May 3, 2024

OPINIÓN El fondo del fondo JOSÉ PRATS SARIOL | Miami

OPINIÓN

El fondo del fondo

JOSÉ PRATS SARIOL | Miami

Desde La Habana, un amigo me dice: “Aquí el fondo queda debajo del fondo”. Su caracterización del país en estos finales del 2020 —tan real como una palma real— se proyecta inevitable y cruelmente sobre los que allí sobreviven. Tal situación y sobre todo tales incertidumbres y presagios catastrofistas, sueltan su influencia en los matices de la complicidad con el régimen que  la población mantiene.

La mayoría de los adultos que aún no han podido o querido emigrar se distinguen por su silencio —el que calla no siempre otorga—. Hoy por hoy se diferencian muy bien de los fanáticos conservadores del arcaísmo que ordena y manda. Pero a veces este sector se confunde con otro conjunto —no tan pequeño— de oportunistas, donde tras los descarados —el montón de más bulto— hay una novela picaresca, digna de Francisco de Quevedo.

Conformistas, haraganes, miedosos, taciturnos, escépticos, nihilistas, tanáticos y cínicos, engrosan el bulto, parte del mosaico nacional que padece cada uno de los males que salieron de la leninista ánfora de Fidel Castro, dentro de la cual siempre estuvo la resignación, al igual que en la griega ánfora de Pandora.

Ahora con el coronavirus y la bancarrota económica ya no queda mucho estoicismo. Las ganas de fingir o de callar están desapareciendo. El amigo escritor cuya frase motiva esta nota, jamás se había atrevido a ser un crítico tan feroz del estatus quo.

Por supuesto: hay matices. Entre los disparates que suelen cometer algunos “cubanólogos” —académicos, periodistas, políticos— es observar en blanco y negro el complejo fenómeno de los que ahora se alejan del régimen. Las tonalidades —recordar el tópico pictórico— enriquecen la paleta. Es medianamente inteligente contextualizar   —cuándo y dónde— muchas veces singularizar…

Aun entre adictos a los restos de aquella revolución que murió junto a la Zafra de los Diez Millones, hace medio siglo, debe distinguirse entre los militantes de base que reciben remesas —la mayoría de las veces a través de familiares no militares o sin carnet del Partido— y los que solo cuentan —restan— con su famélico salario y una bolsita de estímulos que parece sacada de un campo de concentración soviético.

Además, la longevidad del castrocomunismo impide generalizaciones que pretendan sintetizar la actitud de alguien durante tantos lustros. La docilidad imprescindible para abrirse paso en un régimen piramidal, por ejemplo, ya ha pasado de moda. Compite, para lo que antes se llamaba “hacer un buen matrimonio”, la hija de un general con la del dueño de un paladar que además tiene un hermano en Hialeah y otra en Barcelona.

Las estadísticas nos causan las mismas risas dudosas que las ofrecidas sobre las elecciones presidenciales o los casos de contagiados. Ellas nunca van a reflejar, no por ineficaces sino porque les resulta imposible hacerlo, la exitosa complicidad de sujetos dispuestos a tolerar cambios mientras no afecten a la elite privilegiada; o el peligroso caminar por la cuerda floja de miles de disidentes, la mayoría sin cuenta en Facebook o Instagram…

Poco a poco aumentan los “revolucionarios” (sic) que denuncian la violación de los derechos humanos. Parece que el nuevo “Periodo Especial” —eufemismo oficial de hambre y miseria en los 90— le está abriendo la boca a los “calladitos”. Se observa que hoy las redes mediáticas están cuajadas de noticias sobre atropellos a las Damas de Blanco; de la prisión de un disidente en Santiago de Cuba, del control de la matrícula a licenciaturas en Relaciones Exteriores y Psicología, reservada para hijos de la alta oficialidad, gerentes, funcionarios.… Más escritores publican en las revistas digitales que se caracterizan por respetar la libre expresión; tratan de que sus libros inéditos aparezcan en editoriales del exilio, en Madrid, Valencia, Richmond o Miami.

La frase que titula esta nota es concluyente: “Aquí el fondo queda debajo del fondo”. La siempre atormentada y precaria realidad que se padece en Cuba, hoy hasta para los que tienen FE —Familia en el Exterior—, replantea la actitud de los sectores mayoritarios, también entre profesionales e intelectuales. Sugiere cambios inminentes.

Tal vez desaparezca el fondo… Porque Cuba no merece estar para siempre allá abajo, debajo del fondo.