December 21, 2024

Boletín Semanal Convivencia 18-22 mayo

Esta semana:

  • ¿Volver a la normalidad?| Dagoberto Valdés Hernández
  • Martín Morúa Delgado, promotor de la igualdad entre negros y blancos| Dimas Cecilio Castellanos Martí
  • Información, medios, participación ciudadana y búsqueda de la verdad| Jorge Ignacio Guillén Martínez
  • Pensar la República| Yoandy Izquierdo Toledo
  • La ineficiencia de la red de tiendas virtuales en Cuba Rosalia Viñas Lazo

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Lunes de Dagoberto
¿VOLVER A LA NORMALIDAD?
Dagoberto Valdés Hernández | 18 mayo, 2020

Las autoridades sanitarias nos alertan de que aún no es tiempo de regresar a la normalidad, pero el desescalamiento a nivel mundial ha comenzado en varios países. Gradualmente se abren comercios, se regresa al trabajo, se vuelve a celebrar el culto en los templos y se comienza a pensar en el fin del curso escolar. Todavía en Cuba se exhorta a mantener y conservar todas las medidas de cuidado de la salud y debemos respetar y cumplir esas regulaciones porque preservan nuestra vida y la de los demás.

Dicho esto, comenzamos a darnos cuenta que tarde o temprano, cuando se den las condiciones requeridas y cuando los epidemiólogos lo consideren oportuno, los cubanos tendremos que aprender a vivir con una nueva enfermedad, ya no en su etapa pandémica sino endémica, como el dengue, la influenza, y otras muchas. Lo extraordinario se va convirtiendo en “normal”, porque el ser humano está dotado de un poder de adaptación enorme. Eso le ha permitido sobrevivir a pestes y revoluciones, a cambios de época y de estilos de vida, a cambios de hábitat y desequilibrios ecológicos.

¿Regresar o avanzar a la normalidad?

En medio de estas circunstancias, nos asalta esta pregunta: ¿es posible regresar a la normalidad en la que vivíamos antes de esta pandemia de la COVID-19? En dependencia de la respuesta que le demos personalmente y como nación a esta pregunta, se definirá el futuro de Cuba. Igualmente valdría la pregunta y la disyuntiva para el mundo en el que hemos compartido este azote mortal.

Hay un dato cronológico que condiciona esta ecuación: el tiempo no regresa, la historia no vuelve a atrás, lo que pasó es pasado pero… puede condicionar el presente y el futuro de nuestras vidas. Los antiguos decían que la historia es maestra de vida, y aunque no siempre aprendemos de ella, sus lecciones quedan para quienes las quieran escuchar, aprender y poner en práctica.

En Cuba, con frecuencia, los cubanos no hemos sacado las lecciones de la historia y hemos “chocado con la misma piedra”, lo que equivale a decir, caer en los mismos errores a pesar de tener suficiente experiencia, y muchas veces dolorosa, de los errores pasados. Solo mencionaremos algunas muestras:

–                      Cada vez que las soluciones a nuestros problemas han sido impuestas desde “fuera de nosotros”, España, Estados Unidos, Unión Soviética, Venezuela, y no solo en lo geográfico, también en lo cultural, esas “soluciones” mesiánicas se han convertido en más graves y complejos problemas.

–                      Cada vez que se ha confundido la cultura con una ideología, la patria con un sistema, la información y las comunicaciones con la propaganda y las fake news, ese estilo de vida en la mentira y en la manipulación ha traído grave daño psicológico con esquizofrenias personales y sociales que se manifiestan en crisis de valores, en lo que Varela llamó “máscaras políticas”, en lo que hoy llamamos en Cuba “doble moral”, como si eso fuera posible, por querer decir: simulación, incoherencia entre lo que se siente, se piensa, se dice y se hace.

–                      Cada vez que el autoritarismo político o religioso, de cualquier signo, amordaza la creatividad del pueblo, bloquea a las fuerzas productivas de la nación, coarta las libertades y viola los derechos humanos, Cuba se ha empobrecido material, moral y socialmente.

