September 24, 2024

ECONOMÍA Menos comida y más represión para los cubanos. ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana

ECONOMÍA

Menos comida y más represión para los cubanos

ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana

De acuerdo con cifras divulgadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), Cuba gasta anualmente cerca de 2.000 millones de pesos en la importación de alimentos, una cantidad considerada muy elevada por las autoridades de la Isla. Esta es una de las razones por las que el castrismo insiste en la estrategia de sustituir importaciones, y producir en el país la mayor cantidad de alimentos y otros bienes que precise la población.

Ciertamente, no se podría afirmar que abrir la economía a las importaciones resulte necesariamente una política equivocada. Todo lo contrario, pues si analizamos las naciones donde la población cuenta con altos estándares de vida, en la mayoría de ellas observaremos elevados niveles de importación de mercancías, lo que redunda en mercados abastecidos, productos de mayor calidad, y casi siempre a precios más asequibles.

Claro que para sustentar esas importaciones hay que contar con rubros exportables de calidad que cuenten con buena demanda en los mercados internacionales, o que penetren preferencialmente —como sucede en el contexto de los tratados de libre comercio— en determinado mercado. Premisas inexistentes en la Cuba de hoy.

Para corroborar lo anterior no hay que ir muy lejos. Porque la propia Cuba, antes de 1959, siempre mantuvo su mercado abierto a las importaciones, especialmente a las procedentes de EEUU, pero las cuantiosas exportaciones de azúcar posibilitaban que la Isla mantuviera generalmente un saldo positivo en su intercambio comercial.  Es decir, exportaba más que lo que importaba.

Ahora, en medio de la pandemia del coronavirus, se reducen las capacidades de importación de Cuba, que ya se tornaban diezmadas desde mucho antes. Con la abrupta paralización del turismo no se avizora otro renglón exportable  que pueda apoyar las importaciones que se necesitarían para mantener un abastecimiento adecuado de los mercados.

Es por ello que las altas esferas del poder ya manifiestan explícitamente la imposibilidad de importar. José Ramón Machado Ventura dijo que será muy difícil seguir importando alimentos, especialmente la leche en polvo.  Por su parte, el presidente Díaz-Canel aseveró que el país no podía importar más café.

Ante semejante situación, lo más juicioso sería crear un clima de confianza entre todos los actores de la economía encargados de la producción y comercialización de alimentos con vistas a mitigar la hambruna que parece venírsenos encima. Sin embargo, las acciones de la maquinaria del poder se alejan de ese necesario clima de confianza.

Durante la más reciente reunión del Consejo de Ministros, el primer ministro Manuel Marrero Cruz alabó las denuncias que a diario se hacen y que posibilitan los operativos policiales contra aquellos actores no estatales que poseen niveles de inventario superiores a los admitidos por el Gobierno.

Tras exponer que tales acciones —calificadas por medios independientes como una especie de cacería de brujas— no se limitarían al contexto de la pandemia, y que habían llegado para quedarse, el premier apuntó: “Cuando se tiene como aliado en esta batalla al pueblo, las posibilidades de éxito se multiplican. Con el actuar nuestro tenemos que corresponder a esa confianza, y que se sepa que cuando ellos denuncian nosotros actuamos en consecuencia, aplicamos la justicia y ponemos las cosas en su lugar” (Granma, 1 de junio).

Una vez más, el pueblo funge  como pantalla para encubrir la represión.

Bueno, podrían preguntarse algunos, ¿y qué quedan de aquellos debates durante el VII Congreso del PCC y las sesiones para  dar el toque final a la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, en los que se discutió acaloradamente acerca de si se les permitía o no  a los actores no estatales de la economía acumular cierto nivel de riqueza?

Al parecer, Díaz-Canel y su equipo de gobierno ya tienen la respuesta a tan sensible asunto: no habrá ninguna posibilidad de que ello ocurra.