¡NO SEAMOS INDIFERENTES A LA VIDA NI A LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA!
Si un bien valioso tenemos los seres humanos es la vida y la correspondiente dignidad que por el solo hecho de existir y de ser hijos de Dios tenemos. Todos somos valiosos, todos los seres humanos somos dignos de respeto, todos merecemos reconocimiento y valoración, y todos tenemos derecho a la vida, a una vida en paz y digna. Esta es una realidad que se impone ante cualquier otro cuestionamiento, esta es una verdad irrefutable, esta es una verdad que debemos respetar y reconocer todos, más allá de ideologías, más allá de raza, color de piel, credo, o cualquier otro criterio.
Por estos días, me ha dolido ver las reacciones de amigos, gente de mi edad, gente del barrio o de otros ambientes, a los que les resulta ya no insignificante o indiferente, sino motivo de burla el hecho de que haya personas exigiendo determinadas demandas en huelga de hambre, y que sus vidas estén en peligro. Más allá de quienes sean, de sus métodos o formas, más allá de sus defectos que seguramente los tienen, como también los tengo yo y cualquier ser humano, más allá de cualquiera que sea el argumento utilizado para descalificar, burlarse o relativizar el grave hecho que por estos días se desarrolla trágicamente en San Isidro, existe una verdad contundente que se impone ante nosotros y que debemos respetar por una cuestión de decencia, de principios, de solidaridad, de coherencia, de amor: está en juego la vida de personas, de cubanos, y eso es sagrado.
Más que la postura del gobierno o cualquier otra institución, más allá de posibles pronunciamientos de actores internacionales, más allá del hecho en sí de lo que sucede en San Isidro, es necesario mirarnos a nosotros mismos, es necesario ser solidarios y compasivos ante el dolor ajeno, o al menos respetuosos y decentes a la hora de referirnos a un fenómeno tan grave. Eso es algo que verdaderamente me preocupa: la insensibilidad que a veces mostramos ante el dolor ajeno, ante el atropello a la dignidad de las personas, ante la importancia de la vida.
Personalmente estoy en contra de cualquier forma de protesta que atente contra la vida de las personas, pero respeto a quienes asumen una huelga de hambre como método reivindicativo. Así también, desearía que todos los cubanos aprendamos a respetar a quienes son diferentes a nosotros, a quienes usan métodos de lucha con los cuales no concordamos. Si un deseo pudiera pedir para el pueblo cubano, es que aprendamos a respetarnos como somos, que nos reconozcamos y acojamos como valiosos a pesar de las diferencias, que valoremos y respetemos nuestra vida y la de los demás como el bien más preciado que nos ha dado Dios o el universo.
- Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
- Laico católico.
- Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
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