–                      Cada vez que se han permitido los “actos de repudio”, las “brigadas de respuesta rápida”, los juicios ejemplarizantes, los “fusilamientos mediáticos” que han enfrentado cubanos contra cubanos por razones materiales, políticas o ideológicas, se ha roto la unidad nacional, se ha irrespetado la pluralidad congénita al ser humano y a la sociedad y han resurgido el odio, la violencia y las explosiones sociales.

–                      Cuando desapareció la Unión Soviética y el llamado “campo socialista” Cuba cayó en la primera etapa del llamado “período especial”, y como no aprendimos la lección y liberamos las fuerzas productivas, y cambiamos los modelos ineficientes y bloqueadores del emprendedurismo propio de los cubanos, volvemos a caer en otra etapa de crisis-sobre-crisis al no contar con los volúmenes de ayuda de Venezuela, otra dependencia externa porque no se decidió la soberanía ciudadana, económica, política y nacional.

Avanzar hacia la normalidad del futuro

Pudiéramos mencionar otras muchas lecciones de la historia que no hemos aprendido como cubanos. Pues bien, cuando no aprendemos de lo vivido caemos en los mismos errores, pero no podemos regresar para atrás. Unas heridas caen sobre las antiguas y se va dañando la naturaleza humana y se va deteriorando la sociedad en su convivencia y en sus estructuras. Por eso a veces nos preguntamos: ¿Qué ha pasado con nuestros compatriotas, con nosotros mismos, con nuestras más nobles formas de convivencia? ¿De dónde sacamos ese egoísmo, esa irresponsabilidad, esa indisciplina personal y social, de dónde tanto odio reprimido, tanta violencia política, tanto lenguaje ofensivo, tanta descalificación, una prensa tan bipolar, tan reactiva, tan poco propositiva y educativa?

Si volver a la normalidad después de aprender a vivir con esta nueva enfermedad es regresar a esos estilos de vida, a esas formas de no-convivencia, a esas confrontaciones que lesionan la unidad del pueblo cubano, dividiendo, en el más clásico maniqueísmo, entre los totalmente buenos y los absolutamente malos; si volver a la normalidad es regresar a un pasado de dependencias externas, de ineficiencias internas, de modelos económicos que no han funcionado durante seis décadas; si volver a la normalidad es seguir con bloqueos externos y bloqueos internos a las fuerzas creativas y productivas de la nación cubana; si es resolver las diferencias con más represión y no con diálogo auténtico y educación cívica; si volver al pasado es regresar a la continuidad de lo que hemos hecho siempre durante 60 años… opino que Cuba no se merece haber sobrevivido, con sacrificios a esta pandemia, con la labor de médicos, enfermeros, personal de la salud y mucha solidaridad real entre vecinos, para que la regresemos al mismo pasado que llamamos equívocamente “normalidad”.

No se puede regresar cronológicamente al pasado, pero se puede avanzar hacia un futuro en que pongamos en práctica lo que hemos aprendido de los errores de las anteriores “normalidades” trastornadas:

–                      Cambiar continuidad hegemónica por participación ciudadana: esa es una forma de avanzar hacia una nueva normalidad en Cuba.

–                      Cambiar modelos anacrónicos por metodologías y estructuras que, a pesar de sus deficiencias como todo lo humano, funcionan, crean riquezas, saben distribuirla, saben combinar mercado con justicia social.

–                      Cambiar represión por educación.

–                      Cambiar confrontación por diálogo y debate público de ideas.

–                      Cambiar exclusión por inclusión de toda la pluralidad política, social, cultural, de género, religiosa, empresarial.

–                      Cambiar la trinchera por la convivencia.

Eso, creo yo, sería “volver a la normalidad”, porque es volver a un modelo de convivencia y sociedad coherente con la naturaleza humana, con la soberanía del ciudadano, con la participación democrática y con la educación, respeto y promoción de los Derechos Humanos inalienables, universales e indivisibles.

Así Cuba podrá volver a la normalidad de una nación libre, próspera y feliz. No regresando a la Cuba de 1958 o a la de 1902, sino avanzando hacia el cambio de época, el desarrollo humano integral y los modelos socio-políticos y económicos que han llevado a otras naciones a una forma de vida y convivencia mejor. Y después, volver a corregir los errores de la nueva etapa y avanzar hacia una más humana, y así… siempre aspirando a la normalidad del progreso y la humanización.

