¿Por qué se rebelaron los cuentapropistas en Santa Clara?
Cubanos radicados dentro y fuera de la Isla han defendido la actitud de los manifestantes y catalogado la protesta como un “hecho sin precedentes”
VILLA CLARA, Cuba. – Jessica Hernández invirtió más de tres mil dólares en los últimos dos meses para la compra en Panamá de diversos artículos para revender en Cuba. “Cosas simples”, nos dice. “Lo que está perdido en las tiendas y que a la gente le hace falta”.
En el puesto de venta de esta muchacha, ubicado en la misma “candonga” de Los Framboyanes, al costado del Hospital Materno, pueden notarse diversos paquetes aún embalados en el suelo y otros encima del llamado canapé. Muestra con cierto orgullo los fardos de pampers para recién nacidos que hace meses no se encuentran a la venta en la red estatal, pantalones a precios más bajos que los disponibles en las TRD, perfumes, desodorantes y piezas de plomería.
Jessica estuvo en la manifestación organizada por estos cuentapropistas en Santa Clara, una movilización popular que partió desde la misma zona hospitalaria para detenerse por unos minutos frente al Gobierno Provincial. “Allí no nos hicieron caso, por eso nos fuimos para el Partido. Por el camino se nos fueron sumando gente de la calle”, rememora. “Aquello se puso duro, mucha gritería, no sé decirte la cantidad de vendedores que habían, pero éramos muchos”.
Arliety Ramírez, otra cuentapropista que transmitió en vivo desde su perfil de Facebook varios momentos de la marcha contó a Cubanet que el gobierno los había convocado días atrás a una reunión. En la misma se les informó que “no iban a quitar la candonga, que no querían cacería de brujas”. Sin embargo, los funcionarios dijeron que estaba prohibida la venta de medicamentos y la reventa de artículos procedentes de las tiendas recaudadoras de divisa.
“Nos explicaron que cada cual tenía que vender lo que decía su patente y nada más. Nada importado. Nosotros no tenemos mercado mayorista. Entonces, ¿de dónde vamos a sacar los productos para confeccionar las cosas? La protesta empezó por ahí. Recogimos toda la mercancía y la llevamos para las casas. Nos reunimos para pedir que nos dejaran vender lo que hemos importado. Todo eso lo buscamos nosotros mismos con mucho trabajo en viajes comerciales que salen carísimos. Ellos dicen que su idea no era cerrar la candonga, pero si todo el mundo entrega las patentes al final sería como cerrarla”.
Hace cerca de una semana, el canal provincial Telecubanacán en su horario vespertino de transmisión sacó al aire un programa conducido por el periodista Abel Falcón en el que ponían en tela de juicio los productos a la venta en la candonga de Santa Clara. Al mismo, estuvieron invitados varios funcionarios que criticaban la reventa de artículos procedentes de las TRD, tras el marcado desabastecimiento, sobre todo, con los productos de aseo personal.
“Lo que ocurre es que te están vendiendo el detergente a precios que no se pueden pagar”, opina Gerardo Marrero, un santaclareño que compraba latas de pintura este viernes en el área referida. “A esas personas deberían multarlas para que se acabe el acaparamiento. La otra noche, en el servicentro de la esquina de mi casa vi llenarse un camión con pomos de aceite. Estoy seguro que venía para acá para la candonga. Es una red de delincuencia que empieza desde los trabajadores de las shoppings hasta los propios gerentes”.
Arliety, que tiene patente de sastre, explica que los trabajadores de la candonga tienen que pagar no solo por esta licencia, también por el cuidado de los productos, su transportación, y la limpieza del sitio de venta.
“Yo trabajo aquí y también he tenido que pagar el detergente de 50 centavos a 50 pesos. No estoy de acuerdo con eso, pero si estuviera botado en las tiendas nadie lo revendería. Definitivamente aquí no se puede hacer ropa, la solución es comprarla hecha. Tienen que dejarnos venderla. Si no fuera por nosotros aquí no hubiera nada decente que ponerse. Si entregamos la patente tampoco tienen empleos para ofrecernos. Entonces, ¿están obligándonos a robar?”
Mientras, en las redes sociales, varios usuarios defendieron la actitud de los manifestantes y lo catalogaron como un “hecho sin precedentes”. No es la primera vez que los cuentapropistas de Santa Clara utilizan esta vía para reclamar sus derechos. Hace algunos años, los cocheros de la ciudad acudieron de la misma forma a las puertas del Gobierno Provincial para protestar por el costo del fisco establecido por la ONAT. Los motoneteros y taxistas también se han declarado en huelga en varias ocasiones en los últimos meses, ya sea por el precio del combustible, como por los precios topados al transporte privado.
“Lo que tiene que hacer el estado es importar más y tener abastecido el mercado. Estudiar cuáles son las demandas de los compradores. La gente comprará donde más le convenga, pero por ahora: Queremos candonga”, posteó en las redes el usuario Yeniel Cepero. También, Maibelys López defiende la existencia de este espacio como única alternativa para las madres cubanas: “Apoyo al que viaja sacrificándose para prosperar. Traen muchas cosas que hacen falta. Gracias a estas personas se pueden llevar zapatos, medias y mochilas decentes a las escuelas”.
Otra trabajadora de la candonga, Yanisel Pérez, refirió que se rebelaron porque “las patentes están bastante caras. Esa ropa traída de afuera no es robada, es comprada. Que les partan las patas a los gerentes y almaceneros”.
“Es verdad que nosotros vendemos las cosas al doble o al triple del precio, pero el estado también compra un televisor y le triplica el costo en las tiendas”, comenta Karla Sánchez, otra vendedora por cuenta propia del lugar. “Si uno se sacrifica y viaja, pasando veinte mil situaciones como hambre o con dinero prestado al garrote, algo le tenemos que sacar. Tampoco somos ricos como dicen por ahí. Aquí nadie se hace rico, porque no te dejan. Quizá vivimos un poco mejor que alguien que trabaje para el estado, pero con las mismas necesidades de todos los cubanos. Hay que sacar las cuentas y ver que tampoco se le gana tanto a un pantalón, dos ajustadores y cuatro perfumitos. Ahora nos dijeron que ni siquiera podíamos vender almohadillas sanitarias, porque eso pertenece también a Salud Pública”.
En la candonga de Santa Clara, por la izquierda, también se pueden adquirir medicamentos de la red de farmacias de Cuba y otros importados en píldoras y cremas. Sin embargo, en algunos puestos, los vendedores han colocado carteles que anuncian que “allí no se venden medicamentos”, para, en cierto modo, “despistar” a los inspectores. No obstante, los propios acompañantes de quienes se encuentran ingresados en los hospitales de la zona se ven en la necesidad de acudir allí como sugerencia, incluso, del personal médico.
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