December 25, 2024

Perestroika no, pero cambio de sistema sí

El cambio de sistema se dará porque no se trata de algo que dependa del deseo de unos u otros, sino porque la situación calamitosa de Cuba no permite otra salida diferente

byRené Gómez Manzano

martes, 12 de septiembre, 2023 6:24 pm

in Destacados, Opinión

Comparto lo planteado en su título: “En Cuba no habrá ni glasnost ni perestroika”. También lo que expresa el bajante: “Regímenes como el castrista no admiten reformas ni perfeccionamientos, ni siquiera remiendos”. Pero considero que resulta conveniente —y aun indispensable— hacerle a lo planteado por don Luis algunos comentarios que considero significativos.

Lo primero a lo que creo que conviene aludir es a las feroces peleas de perros que, en condiciones normales, se desarrollan en el seno de esas cuadrillas elitistas. Me refiero a los partidos comunistas (cualquiera que sea su nombre oficial). So pretexto de constituir un “destacamento de vanguardia”, cada uno se las arregla para que el número de sus miembros sea claramente minoritario con respecto a la población adulta del país.

En Cuba, por ejemplo, los militantes del PCC (Partido Comunista de Cuba) son más o menos el 8% del electorado, según los últimos cálculos publicados por órganos independientes (que es la única fuente disponible, al no existir información oficial de dicha agrupación). Tan minoritaria es la esmirriada membresía de ese único partido, y tanto ha mermado en años recientes debido a la catastrófica “coyuntura”, que en mayo de 2021 la misma cabeza del régimen, Miguel Díaz-Canel, expresó ilusionado: “Con un millón de militantes este país se transforma”.

Por supuesto que esas palabras revelan, por una parte, una contumacia mayúscula: una persistencia enfermiza en mantener un partido elitista y minoritario. ¿Qué representaría el número de militantes codiciado por el Primer Secretario en un país de más de 14 millones de habitantes! Ellas también ponen de manifiesto un despiste descomunal. ¡La catástrofe nacional no se conjura con un millón de portadores del carné rojo (antes tan codiciado y hoy tan venido a menos)! ¿Qué harían ellos que no hagan los cientos de miles actuales! ¡Es el sistema en sí el que no funciona!

Párrafos atrás yo aludía a las peleas de perros que tienen lugar en las filas rojas, pero sólo en condiciones normales. Por supuesto que estas últimas no existen cuando (como George Orwell narra con brillantez en su Rebelión en la Granja) al mandamás de turno, para conjurar cualquier peligro contra su poder omnímodo, le basta con pone en acción a sus cancerberos. Que es lo que hacían en sus buenos tiempos José Stalin, el Kim de turno en Corea o Fidel Castro (si no, que lo diga el condecorado y fusilado general Arnaldo Ochoa).

Las “condiciones normales” a las que me refiero es a las que tienen lugar cuando los comunistas mantienen, sí, una represión a ultranza de otros partidos e ideologías, pero conservan en lo interno un remedo de democracia. Es en circunstancias como esas que, por ejemplo, tras la muerte de Stalin, Nikita Jruschov desechó a líderes tan destacados como Málenkov o Mólotov, sólo para ser marginado a su vez, en 1964, por Leonid Brézhnev y sus socios.