Volvamos pacífica y ordenadamente, por nosotros mismos y con todos los cubanos de la Isla y de la Diáspora, a esa normalidad del futuro.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo.

Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.

Premios “JanKarski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.

Reside en Pinar del Río.

Martes de Dimas

MARTÍN MORÚA DELGADO, PROMOTOR DE LA IGUALDAD ENTRE NEGROS Y BLANCOS

Dimas Cecilio Castellanos Martí | 19 mayo, 2020

 

Martín Morúa Delgado (1856-1910), de forma autodidacta, de oficio tonelero, devino político, periodista y novelista. En 1881 fue detenido y deportado a Cayo Hueso, donde simultaneó su labor de periodismo con el de lector de tabaquería. Con Flor Crombet[1] se trasladó en 1882 del Cayo a Nueva York, donde fue vocal de la Junta Revolucionaria. Entre 1884 y 1886 participó en los preparativos insurreccionales que dirigía el general Máximo Gómez. En 1890 regresó a Cuba y al año siguiente publicó la novela Sofía, la cual según el crítico Salvador Bueno, “constituye el testimonio de un mulato sobre la terrible discriminación racial[2]. Se incorporó al Partido Autonomista y cuando José Martí organizó el Partido Revolucionario Cubano, partió hacia el extranjero y regresó en 1898 en una expedición. En la república fue miembro del Partido Liberal, Socio Numerario de la Real Sociedad Económica Amigos del País, Senador y primer cubano negro que ocupó una Secretaría: la de Agricultura, Comercio y Trabajo.

Aunque Morúa participó y se destacó en múltiples actividades, las siguientes líneas se limitan a su labor como promotor de la igualdad racial y a su conducta respecto a la existencia de asociaciones de una sola raza.

Una década antes de ser abolida la esclavitud en Cuba, consciente del papel de la libertad y la ilustración en la eliminación de las diferencias entre negros y blancos, Morúa estableció una relación que orientó su accionar público: Sin libertad no hay vida; mas sin ilustración no hay libertad.[3]

En septiembre de 1878 cuando era evidente que la esclavitud tenía sus días contados, en el periódico El Ciudadano, escribió: “La libertad es la base y el progreso de los pueblos. De nada nos ha de valer la libertad del cuerpo si esclavo el espíritu se encuentra dominado por la ignorancia. De nada la de la palabra, si no sabemos decir más que la depravación y el vicio; de nada la de la imprenta, si no respetamos a la prensa. ¿Qué es la libertad de los pueblos cuyos ciudadanos se empeñan en permanecer esclavos?”[4].

En enero de 1879, en el primer número del periódico El Pueblo, al que bautizó como “Órgano oficial de la raza de color”, escribió: “Hemos venido al estadio de la prensa con el propósito de contribuir a la unión y perfeccionamiento moral e intelectual de la raza de color”[5]; la cual decía, no será libre porque el gobierno le diga: eres libre. Sabed ser libres y no mendiguéis miserablemente una libertad que os engrandecerá por nuestros mismos comportamientos. La igualdad no se da, se adquiere por medio de la honradez y la instrucción.[6]

Para oponerse a la existencia de asociaciones exclusivas de negros decía: Creo sincera y firmemente que todo lo que sea agruparse en Cuba individuos de una clase cualquiera entre sí para mejorar su condición constituye una parcialidad que ha de resultar altamente perjudicial al país en general; porque agruparse por fracciones no sería más que acentuar la barrera divisoria que nos degrada a todos y perpetuar la línea de razón que mata el progreso de la sociedad cubana. [7]

La Constitución de 1901 al establecer como forma de gobierno la republicana, declaró la igualdad de todos los cubanos ante la Ley, con lo cual otorgó la condición de cubanos a los africanos que habían sido esclavos; una medida necesaria pero insuficiente para la incorporación del negro en condiciones de igualdad.

