José Miguel Gómez (Sancti Spíritus, 1858-Nueva York, 1921). Militar y político. Alcanzó el grado de general de brigada en la Guerra de Independencia. Fue gobernador civil de la provincia de Las Villas en dos ocasiones y delegado a la Asamblea de Santa Cruz del Sur. Formó parte de la comisión presidida por el mayor general Calixto García que viajó a EEUU para entrevistarse con el presidente Mac Kinley. Delegado a la Asamblea Constituyente de 1901. Candidato a la presidencia en 1905 y líder del alzamiento liberal de agosto de 1906 contra la reelección de Tomás Estrada Palma.
Durante la intervención norteamericana de 1906 a 1909, el gobernador Charles E. Magoon, a la vez que fomentó la corrupción repartiendo prebendas para pacificar las facciones en pugna, preparó la restauración de la República. Emprendió la redacción de las leyes complementarias de la Constitución, para lo cual creó la Comisión Consultiva, integrada por juristas cubanos que elaboraron la Ley del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial, la Ley de los municipios y de las provincias, la de Servicio Civil, la Ley Penal Militar y la Ley Electoral.
Bajo la intervención norteamericana se realizó un nuevo censo de población. Fue fundado el Departamento Nacional de Sanidad. Se ejecutaron obras para el servicio de aguas cloacales en varias ciudades, entre ellas el túnel construido como sifón bajo la bahía de La Habana, calificado como una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana.
La producción de azúcar se elevó de 1.430.991 toneladas en 1907 a 1.531.599 en 1909 (más de lo que se produce hoy). Sin embargo, las oscilaciones de los precios en el mercado mundial provocaron una reducción salarial que generó huelgas a lo largo del país: la de los tabaqueros de San Antonio de los Baños, la del Alcantarillado y la de los ingenios generadas por el “Manifiesto de Cruces” con un llamado a la lucha de clases por lo cual varios ingenios azucareros se fueron a la huelga.
Al tomar posesión en enero de 1909, José Miguel Gómez incorporó a su gabinete figuras pertenecientes a las dos tendencias del Partido Liberal, entre ellos Justo García Vélez (hijo de Calixto García), el escritor Ramón Meza, Gerardo Machado, quien fue secretario de Gobernación, y Manuel Sanguily, que ocupó las secretarías de Estado, Justicia y Gobernación.
Gómez continuó la obra de restauración iniciada por Tomás Estrada Palma y Charles Magoon. Creó en cada provincia granjas escuelas para la enseñanza agrícola. Fundó las academias de Historia, de Artes y Letras, y el Museo Nacional. Organizó el Ejército permanente. Definió los días festivos y de duelo. Estableció el cierre de establecimientos comerciales y talleres a las 6.00PM, la jornada laboral de ocho horas para los trabajadores del Estado, aumentó el jornal mínimo de los obreros del Estado, y con la Ley Arteaga se prohibió el pago de jornales en fichas y vales.
Aumentó las comunicaciones por carreteras y ferrocarril, inauguró la Estación Central de Ferrocarriles, creó la Junta de Pesca, inició el desarrollo del turismo, firmó el establecimiento de la Cuban Telephone Company, inauguró la instalación de teléfonos con el novedoso sistema automático y estableció nuevas instituciones bancarias. La producción azucarera se elevó de 1.843.127 toneladas, en 1910, a 2.441.980 en 1913.
La pasada guerra generó en Cuba una nueva forma de legitimidad relacionada con el prestigio alcanzado por los cargos militares. Esos generales buscaron en el Estado el medio para consolidar la legitimidad adquirida en la guerra y mantener así sus redes de clientelas. Y, al no contar con el control patrimonial para la redistribución de beneficios, identificaron el presupuesto del Estado como el instrumento para crear esas redes.
Paralelo a la obra constructiva, bajo el mandato de José Miguel, comenzó un avanzado sistema de corrupción política: creó plazas innecesarias en la administración pública; introdujo en el presupuesto capítulos que permitían su apropiación sin dar cuenta al fisco; desarrolló el juego en todas sus formas; autorizó la renta de la Lotería Nacional, que estaba prohibida desde 1898, y las peleas de gallos que Leonard Wood prohibió y Estrada Palma denegó.
Cuatro contratos sobresalen en el sistema de corrupción instalado:
- 1910: El canje de los terrenos de la estación ferroviaria de Villanueva —enclavados donde está hoy el Capitolio Nacional— por los terrenos del Arsenal —ubicados donde se encuentra actualmente la Estación Central de Ferrocarriles—. El valor de los terrenos de Villanueva era menor que los del Arsenal, diferencia donde radicaba el fraude.
- 1911: El dragado de los puertos concedido a la Cuban Ports Company, propiedad de dos norteamericanos que se comprometieron a dragar y mantener los puertos en buen estado durante 30 años. El escándalo fue tan grande que el Departamento de Estado estadounidense, haciendo uso de la política de “intervención preventiva”, obligó al Gobierno a indemnizar a los inversionistas por diez millones, aunque la compañía solo había invertido la mitad.
- 1912: El préstamo que Magoon había concertado durante su gobierno para la instalación del alcantarillado de La Habana y de Cienfuegos, la pavimentación de la capital y la construcción del acueducto de Cienfuegos, para cuya conclusión José Miguel Gómez solicitó otro empréstito por 13 millones.
