December 21, 2024

ECONOMÍA Cuba: miedo oficial al mercado negro ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana

ECONOMÍA

Cuba: miedo oficial al mercado negro

ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana

Uno de los grandes defectos que exhiben las sociedades como la cubana es el verticalismo que obliga a los eslabones inferiores a ejecutar de una manera acrítica todas las directivas provenientes de las altas esferas del poder. Ese modo de actuar, entre otras cosas, genera más burocracia y lógicamente merma la espontaneidad que debía estar presente en los niveles de base.

En un encuentro mediante videoconferencia, efectuado en días pasados con autoridades de todas las provincias del país, el primer ministro Manuel Marrero comentó “sobre el ejercicio de análisis que se realizará en los territorios para profundizar en las causas y condiciones que originan el acaparamiento y la comercialización ilícita de insumos y productos agropecuarios”.

De no ser por el rango del personaje, cualquiera diría que el emisor de las palabras anteriores padece de una ingenuidad sin límites. Porque, a ciencia cierta, no se precisa ser muy ducho en la materia para explicar el porqué del acaparamiento de mercancías por parte de la población cubana. Y lo que resulta peor: debido al mencionado verticalismo, todas las provincias y municipios perderán el tiempo en inútiles análisis al respecto.

Señor Marrero, si ahora reina la incertidumbre acerca de qué productos sacarán en los establecimientos comerciales, es lógico que los consumidores compren la mayor cantidad de un surtido determinado, pues no se sabe cuándo volverá a encontrarlo. Por ejemplo, una persona que durante muchos días debió cepillarse sus dientes con jabón ante la ausencia de la crema dental, es lógico que cuando encuentre esa crema no se conforme con un solo tubo, ya que no querrá volver a los días amargos del jabón en sus dientes y encías.

Y están también los ciudadanos a los que no les ha quedado otra alternativa que acaparar y después revender esos productos en la economía sumergida (mercado negro). No olvide,  señor Marrero,  que su ministra de Trabajo y Seguridad Social anunció no hace mucho que un total de 87.486 trabajadores estatales se hallaban interruptos en sus casas cobrando el 60% de su salario. Si consideramos el salario medio nacional, unos 800 pesos al mes, tenemos que esos trabajadores están percibiendo unos 480 pesos mensuales, lo que equivale a 20 dólares al mes,  mucho menos de un dólar por día, lo que los sitúa, de acuerdo a los estándares internacionales, por debajo del límite de la pobreza.

A lo anterior hay que agregar los 5.101 trabajadores que su ministra dijo que no estaban recibiendo ningún subsidio porque se habían negado a aceptar las ofertas de reubicación laboral que les habían propuesto. Entonces, señor Marrero, ¿tiene usted alguna otra salida para esas personas, que no sea acaparar y revender, para no morirse de hambre?

En cuanto a la comercialización “ilícita” de los productos agropecuarios, podemos expresarle que buena parte de ella responde a los precios topados que ustedes han impuesto aun en aquellos mercados que en teoría debían comercializar bajo el mecanismo de oferta-demanda.

Conocemos que muchos productores y comercializadores, en lugar de llevar sus productos a los mercados —sucede, por ejemplo, con la carne de cerdo y los frijoles— se los proponen directamente a las cafeterías privadas y paladares que han quedado funcionando en estos tiempos de coronavirus. Y esos establecimientos, con tal de continuar prestando servicios, pagan esos renglones por encima de los precios topados. O sea, los precios que indica el mercado que ha sido reprimido por las autoridades.

La maniobra antes descrita, por supuesto, clasifica como economía sumergida. Pero no se inquiete, señor Marrero, pensando que ese fenómeno es endémico de Cuba. Según especialistas, en la época de Brezhnev, alrededor del 50% de los ingresos de muchos ciudadanos soviéticos provenían de la economía sumergida. Una situación parecida se observaba en las naciones europeas que construían el “socialismo real”.

Ahora bien, alármese señor Marrero, cuando se entere de que esos mismos especialistas insisten en que ese nivel de la economía sumergida aceleró la caída del comunismo en esas naciones.