Ante la huelga general de noviembre de 1902, declarada por el trato preferencial que recibían los inmigrantes blancos, Morúa Delgado, conjuntamente con otros dos congresistas, presentó un proyecto de ley amparado en los artículos 11 y 37 de la Constitución, que exigía el empleo de los cubanos sin discriminación racial. Este proyecto fue enviado al Comité de Industria y Comercio, donde quedó engavetado[8].

Frustrados por el resultado de siglos de luchas e incumplidas las promesas hechas por el Partido Liberal durante la campaña electoral de 1905, un grupo de cubanos negros, veteranos de las luchas independentistas crearon en 1907 la Agrupación Independiente de Color, la cual fue renombrada en 1908 como Partido Independiente de Color (PIC).

En el primer número de Previsión, órgano oficial del PIC, Evaristo Estenoz, su principal líder escribió: “Nada puede esperar la raza de color cubana de los procedimientos usados hasta aquí por los partidos políticos porque nada han hecho que pueda ser para nosotros apreciable…”.[9]

En ese contexto Morúa, siendo Presidente del Senado presentó en febrero de 1910 una enmienda a la Ley Electoral, la cual rezaba: “No se considerará, en ningún caso, como partido político o grupo independiente, ninguna agrupación constituida exclusivamente por individuos de una sola raza o color, ni por individuos de una clase con motivo de nacimiento, la riqueza o el título profesional.[10]

Si bien la creación del PIC constituía una amenaza para los liberales, quienes necesitaban del voto de los negros, la posición asumida por Morúa no puede deducirse simplemente de su pertenecía al Partido Liberal. Como vimos, tres décadas antes ya él había considerado la organización de asociaciones raciales exclusivas como nefastas para alcanzar la fraternidad entre negros y blancos.

En la defensa de su moción expresó: “He tenido el cuidado de salvar el derecho indiscutible que tienen los cubanos de organizar un partido obrero. No se trata de la clase trabajadora entre los cuales se hallan comprendidos los hombres de ambas razas y el fin que persiguen es verdaderamente democrático y moralizador…”.[11]

En otra parte del debate dijo: “Conforme yo me opongo a que haya una agrupación en que se reúnan individuos, deliberadamente, de una raza para presentar un partido o un grupo a la discusión de los asuntos nacionales, me opongo también igualmente a que haya grupos de otra raza que hagan lo mismo; porque precisamente lo que yo quiero evitar con esto es que los cubanos se acostumbren a considerarse separados los unos de los otros”.[12]

Aunque el Gobierno Provisional durante la segunda intervención militar (1906-1909), encabezado por Charles E. Magoon nunca les negó el derecho a constituirse como partido independiente, en 1910 la Enmienda se aprobó 12 votos contra 3. En noviembre de 1911 el general Fernando Freire de Andrade presentó una proposición derogatoria de la Enmienda Morúa, pero los negros miembros del Congreso se opusieron.

Es significativo que la Constitución de 1940, mucho más avanzada que la de 1901, recogiera en el artículo 102 la esencia de la Enmienda Morúa: “Es libre la organización de partidos y asociaciones políticas. No podrán, sin embargo, formarse agrupaciones políticas de raza, sexo o clase”. Su poco efecto se debió a las leyes complementarias que penalizaban las acciones racistas y discriminatorias, las cuales quedaron pendientes.

[1] General Flor Crombet (1851-1895), se incorporó a la lucha armada en noviembre de 1968. Murió en combate el 10 de abril de 1895.

[2] Fermoselle, Rafael. “Política y color en Cuba. La guerrita de 1912”. Uruguay, Editorial Colibrí, 1974, p.61, pp.86-87.

[3] Horrego, Estuch, Leopoldo. Martín Morúa Delgado. La Habana, Editorial Sánchez, S.A., 1957, p. 219.

[4] R. PÉREZ DELGADO. Vida pública de Martín Morúa Delgado, p.35.

[5] Ibídem, p.37.

[6] Horrego, Estuch, Leopoldo. “Martín Morúa Delgado”, p. 224.

[7] Ibídem, pp. 227-228.

[8] Fermoselle, Rafael. “Política y color en Cuba. La guerrita de 1912”, p.47.

