¡Cero vacunas para los cubanos!
El castrismo sólo ofrece los candidatos vacunales nacionales y desdeña los ya aprobados internacionalmente
LA HABANA, Cuba. – El miércoles 30 de diciembre el doctor Francisco Durán ofreció una conferencia de prensa televisiva donde alertaba sobre la situación epidemiológica ante la proximidad de las fechas festivas de diciembre. Ese día, el facultativo abundó en algo que ya sabíamos: el “incremento de los casos” de COVID-19 por el restablecimiento de los vuelos internacionales y el consiguiente aumento de visitantes (muchos —por cierto— de países con alta incidencia del virus, como Rusia y Estados Unidos).
Sin embargo, en aquella ocasión Durán nada significativo dijo sobre un aspecto de especial importancia: la vacuna contra la pandemia. Sobre ese tema se limitó a mencionar a “algunos países” (México, España, Estados Unidos, Rusia) que han iniciado la inoculación masiva. En este terreno, el simbólico “batón” fue recogido en persona por el señor Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Según Granma, el Presidente de la República, durante una visita al Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), expresó a los trabajadores: “Contamos con ustedes para que también en 2021 podamos seguir cosechando éxitos”. A la luz de esas expectativas, lo único razonable que debemos esperar es que esos “éxitos” se produzcan, y que el Jefe del Estado se declare complacido con los trabajadores del CIGB.
El martes 29, el propio Granma comentó la visita del mismo mayimbe al Instituto Finlay: Las vacunas Soberanas avanzan de manera importante. El órgano propagandístico del castrismo alude a lo declarado por el director de la institución, doctor Vicente Vérez Bencomo, sobre el par de candidatos vacunales más avanzados (de los cuatro con que —dicen ellos mismos— cuenta el país): “La 01 va terminando la fase uno y la 02 entra en la fase dos”.
El mismo órgano de manipulación y propaganda (que no de información) concluye: “El Director General del Instituto Finlay ratificó la capacidad del país para inmunizar a la población cubana contra el virus del SARS-COV-2 en el primer semestre de 2021”.
Correspondió a un científico más ecuánime, independiente y sereno, el biólogo cubano Amílcar Pérez Riverol, introducir un poco de racionalidad en este tema y valorar las posibilidades reales de vacunar a todos los cubanos en apenas seis meses: “Es lo que todos querríamos, (…) pero no funciona así”. Y agregó una perogrullada: “No se obtiene una vacuna como se produce un lápiz, un bloque o una caja de tabacos”.
En el ínterin, otros países latinoamericanos gestionan la adquisición de distintas vacunas que, a diferencia de las cubanas, no pertenecen al terreno de los sueños, sino que ya son realidades. Esto incluye a algunos tan poco sospechosos de anticastrismo como la Venezuela de Nicolás Maduro, la Argentina kirchnerista y el México vecino de López Obrador. El miércoles 30, la Emisión Estelar del Noticiero Nacional de Televisión anunció que a ese grupo se sumaba también la Bolivia de Luis Arce.
Muchos de esos estados de Nuestra América han optado por la variante rusa —la llamada Sputnik-V—, cuya única ventaja parece ser la de no necesitar una refrigeración especial. Sin embargo, el Gobierno Cubano, gran amigo de Rusia y aliado del dictador Putin, rehúsa seguir los pasos de sus grandes aliados latinoamericanos.
Según el sitio web Noticias ONU, el señor Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), declaró: “En nuestra región tenemos 27 países que van a pagar por las vacunas, y diez países que van a recibir las vacunas sin pagar”. Se trata, entre otros, de los estados “más pobres”, lo que incluye a Bolivia, El Salvador, Guyana, Haití, Honduras y Nicaragua.
¿Alguien duda que Cuba podría figurar también en esa lista! Con la depauperación económica instaurada en la Isla tras seis decenios de socialismo, ¡por supuesto que nuestra Patria cumpliría con creces cualquier criterio de pobreza o miseria que tengan a bien establecer los burócratas internacionales del sistema de la ONU!
A mayor abundamiento, la OPS lleva años de complicidades con el régimen castrista. No se olvide que ese organismo de la salud panamericana dio su aval a la negociación entre el gobierno insular y el de Dilma Rousseff para el envío de cientos de especialistas cubanos al programa “Más médicos”. La tajada más grande del pastel correspondía al régimen de La Habana, que se quedaba con la parte del león de lo desembolsado por el trabajo de sus galenos-esclavos. Pero la OPS obtenía también su lasquita.
Esa bochornosa complicidad constituiría una razón de más para que nuestro país fuese incluido por la OPS en el grupito de los pordioseros internacionales destinados a recibir vacunas gratuitas. Pero no se conoce que Cuba haya realizado alguna gestión en ese sentido. Lejos de ello, los jerarcas de la Plaza de la Revolución sólo hablan de su “Soberana” y sus modalidades de nombres aún más truculentos y cursis: “Mambisa”, “Abdala”…
Entonces, ¿qué perspectivas de inmunización tiene un cubano de a pie? Sólo las que le ofrece la retórica del Director del Instituto Finlay, avalado por Díaz-Canel. Las de los ambiciosos planes que acostumbran a lanzar las autoridades castristas, cuya única especialidad —ya lo sabemos por amargas y repetidas experiencias— ¡es la de no cumplirlos! Máxime cuando, si creemos al doctor Pérez Riverol, se trata de pretensiones absolutamente irreales.
Así marcha la salud pública en la Cuba de hoy. Pese a esas realidades, aún es mucho lo que nos falta por leer y oír, en el Granma o el Noticiero Nacional de Televisión (que para el caso es lo mismo) sobre la “potencia médica”, el permanente desvelo del régimen castrista por la salud de sus súbditos y la flamante vacuna “Soberana”.
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(La Habana, 1943). Graduado en Derecho (Moscú y La Habana). Abogado de bufetes colectivos y del Tribunal Supremo. Presidente de la Corriente Agramontista. Coordinador de Concilio Cubano. Miembro del Grupo de los Cuatro. Preso de conciencia (1997-2000 y 2005-2007). Dirigente de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Ha recibido premios de la SIP, Concilio Cubano, la Fundación HispanoCubana y la Asociación de Abogados Norteamericanos (ABA), así como el Premio Ludovic Trarieux. Actualmente es miembro de la Mesa de Coordinación del Encuentro Nacional Cubano
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