December 30, 2024

OPINIÓN ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES

OPINIÓN

Tres trampas de las nuevas medidas económicas en Cuba

Bloqueo de cuentas de exportadores privados, cooperativas para impedir la expansión de la propiedad privada y una propuesta tan vieja como el Che Guevara.

ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES
Los Ángeles
Raúl Castro, déjà vu del 'Che' Guevara.

En el paquetico —no llega a ser un paquete propiamente— de nuevas medidas económicas anunciadas por el régimen, salta a la vista que no es una liberación ni siquiera parcial o modesta de las fuerzas productivas.

No es un reconocimiento de la necesidad de un sector privado en Cuba, ni un impulso a este, como afirman algunos medios, entre ellos el diario español El País, que tituló así una crónica enviada desde La Habana: “Cuba impulsa el sector privado en medio de la crisis”.

Por la envoltura del paquetico puede que así lo parezca, pero al ver el contenido, lo que se descubre es un plan remedial a modo de muletas para no caerse al suelo. Se centra en captar más dólares de la “mafia de Miami” para evitar el colapso de la economía y una hambruna que tendría consecuencias imprevisibles para la sobrevivencia de la dictadura.

Es por eso que parece un déjà vu de cuando Fidel Castro abrió un poquito la mano de hierro estalinista en 1993, ante las señales de un inminente colapso económico. Hizo eso Castro I entonces, y no los profundos cambios económicos que el país necesitaba desesperadamente.

Ahora Castro II hace lo mismo: afloja un poquitín el modelo centralista estalinista, pero sin abandonarlo, cosa que al parecer no ocurrirá mientras viva el general.

Se reafirma así el parasitismo de la economía castrista, incapaz de sostenerse a sí misma ni de generar riquezas de ningún tipo. Y la cúpula dictatorial acude a la “gusanera” residente en el exterior para que envíe más dólares y productos a la Isla.

La apertura de 72 tiendas para vender a la población en dólares alimentos y productos de primera necesidad, y la supresión del gravamen del 10% al dólar, son una grotesca movida para sacarle más dinero a la diáspora y no hacer en la Isla cambio fundamental alguno.

Echémosle un vistazo a otras tres de esas medidas: 1) permitir que el sector privado exporte e importe productos;  2) crear cooperativas no agrícolas; y 3) flexibilizar la camisa de fuerza que le tienen puesta a los cuentapropistas.

Bloqueo de cuentas de exportadores privados

A la decisión de que los negocios privados puedan exportar e importar se le ven claramente las costuras tramposas. Para empezar, las cuentas bancarias en divisas de esos negocios serán bloqueadas por el Estado.

El “privilegio” de exportar e importar se le concederá básicamente a cooperativas campesinas y no agrícolas, que venderán sus productos en suelo cubano, solo en la Zona del Mariel, a 37 empresas estatales que tienen el monopolio del comercio exterior en Cuba.

Con esos monopolios sectoriales los negocios privados firmarán contratos según los cuales les descontarán un 20% de los ingresos en divisas en la operación comercial realizada. El 80% de los dólares restantes serán cobrados teóricamente, pues quedarán cautivos en las cuentas bancarias de esos negocios y solo podrán ser usados para importar insumos para reabastecerse.

O sea, los dólares ganados en buena lid por los exportadores privados en realidad no serán suyos. No podrán extraer dólares en efectivo de sus cuentas bancarias en divisas. Eso no es otra cosa que bloquear o congelar arbitrariamente las cuentas a esos negocios. El Estado dispondrá libremente de las divisas depositadas que no sean utilizadas para el reaprovisionamiento de dichos negocios.

Y lo más probable es que, cuando esos exportadores bloqueados vayan a sacar dinero para adquirir materia prima y otros insumos, en el banco les digan:  “Lo sentimos, no tenemos disponible ahora ese cash, venga dentro de una semana a ver si hay”.