[9] T. FERNÁNDEZ ROBAINA. El negro en Cuba 1902-1958, p.61.

[10] Leopoldo Horrego Estuch. “Martín Morúa Delgado, vida y mensaje”, p.96.

[11] R. PÉREZ LANDA. Vida pública de Morúa Delgado, p.210.

[12] Fermoselle, Rafael. “Política y color en Cuba. La guerrita de 1912”, p.96.

Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
Reside en La Habana desde 1967.
Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985),Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias deLa Habana (1977-1992).

Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

Miércoles de Jorge Ignacio

INFORMACIÓN, MEDIOS, PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y BÚSQUEDA DE LA VERDAD

Jorge Ignacio Guillén Martínez | 20 mayo, 2020

 

La responsabilidad de informar y de informar bien, esto es ateniéndose a la verdad, ha de ser el eje alrededor del que se desarrolla la actividad periodística. En estos tiempos, en los que las fake news son noticia alrededor del mundo, y en los que la propia prensa oficialista cubana denuncia este fenómeno como uno de los males latentes del capitalismo, pareciera que no es una preocupación en Cuba dicho fenómeno, más allá de los ambientes “enemigos” en los que según el gobierno obviamente se hace uso cotidiano de las noticias falsas.

Sin embargo, en estos tiempos de pandemia, y más allá del propio fenómeno de las noticias falsas, la desinformación, la manipulación mediática, la propaganda desmedida, y la generación de contenidos que se alejan de la verdad o buscan ocultarla, ha sido la práctica diaria de los medios de comunicación oficiales cubanos. Da rabia, ver cómo se habla en dichos espacios de noticias falsas alrededor del mundo, cuando es precisamente este, el escenario donde se difama a todo el que piense diferente, donde se justifican los problemas culpabilizando a los ciudadanos y ocultando las causas verdaderas de los mismos, y donde se vende una imagen triunfalista de estabilidad, normalidad y gobernabilidad democrática que dista muchísimo de la realidad, hechos estos que una creciente mayoría de cubanos reconocen como falacias.

Informar, generar estados de opinión y debate público, son funciones de los medios de comunicación y de los comunicadores y periodistas, son también funciones sumamente importantes para el progreso y desarrollo de las naciones, pero siempre y cuando estas actividades se rijan por la máxima de la búsqueda de la verdad, siempre y cuando sus protagonistas desempeñen sus funciones desde la ética y el respeto a la dignidad de las personas. De lo contrario, el periodismo y los comunicadores se convierten en armas ideológicas letales, en herramientas para el control autoritario, en un diabólico mecanismo de manipulación, engaño e irrespeto de la persona humana y su dignidad, tal y como frecuentemente sucede en Cuba.

Leer las páginas del Granma, ver la mesa redonda o el noticiero nacional de la televisión en las últimas semanas se ha convertido para mí en un ejercicio del que termino exhausto, molesto, y profundamente preocupado por el futuro de mi país. No sé si es la desesperación de las autoridades ante una crisis estructural y peligrosa, o su profunda vocación autoritaria, o ambas, pero de lo que no quedan dudas es del abandono de la verdad como norma máxima que debería guiar la función de informar, y el olvido de la persona humana, el menosprecio de su inteligencia y capacidades, y la apuesta del gobierno por una legitimidad y credibilidad social que de existir cada día se muestra más comprometida y avanzando al fracaso.

¡La mentira tiene patas cortas, reza el refrán! La verdad siempre sale a la luz, tarde o temprano, esa es nuestra esperanza. Sin embargo, no solo contamos con la esperanza en este momento que vivimos, también tenemos algunas herramientas que han llegado para quedarse y que están cuestionando profundamente el monopolio oficial de la información. Internet y las tecnologías de la información y las comunicaciones han crecido considerablemente en la Cuba de los últimos años, y representan potentes herramientas para que cada vez sea más costoso mentir, manipular u ocultar la realidad. Aprovechar estas herramientas para informar, comunicarnos, sacar a la luz la verdad de los hechos que forman parte de nuestra realidad cotidiana, desmentir la propaganda, promover la libre expresión e intercambio de información, denunciar injusticias, convocarnos en torno a intereses comunes, solidarizarnos con los que sufren, entre otros, son retos de participación ciudadana que demanda nuestro país en un momento de tanta turbulencia informativa y de tanta inestabilidad social.

