Leche que no has de beber… deja que la beba el pueblo
Marino Murillo, jefe de la Comisión de Implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del PCC, afirmó que es más barato importar leche que producirla en Cuba
LA HABANA, Cuba.- En 1958 en Cuba había una res por habitante (6.5 millones). La ganadería era uno de nuestros principales rubros económicos, a pesar de que se empleaban métodos rústicos y tradicionales. Diariamente los vendedores ambulantes dejaban los litros de leche en las puertas de las casas, nadie se los robaba. El desayuno habitual en casi todas las casas era café con leche y pan con mantequilla.
Cuando el dictador Fidel Castro tomó el poder, nos prometió que tendríamos leche por tuberías. Como hizo con cada porción de su feudo recién apropiado, se dedicó a “jugar” con la ganadería: empezó a aplicar métodos (o más bien experimentos) “científicos” como el ordeño mecanizado, la inseminación artificial, las escuelas de técnicos veterinarios, etcétera, así como a importar sementales para cruzar diferentes razas con el supuesto objetivo de obtener ejemplares de carne y leche, experimento que tuvo el resultado contrario. Como consecuencia, la ganadería comenzó a involucionar.
Hoy en día la ganadería cubana se halla en pésimas condiciones. Según el periódico Granma “Provincias como Camagüey, Villa Clara, Matanzas y Sancti Spíritus, grandes aportadoras de leche, incumplen sus compromisos de manera significativa, en lo cual incide la baja natalidad vacuna, la alta mortalidad, la carencia de agua y la pobre siembra de pastos para la alimentación animal en época de sequía”.
No es de extrañar que los campesinos no tengan incentivo para desarrollar ese rubro, pues es el Estado, y no ellos, quien dispone de sus rebaños. A falta de agua, comida y otras condiciones, las vacas se mueren de hambre y abandono. Cuando un campesino logra un rebaño próspero, corre el riesgo de que se lo confisquen o lo ahoguen en multas por cualquier motivo. Recientemente causaron gran indignación dos casos transmitidos por el noticiero estelar. Ambos campesinos habían logrado la proeza de tener rebaños bien cuidados. Ambos representan lo que necesita el país para salir de la crisis y evitar la hambruna existente. A uno de ellos le aplicaron la venta forzosa, alegando que no tenía el espacio suficiente para el número de reses. Al otro, un productor de leche y varios tipos de queso, le desmantelaron el negocio familiar.
En la Mesa Redonda del miércoles 14 de octubre Marino Murillo, jefe de la Comisión de Implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del PCC, afirmó que es más barato importar leche que producirla en Cuba. Si nuestros dirigentes son capaces de manifestar tal desinterés por la leche de origen nacional, ¿por qué no permiten que nuestros productores le vendan directamente al pueblo? En vez de eso, los cubanos tenemos cada vez menos acceso no solo a la leche, sino a los lácteos en general. A los niños se les quita la ración al cumplir los 7 años. Pocas personas enfermas –tras completar una serie de engorrosos trámites– reciben una cuota de 1 kg mensual. Al resto no nos quedan más que dos opciones, ambas insuficientes: o las tiendas en CUC o MLC, donde los lácteos tienen precios intimidantes, o acudir al mercado negro, donde a raíz de la creciente escasez la bolsa de leche en polvo ha alcanzado el precio de 7 CUC. Eso, cuando aparece.
Raúl Castro también prometió un vaso de leche para cada cubano, aunque no aclaró si se refería a un vaso diario o a un vaso en la vida. Sin dudas el general de ejército conoce la importancia de ese alimento para el sano desarrollo del ser humano. Seguramente a sus hijos nunca les faltó un vaso de leche.
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Gladys Linares. Cienfuegos, 1942. Maestra normalista. Trabajó como profesora de Geografía en distintas escuelas y como directora de algunas durante 32 años. Ingresó en el Movimiento de Derechos Humanos a fines del año 1990 a través de la organización Frente Femenino Humanitario. Participó activamente en Concilio Cubano y en el Proyecto Varela. Sus crónicas reflejan la vida cotidiana de la población.
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