleros cubanos en el mundo. Negocios que alcanzar cifras millonarias y que atienden los cinco primeros mercados de la compañía, en volumen de ventas, España, China, Francia, Alemania y Cuba. Por regiones, Europa se mantiene como el principal mercado con un 53% de las ventas en volumen, seguido de América (18%), África y Oriente Medio (15%) y Asia Pacífico (14%). De EEUU ni se habló.
La viceministra primera del ministerio de comercio exterior y la inversión extranjera, dio la bienvenida a los presentes al certamen, destacando “el papel de punto de encuentro no solo de fabricantes y proveedores del mundo tabacalero, sino también de artesanos, coleccionistas, proveedores de accesorios para el fumador, fabricantes de artículos de lujo, impresores, transportistas y suministradores de productos gourmet de todo el planeta”.
Su discurso también hizo referencia al embargo y dijo “celebramos esta edición en medio de un escenario muy complejo para nuestro país, con el recrudecimiento como nunca antes del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos contra Cuba para tratar de aislarnos y asfixiarnos económicamente”, y ante la presencia del cuerpo diplomático acreditado en Cuba y de otras personalidades nacionales y extranjeras, “denunció que se ha incrementado la persecución a las transacciones financieras cubanas, existen dificultades con los suministros, se persigue y sanciona a las empresas y navieras para que no nos llegue el combustible, no solo para nuestro desarrollo, sino para el normal funcionamiento de la cotidianidad de la Isla”.
Y dicho lo anterior, alguien le debió indicar que ya estaba bien, y que mirase en otra dirección, recordando los 531 millones de dólaresde Habanos SA, de modo que la viceministra cambió el tono para añadir, “celebrar esta edición del Festival, a pesar de esta situación, nos llena de satisfacción. Demuestra no solo la capacidad de resistencia de nuestro pueblo y la voluntad de continuar luchando y construyendo nuestro futuro, sino también la confianza de hombres de negocios y expositores de los países que ustedes representan”. Y punto. No se volvió a escuchar ni una sola palabra más del embargo o bloqueo. La Feria Comercial y el Festival continuaron con sus 84 stands y 950 metros cuadrados de espacio de exposición, miles de visitantes y propuestas innovadoras del sector. Todo normal.
¿Notan ustedes alguna diferencia entre el tabaco y el frijol? El primero se vende libremente en el mundo y genera ingresos suculentos en divisas. El segundo va destinado básicamente a la llamada “canasta básica normada” en un volumen cercano a 70.000 toneladas de frijol. Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Quién puede tener más interés en producir, el tabaquero cubano o el productor de frijol? Imaginen que en Cuba existiera libertad para producir lo que cada uno quiera. Hagan sus apuestas. Yo lo tengo claro. La motivación puede más que cualquier embargo o bloqueo. Piensen que si se vendiera en el exterior toda la producción de frijoles cubanos se obtendría, a los precios mundiales, poco más de 45 millones de dólares, no llega al 10% de los ingresos de Habanos SA. La economía tiene unas reglas. ¿Por qué los comunistas cubanos se empeñan en no querer aplicarlas?
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