Oposición en Cuba: ¿Ilusión o realidad?
Somos “ilusos” sólo en la misma medida en que lo fueron Vaclav Havel o los líderes de tantos otros movimientos prodemocráticos en los países del “socialismo real”
LA HABANA, Cuba. – El pasado jueves, el colega Ernesto Pérez Chang, en estas mismas páginas de CubaNet, abordó los resultados de la protesta cívica por la muerte del joven Hansel Hernández a manos de la policía cubana. Fue un hecho sangriento, con disparos por la espalda; con todos los visos de una ejecución extrajudicial. ¡Aunque la versión oficial, dada tres días después, plantea nada menos que una legítima defensa del agente homicida!
En las redes sociales se han mencionado las similitudes con el caso del norteamericano George Floyd, que sirvió de motivo o pretexto para un verdadero estallido social en el gran país del Norte. Pero yo preferiría señalar la diferencia esencial: La muerte del estadounidense fue abusiva, innecesaria y criminal, pero no parece deberse a un propósito deliberado de privarlo de la vida. La de Hansel no: el policía disparó contra él, y tiró a matar.
Creo que, con sus críticas a ultranza, Pérez Chang no ha sido justo con los activistas prodemocráticos que, en estos tiempos de represión exacerbada so pretexto de la COVID-19, enfrentan al régimen brutal con los escasos medios que están a su alcance. Pero tampoco se ha mostrado equitativo consigo mismo ni con los restantes colegas que, en la prensa independiente o los medios sociales, critican el lamentable estado de cosas imperante en Cuba.
Ya sabemos cuál es la actitud que el socialismo calamitoso e insostenible que sufrimos desde hace decenios en esta Gran Antilla desea ver en sus millones de súbditos. La expresó el “poeta maldito” —Heberto Padilla— en sus memorables versos de Fuera de juego: “Un paso al frente / y dos o tres atrás/ pero siempre aplaudiendo”.
Durante muchos —demasiados— años, la generalidad del pueblo cubano ajustó su comportamiento a esas ansias totalitarias de quienes lo desgobiernan. Felizmente, ya no más. Los que marchan al unísono de los mandamases del régimen constituyen hoy un escuadrón cada vez más escuálido y lamentable. Vemos allí a los inevitables aprovechados, a algunos que dominan el arte de la simulación con maestría mayor que sus conciudadanos, así como a un grupito —cada vez más reducido por la biología y los durísimos golpes de la realidad— de viejitos nostálgicos.
La reciente encuesta de la coalición opositora Compromiso Democrático demuestra que los inconformes en Cuba somos amplia mayoría. Por suerte, se trata de un conglomerado humano que ya no permanece silencioso siempre. Con nasobuco o sin él, despotrican contra el castrismo cada vez más y mejor.
Y también rechazan aspectos puntuales de la situación que padecen. Es verdad que “quienes protestan por pollo, con pollo se conformarán”. Parece una soberana tontería que, en medio del desastre generalizado que sufre nuestra Patria, la inconformidad se reduzca a ese extremo, se concentre en una carencia específica.
Esa protesta, aun pareciéndonos limitada y hasta mezquina, refleja el hartazgo con el régimen monstruoso instalado aquí. Esos compatriotas no se atreven o no saben protestar por la violación de sus derechos, la ausencia de democracia, el estancamiento, la miseria y el abuso, pero al menos lo hacen por ese artículo de primera necesidad.
Cada una de esas quejas ciudadanas —al igual que las otras por la falta de agua o por cualquiera de las innumerables carencias que sufre el cubano de a pie— representa un mazazo para un régimen que, en sus alucinaciones, cree seguir representando las más íntimas aspiraciones de la generalidad de sus súbditos. Y tanto, que afirma que quienes se le oponen de manera sistemática lo hacen sólo porque reciben dinero de algún país extranjero.
No, amigo Pérez Chang, el enfrentamiento de la perseguida oposición al régimen castrista no constituye una “performance” inútil. Acabamos de constatarlo en un video circulado por la Unión Patriótica de Cuba (la aguerrida UNPACU), la organización opositora presente en todo nuestro país, pero implantada de modo especial en Oriente.
Su líder José Daniel Ferrer García y su hijo fueron arrestados de manera arbitraria cuando salían de su casa para acudir a la cita en el Parque Céspedes de la segunda ciudad de Cuba. Otros muchos activistas sufrieron igual represión. Pero siempre hubo actos de protesta exitosos, como los que aparecen en el referido video. Lo mismo es válido para otras organizaciones.
Entonces, no es cierto que la protesta “quedó en el intento”. Como tampoco es enteramente vano el sacrificio de quienes arrostraron el inevitable encarcelamiento, con lo cual hacen pagar al régimen un considerable costo político.
En su trabajo periodístico, Pérez Chang señala: “Me causa entre asombro y pena… que muchos activistas y opositores en Cuba dan por cumplido su objetivo cuando son arrestados y, posterior a eso, no son capaces de mover la cerca un poco más, avanzar otro milímetro diario aprovechando el desgaste de las fuerzas represoras”.
Algunos pudieran considerar una inconsecuencia (si no algo peor) señalar una hipotética inmovilidad cuando no se sugiere en qué dirección debería realizarse el avance. Pero, en definitiva, no es ésa la misión de un periodista. Sólo cabría acotar que, desde los tiempos del aplauso generalizado a quienes la oprimían y lo siguen haciendo, la sociedad cubana ha avanzado no milímetros, sino kilómetros.
Y ello ha sucedido en medio de un inmovilismo a ultranza. Contra un régimen despiadado que, aunque ya no puede controlar a plenitud como desearía, no vacila en hacer uso de la represión más brutal contra todo el que discrepa en cualquier modo o medida. Confieso que nada “artístico” ni “performático” veo en esos sacrificios.
¿Se trata de “un puñado de ilusos con pinta de locos”? No pienso negar la presencia de cierto destello de demencia. Viene al caso recordar aquí la sarcástica respuesta que, citando palabras de su esposa, le dio mi ya fallecido hermano de causa Félix Bonne a un diplomático que preguntaba por qué nos oponíamos abiertamente al régimen castrista: “Porque estamos total y completamente locos”.
¿Pero también “ilusos”? No, en ese punto sí discrepo por entero. Todos los que nos enfrentamos al castrismo (ya se trate de miembros de un partido opositor o de periodistas que gritan sus verdades, como el mismo Pérez Chang) somos personas que tenemos los pies en la tierra y estamos conscientes de una realidad: Cuba no puede continuar por este mismo sendero de ruina, miseria y autodestrucción.
Somos “ilusos” sólo en la misma medida en que lo fueron Vaclav Havel o los líderes de tantos otros movimientos prodemocráticos en los países del “socialismo real”. Pero lo seremos sólo hasta un día que se acerca cada vez más.
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