- 1912: El otorgamiento del privilegio a la Compañía Agrícola de Zapata para la desecación de la Ciénaga de Zapata, cuyas obras se programaron para ejecutar en ocho años, lo que se compensaba con el derecho a la explotación forestal exclusiva de la zona y disponer de los terrenos rescatados al agua. Concesión que representaba un fabuloso enriquecimiento para sus empresarios.
Por esos y otros hechos similares llamaban “Tiburón” a José Miguel Gómez. Parece que él mismo, para responder al apodo, acuñó la frase: “Tiburón se baña, pero salpica”. El hecho es que llegó pobre a la magistratura y salió millonario.
José Miguel enfrentó varios conflictos de envergadura durante su mandato:
En 1911 los Veteranos de la Guerra de Independencia presentaron un reclamo contra la ocupación de cargos públicos por personas que habían combatido contra ellos durante la contienda. El reclamo desembocó en acciones armadas en varias ciudades. En enero de 1912 el embajador de EEUU pasó una nota al Gobierno manifestando su preocupación porque: “se incumplen las leyes en Cuba y hay desobediencia civil”.
José Miguel Gómez negoció con los veteranos, cesanteó a los individuos señalados, logró el regreso a la normalidad y evitó una nueva intervención de acuerdo a las clausulas de la Enmienda Platt.
El 20 de mayo de 1912 Evaristo Estenoz, dirigente liberal de la Guerrita de 1906, encabezó un alzamiento armado de negros y mulatos. La principal causa del levantamiento fueron las dificultades de ese sector para insertarse en la República. En 1907 el 55% de los negros o de los mulatos eran analfabetos en comparación con el 26% de los blancos. Habían sido mayoría en el Ejército Libertador y en 1907 solo eran el 14,3% de los soldados y policías, mientras los empleos en establecimientos comerciales, empresas y oficinas públicas estaban reservadas para blancos.
La ausencia de una política dirigida a borrar las enormes diferencias entre negros y blancos, unido a las frustraciones, los condujeron a crear en agosto de 1907 la Agrupación Independientes de Color, renombrada como Partido Independiente de Color (PIC). Al presentarse a las elecciones de noviembre de 1908 consiguieron muy pocos votos, mientras varios negros resultaron electos por el Partido Liberal.
En 1910, el senador negro Martín Morúa Delgado presentó al Congreso un proyecto de Ley para que: “No se considerarán como partidos políticos o grupos independientes, a los efectos de esta ley, a las agrupaciones constituidas por individuos de una sola raza o color, que persigan fines racistas”.
Juan Gualberto Gómez, aunque defensor del asociacionismo, conjuntamente con el resto de los congresistas negros, se opuso a la creación de un partido de una sola raza. A ello se unieron algunas declaraciones inoportunas de líderes del PIC que fueron utilizadas para alimentar el miedo al negro. El periódico El Día, escribió: “Se trata de un alzamiento racista, de un alzamiento de negros, es decir, de un peligro enorme y de un peligro común (…) Estos movimientos racistas los mueve el odio y sus finalidades son negativas, siniestras y no se conciben sino concibiéndoles inspirados por cosa tan negra como el odio….”.
En ese contexto adverso, fuera de la ley, el PIC lanzó el grito de “guerra o abajo la Ley Morúa”, pensando que la Ley sería derogada.
El desarrollo de los acontecimientos fue muy rápido. El 2 de junio un grupo de alzados saqueó La Maya. El 15 se suspendieron las garantías constitucionales en Oriente. Se declaró el estado de guerra. EEUU activó la política “preventiva” que William Taft había definido en 1913 como “hacer cuanto esté en nuestras manos para inducir a Cuba a evitar cualquier acción que pudiese hacer posible la intervención”. El 31 de mayo un destacamento de Infantería de Marina de EEUU desembarcó por Daiquiri para “proteger los ingenios azucareros” y la vida de los ciudadanos norteamericanos; decisión que José Miguel Gómez rechazó en una nota dirigida al presidente de EEUU.
El saldo fue desastroso. Miles de negros masacrados y sus principales líderes asesinados, lo que ocasionó un enorme retroceso en el proceso de conformación de la nación cubana.
A manera de conclusión
“Cada régimen social —decía la filósofa y mística francesa Simone Weil— tiene como misión histórica conducir la fuerza productiva a un grado cada vez más elevado”.
Lo ideal sería que cada gobierno, junto a las fuerzas productivas, también elevara la formación ciudadana y las virtudes cívicas hasta un grado más elevado del que las encontró; algo que en Cuba no ocurrió.
José Miguel Gómez, el más simpático de los mandatarios, de un lado era tolerante en su conducta política, respetó las libertades refrendadas en la Constitución de 1901 y dio un considerable impulso al país en materia económica; de otro lado, la corrupción y la masacre de los cubanos negros en 1912, marcaron negativamente su mandato presidencial.
De su obra y figura quedó un gran monumento en la Avenida de los Presidentes, el cual fue retirado por el Gobierno revolucionario y posteriormente restituido, así como un mausoleo en el Cementerio de Colón. Sin embargo, la demonización de su figura es un resultado de la manipulación política y del intento de borrar figuras que, con aciertos y desaciertos son parte consustancial de nuestra historia.
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