En el caso de las importaciones se descontará el precio pagado para comprar la mercancía y los otros gastos del monopolio estatal que realizó la importación en cuestión. No se aclara si los privados solo podrán importar materias y equipos para el negocio, ni qué tajada se lleva el régimen si lo importado se vende dentro de Cuba.

Por otra parte, al participar el Estado en ese comercio se priva a los exportadores e importadores de poder comerciar con EEUU, ya que se les aplicará la Ley Helms-Burton, que afecta solo a las empresas estatales. Los negocios privados por sí solos sí podrían comerciar legalmente con EEUU, y obtener créditos y préstamos millonarios para el comercio exterior en grande y abastecer todo el país.

Cooperativas para impedir la expansión de la propiedad privada

Las cooperativas no agrícolas —iniciadas en 2012 y congeladas en 2019— constituyen una vía del régimen para impedir que se expandan los negocios de propiedad privada individual o empresarial. O sea, en el caso cubano el cooperativismo es negativo de entrada. Además, el cooperativismo como expresión de colectivismo es primo hermano del comunismo (como lo concibió Platón) y fue la espina dorsal del socialismo de autogestión en la Yugoslavia de la postguerra.

Allí las empresas eran propiedad del Estado y confiadas a los trabajadores para que las gestionaran y obtuviesen una parte de las ganancias. Como Estado comunista al fin, había un comité estatal comunista que intervenía en todo: nombraba a los directores, supervisaba el plan de producción y el surtido a fabricar, etc. ¿Resultado? Yugoslavia nunca pasó de ser una economía emergente, muy a la zaga de la Europa capitalista, que luego de la guerra dio un salto espectacular en su desarrollo.

En Cuba, la propiedad de las cooperativas no agrícolas es también estatal y el Gobierno central no solo interviene en todo, sino que es el que las crea, no surgen por acuerdo espontáneo de sus socios. Al final son una farsa. Y serán esas cooperativas “amaestradas” las que ahora podrán convertirse en medianas empresas no estatales.

Por ley de la naturaleza humana las cooperativas en general son un freno para el desarrollo. Y es que si en un grupo de trabajadores los más talentosos, productivos y esforzados tienen que sostener con su trabajo más eficiente a los menos capaces y productivos, no hay incentivo para poner un “extra” de esfuerzo e innovación  en el trabajo. Y fue ese “extra” el que edificó el mundo moderno de hoy.

El régimen reitera hoy la prioridad del “Che” en 1964

Con respecto al trabajo por cuenta propia, lo nuevo es también muy poco. Se permitirá que los pequeños negocios familiares se constituyan en empresas privadas con personalidad jurídica, pero sin que puedan aumentar su capital para ampliarse y crecer, pues lo prohíbe la propia Constitución estalinista. Y otra “concesión” es que al parecer se ampliará un poco la lista de actividades económicas y se flexibilizarán los trámites para trabajar por cuenta propia.

Eso es mucho ruido y pocas nueces. De tener una pizca de sensibilidad humana y amor por Cuba, el general Castro y su equipo tendrían que hacer hoy mismo una lista de actividades económicas prohibidas exclusivamente “por razones de seguridad”, y dejar que los cubanos produzcan todo lo demás y presten servicios de todo tipo y creen empresas privadas. Y liberar los precios y las prohibiciones insólitas, echar abajo el sistema nacional de Acopioque tanto frena la producción agropecuaria, permitir que campesinos y usufructuarios de tierras produzcan libremente y vendan sus productos al mercado, o a comerciantes mayoristas privados que los distribuyan a los agromercados minoristas, privados y estatales.

Pero con el anticubanismo de la elite raulista no se puede esperar otra cosa que lo que dijo recientemente el ministro de Economía, Alejandro Gil: ahora la mayor prioridad seguirá siendo la de insistir en la planificación centralizada y en hacer eficientes a las empresas estatales.

En 1964, en una reunión en el Ministerio de Industrias (MININD) con representantes de empresas del MININD y del MINCEX,  el “Che” Guevara dijo exactamente lo mismo. Me consta porque yo estaba presente.