75 disidentes y una Primavera Negra
En 2003, Fidel Castro se ensaña con 75 opositores pacíficos, muchos de ellos periodistas, sacados de sus casas sorpresivamente, juzgados con rapidez y condenados a prisión
LA HABANA, Cuba. – Han transcurrido casi veinte años y todavía el mundo libre se pregunta por qué el 15 de marzo de 2003 Fidel Castro cometió la gran torpeza de encarcelar y condenar a largos años de prisión a 75 disidentes y ejecutar un mes después a tres jóvenes negros que habían intentado secuestrar una pequeña embarcación para salir de Cuba.
En 2006, el periodista Ignacio Ramonet, preguntó al dictador cubano por qué había creado aquella situación, precisamente en momentos difíciles para Cuba y éste le respondió que estuvo motivada por los macabros planes que tenía el gobierno de los Estados Unidos para llevar a cabo una agresión contra la Isla bajo el pretexto de que “realizábamos investigaciones para producir armas biológicas”.
Era evidente entonces que se trató de represalia y amenaza contra Estados Unidos, otra de sus tantas pataletas históricas, propias de un político irracional, incapaz de analizar fría y sabiamente en beneficio de su país.
Los disidentes fueron condenados injustamente y los muchachos de la embarcación condenados a muerte, como escarmiento a los demás, como lo dijo claramente Raúl Castro cuando explicó las razones de aquel asesinato.
Represalia contra Estados Unidos porque, pese a los deseos del régimen cubano, la Base Naval de Guantánamo recibía prisioneros de Afganistán sospechosos de haber participado en acciones de terrorismo internacional; venganza por el golpe de Estado en Caracas, perpetrado contra Hugo Chávez, el generoso financiero de Fidel; contra el presidente George W. Bush, porque incluye a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo; porque Washington expulsa a catorce diplomáticos cubanos; porque James Cason, encargado de la Oficina de Intereses de EE.UU., recibe las visitas de los disidentes cubanos; y, sobre todo, porque aviones estadounidenses bombardean Bagdad y comienza la guerra de Irak… él, tan admirador y gran amigo de Saddam Hussein.
Por estas razones, el dictador caribeño se ensaña con 75 opositores pacíficos, muchos de ellos periodistas, sacados de sus casas sorpresivamente, juzgados con rapidez y condenados a prisión, empeñado él y sus fiscales en demostrar supuestos vínculos con el gobierno de Bush. Al poco tiempo, los más destacados salieron en libertad el 10 de junio de 2004, obligados a emigrar y el resto los mantuvo durante años en prisión.
Para este dictador intransigente y loco no eran disidentes u opositores pacíficos: eran contrarrevolucionarios, mercenarios, cabecillas y provocadores.
Entre todos aquellos valerosos disidentes se destacó el periodista Raúl Rivero, un hombre de larga trayectoria literaria y periodística, autor de numerosos libros de poesía y fiel colaborador de la oposición pacífica.
El año 2003 continuó siendo muy complicado para el régimen castrista. Human Rights Watch, en un informe, nomina a Cuba entre los peores violadores de los Derechos Humanos del mundo; los países de la Unión Europea deciden solidarizarse e invitar a opositores y familiares a sus embajadas en ocasión de la celebración de las fiestas nacionales y el presidente George W. Bush anuncia la creación de una Comisión de Ayuda para una Cuba libre, encargada de preparar la transición democrática en la Isla. También decide reforzar los controles para impedir los viajes prohibidos a Cuba.
Días antes, en un discurso, Fidel lee su Segunda epístola a Bush y declara que las nuevas sanciones de Estados Unidos pudieran provocar otra grave crisis migratoria y hasta una guerra.
Por último, el 29 de enero de 2004, Fidel Castro acusa a Bush de estar planeando su muerte. Meses después, Fidel tropieza al salir de un escenario, sufre fractura en rodilla y brazo, algo que lo aleja del poder por primera vez en más de cuarenta años.
Fuentes consultadas:
Cuba Estados Unidos Cronología de una historia, por Jane Franklin, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2015.
Cien horas con Fidel, por Ignacio Ramonet, Publicación del Consejo de Estado, Cuba, 2006.
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