Guiar estos ejercicios de participación ciudadana de acuerdo con criterios éticos, de respeto a las personas, y de compromiso con la búsqueda de la verdad es también un reto que podríamos asumir para que nuestro país salga de la doble crisis (sanitaria y económica) fortalecido, y en mejores condiciones de garantizar a sus ciudadanos oportunidades de desarrollo personal y social. Asumamos este camino, no dejemos la responsabilidad de informar solamente a los medios oficiales, pongamos nuestro grano desde la sociedad civil, desde la ciudadanía, complementando el grandioso trabajo que ya hacen varios medios independientes, utilizando los pocos pero eficaces medios con que contamos, para que cada vez sea más difícil mentir, para que cada vez sea más transparente la vida económica, política, y social de nuestro país, para que la verdad nos haga libre.

Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).

Laico católico.

Licenciado en Economía.

Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.

Jueves de Yoandy

PENSAR LA REPÚBLICA

Yoandy Izquierdo Toledo | 21 mayo, 2020

 

Cada 20 de mayo, cuando celebramos el nacimiento de la República de Cuba, recuerdo a modo de incitación a un balance necesario en cada tiempo, la frase de Ortega y Gasset que uso en muchas ocasiones: “A la república ha de salvarla pensar en grande, sacudirse de lo pequeño y proyectarse hacia el futuro”.

En los tiempos que vive Cuba hoy, inserta en un contexto global, referido a la pandemia ocasionada por la COVID-19, quizá esta fecha Patria, no sea recordada con la magnitud del momento histórico que encierra en sí misma. De hecho, en numerosas bibliografías, textos históricos, materiales periodísticos, predomina la idea de la fundación de la seudo-república, primero que la independencia del colonialismo español, que puso fin a cuatro siglos de relaciones de dependencia colonia-metrópoli. Para la historia de Cuba, la escrita desde una única mirada, reductiva, monocolor y a cargo de los revolucionarios, pareciera que todo comenzó el primero de enero de 1959, lo que reduce un largo periodo de tiempo también valioso en la genealogía cubana.

La formación de la nacionalidad y nación cubanas; el aporte en los campos del arte, la ciencia, la literatura, la política; el conjunto de tradiciones y logros en las diferentes áreas del desarrollo socioeconómico son innegables a la hora de analizar los aportes de la República nacida en 1902. Valorar en la justa medida cada elemento de la vida nacional que nos ha antecedido, habla de la importancia que da cada ciudadano y cada nación a la memoria histórica; esa que, sin conveniencias, es la que describe la vida de nuestros pueblos.

Pensar en grande en este momento de coyuntura y crisis, de cambio de época, de surgimiento de nuevos fenómenos y consolidación de otros no tan nuevos, en el caso cubano, se puede resumir muy sencillamente en “pensar Cuba”. Pensar, pensar y pensar, es útil para el porvenir. Pareciera como que el desgaste en la batalla diaria, en la cotidianidad del pan nuestro de cada día, no dejara tiempo, con tanta urgencia en lo inmediato y personal, para proyectarse hacia el futuro y hacia lo nacional. Corresponde a cada ciudadano responsable y consciente asumir los desafíos del momento y las cuotas de protagonismo, para superar esa especie de anemia social que nos afecta.

Ahora hablamos de virus, de crisis económica global y nacional (que ya veníamos viviendo hace décadas y no relacionadas con un ente biológico como lo es el nuevo coronavirus) pero, aunque cueste, debemos construir, concebir, consensuar, aportar soluciones más que diagnósticos y críticas pasivas del o los problemas que padecemos. Proyectarse hacia el futuro es, partiendo de que esta pandemia que muchos consideran que ha puesto al descubierto lo mejor y lo peor de cada ser humano (extiéndase al ámbito de las naciones) empujar el cambio necesario y urgente en el modo de vida, el respeto a la dignidad y los derechos humanos, el ejercicio de todas las libertades, la pluralidad de credos, la convivencia pacífica y civilizada y el ejercicio democrático.

