September 26, 2024

ECONOMÍA Una nueva y necesaria política económica en Cuba, o muerte

ECONOMÍA

Una nueva y necesaria política económica en Cuba, o muerte

ELÍAS AMOR | Valencia

Mientras que numerosos gobiernos del mundo ofrecen información puntual a sus ciudadanos sobre el estado y previsiones de sus economías en la actual coyuntura, en Cuba domina el silencio tenso. Mientras que la OCDE y otros organismos internacionales de previsión económica ofrecen datos sobre la situación actual de las economías, el Gobierno de Díaz-Canel se reúne día sí, día no, pero no ofrece ni un solo dato que permita determinar en qué estado se encuentra la economía. La oscuridad macroeconómica es total. Nada bueno.

Tan solo las imágenes grabadas por los móviles de los cubanos permiten comprobar la ausencia de bienes de consumo cotidiano en las tiendas, que se mantiene una represión continua contra cualquier actividad económica calificada por el régimen de delictiva (cuando en otros países no lo es), y que noticias como la unificación monetaria y cambiaria crean tal desasosiego e inquietud en la población que las autoridades se ven obligadas a desmentir un día, lo que en otro afirman.

En este entorno de caos, incertidumbre y desconocimiento de la situación económica, los nuevos rebrotes de Covid-19 se extienden por todo el país, obligando al Gobierno a nuevos confinamientos y a la paralización de sectores fundamentales para la actividad económica, como el transporte de personas.

Sin disponer de información sobre las previsiones macroeconómicas a un año vista, y sin escenarios que permitan identificar lo que va a ocurrir en dicho período, los cubanos afrontan la crisis con total incertidumbre, falta de confianza en las autoridades y temores crecientes de un estallido social sin precedentes. En todo caso, la variable clave para orientar las decisiones económicas en Cuba continúa siendo, como en todos los países, la evolución de la pandemia.

Al principio, pareció que el Gobierno había doblegado las cifras, pero durante el verano los rebrotes han vuelto a dispararse por todo el territorio nacional, desbordando el ámbito de las grandes ciudades. En tales condiciones, la actividad económica en el tercer trimestre no ha debido registrar aumentos significativos, tras el histórico hundimiento producido durante el confinamiento del primer semestre del año.

A diferencia de lo ocurrido en otros países, el Gobierno cubano no se ha beneficiado de los efectos de un rebote de la actividad tras la hibernación impuesta por el confinamiento. Se tiene la impresión de que los datos de que disponen son tan malos que no se publicarán o difundirán.

En todo caso, parece que se ha producido un cierto repunte, pero mucho más débil de lo previsto. Esto significa que las previsiones de la economía para 2020, que formuló la CEPAL antes del verano, con una tasa del -8% para dicho ejercicio, han podido quedar superadas por los acontecimientos y lo que es peor, Cuba no recuperará los niveles precrisis al menos hasta 2024 o 2025, mucho más tarde que otros países de América Latina y Caribe.

¿Cuánto se hundirá el PIB?

Es difícil realizar una estimación final del PIB para este año. Pero teniendo en cuenta la debilidad de la campaña turística, las deficiencias en la producción agropecuaria y la caída del consumo público, situar la caída de dicho indicador entre un 10% y un 15%, teniendo en cuenta la posible gravedad de los rebrotes del virus y que no sea necesario un nuevo confinamiento general, parece en este momento bastante razonable. De ese modo, la caída del PIB en Cuba recordaría, y mucho, a lo ocurrido en los años del período especial, una situación que empieza a ser temida por muchos cubanos, conforme avanza el año y se agravan los efectos de la crisis.

A los riesgos de la pandemia, que constituyen el primer y más poderoso obstáculo para la recuperación económica, se añaden otros factores de incertidumbre. Por un lado, la posible victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre en EEUU echaría por tierra cualquier planteamiento de negociación con el equipo demócrata de Biden, al tiempo que cabría esperar una intensificación de las tensiones entre Estados Unidos y Cuba, con el grave trasfondo de Venezuela. Por otro lado, de proseguir la actual escasez de divisas, Cuba no podría asumir los compromisos contraídos con el Club de Paris, y a pesar del aplazamiento de la deuda, un posible default en el pago de las misma dejaría a la economía cubana en una situación de máxima debilidad internacional.

¿Qué hacer?

Ante un horizonte como el descrito, una vez más hay que insistir a Díaz-Canel que debe apostar por la implementación de políticas económicas sólidas, coherentes, actualizadas en la medida de lo posible, y que incluyan, de una vez por todas, las necesarias reformas estructurales del marco jurídico de respeto a los derechos de propiedad y del mercado como instrumento de asignación de recursos.

Junto al diseño del modelo económico, hay que implementar un apoyo decidido a los sectores no estatales, el trabajo por cuenta propia, los emprendedores privados y las cooperativas no agropecuarias, concediendo facilidades de financiación y, sobre todo, medidas eficaces para preservar y crear empleo por estas entidades. Si la masa crítica de actividad económica privada se hunde con la crisis, será muy difícil recuperarla después. Y todo ello debe ir presidido por un plan de consolidación fiscal a medio plazo que sanee las cuentas públicas y las oriente hacia una posición de equilibrio.

Sobre todo, Díaz-Canel debe perder el exceso de confianza ideológica que declara hacia la capacidad de la “empresa estatal socialista” como eje del sistema económico. La experiencia ha mostrado, con creces, que estas empresas no son una solución, requieren subsidios para sobrevivir y no aportan lo suficiente a las cargas del Estado. El sector empresarial estatal es una rémora para la economía cubana y la única solución es la privatización dirigida por organizaciones internacionales que impongan transparencia en los procesos.

Hasta ahora, la hoja de ruta económica de Díaz-Canel ha sido la llamada Estrategia, un documento publicado en forma de tabloide, integrado por algo más de 400 medidas agrupadas en una serie de sectores y actividades. Si realmente se cree que ese documento, elaborado a partir de otros que han quedado obsoletos como consecuencia del Covid-19, va a sacar la economía cubana adelante, está equivocado.

Probablemente no haya datos estadísticos para evaluar el escenario actual, pero eso es una cosa, y otra la de fomentar un escenario incierto, en el que no se observa una gestión seria, responsable y coordinada de la crisis por los encargados de los distintos ministerios (ahí está el directivo del MINAL hablando de tripas y gallinas decrépitas).

La irresponsabilidad es muy grande y cobrará un alto precio. Se acaba el tiempo para una política económica competente y eficaz en la misión de sacar a Cuba de la grave crisis histórica en que se encuentra.