A más de un siglo de la muerte de nuestro Apóstol de la Independencia, José Martí, y en este 118 cumpleaños de la República, sus palabras siguen vigentes en la construcción del futuro en que “quepamos todos”, en una Patria donde se respete y potencie, constantemente, “la dignidad plena del hombre”.

 

Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.

Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.

Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.

Responsable de Ediciones Convivencia.

Reside en Pinar del Río.

Viernes de Rosalia

LA INEFICIENCIA DE LA RED DE TIENDAS VIRTUALES EN CUBA

Rosalia ViñasLazo | 22 mayo, 2020

El comercio electrónico es uno de los objetivos a desarrollar a través de la informatización de la sociedad en Cuba. Diferentes medios oficiales han tratado el tema y han hecho énfasis en la voluntad del gobierno para crear las condiciones necesarias que este servicio requiere.

La situación actual que vive la Isla producto a la pandemia del la COVID-19 ha generado un notable aumento del uso de las tiendas virtuales por parte de la familia cubana, lo que también ha demostrado la mala infraestructura y calidad del servicio.

Son varios los servicios que vienen mostrando una pésima operabilidad como son el pago a través de tarjetas magnéticas, de las cuales hay más cada día, pero a la hora de pagar con ellas, o no tienen servicio, o es muy lento, lo cual limita a los clientes de hacer su pago, o los obliga a no realizar la compra por falta de efectivo. La falta de cajeros automáticos es otra situación que aqueja a la población, en localidades muy grandes solo se puede encontrar un único cajero, el cual no abastece a toda la población de la zona, sin mencionar lo lejos que puede quedar para muchas personas.

Son muchos los clientes insatisfechos que han anunciado a través de las redes sociales las malas experiencias que han tenido al comprar en las tiendas virtuales, ya sea por el mal funcionamiento de las plataformas de solicitud, la falta de productos, el retraso en las entregas, la confusión de productos pedidos y la falta de productos a la hora de la entrega que durante el pedido estaban disponibles.

La usuaria Sailí Ginarte publicó un post en su cuenta de Facebook donde mostró su malestar con el pésimo servicio de tuenvio.cu en la provincia de Pinar del Río.

Erich García Cruz desde su cuenta de Twitter compartió la ineficiencia del servicio en la compra que efectuó en el Mercado Cuatro Caminos.

Son muchos los inconvenientes que viene presentando este servicio, aun así, se anuncian aperturas de nuevas tiendas en línea, las cuales probablemente presentarán los mismos u otros problemas. Las diferentes cadenas que brindan estos servicios en Cuba, ya sea Cimex o Tiendas Caribe, responden a un mismo dueño y a un mismo interés. Se necesita crear una infraestructura robusta y eficaz en tiempo real, se necesitan diferentes proveedores de productos que garanticen la presencia de los mismos y su calidad, se necesita un servicio de mensajería puntual, así como respuestas rápidas a consultas y quejas que puedan presentar los clientes.

Existen alternativas privadas las cuales están ofreciendo un buen servicio entre los que se encuentra Cuber, con una plataforma virtual para pedidos de productos para el consumo, https://telolleva.cubertaxi.com/, disponible solo en la provincia de La Habana de 9.00 am a 5.00 pm todos los días. Existen diferentes grupos de compra y venta en línea a lo largo del país donde se pueden encontrar una amplia variedad de productos con envíos a domicilio ya sea gratis o con costo adicional. Estos servicios tienen buena acogida por parte de los clientes y cada día se usan y crecen más.

Esto demuestra que sí se puede lograr un buen servicio que responda a las necesidades de los clientes con total calidad.

Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989).

Miembro del Consejo de Dirección del CEC.

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Yoandy Izquierdo Toledo

Licenciado en Microbiología

Máster en Bioética

Máster en Ciencias Sociales

Consejo Directivo Centro de Estudios Convivencia

www.centroconvivencia.org

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Twitter @YoandyIzquierdo

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