Cuba en crisis: el circo andando y la gente arrasando
Si bien un pueblo pachanguero no sirve para la militancia, tampoco servirá, si se le mantiene entretenido, para hacer oposición organizada
LA HABANA, Cuba. – Cada cierto tiempo, el régimen improvisa ferias populares que sirven para enmascarar la crisis, pespuntearla de esperanza, o simplemente promover esa imagen tan útil a la propaganda, de que no importa cuán mal esté todo, el pueblo siempre guarda un espacio para el jolgorio. Una de estas escenografías que por lo general acontecen durante los fines de semana, tuvo lugar en la Plaza Carlos III el pasado sábado, con moderado despliegue de kioscos en plena calle, dispuestos para la venta de bienes archiperseguidos por la población: culeros desechables, aceite vegetal, detergente, papel sanitario, café Regil (formato más caro), alimentos congelados de la monoproductora empresa Prodal y mucha, pero mucha cerveza enlatada de la marca Sol.
La cercanía del 14 de febrero fue el pretexto aprovechado para intentar barnizar de normalidad la “coyuntura” y echar a volar la idea de que “el amor está en el aire”, eslogan oficial creado a propósito de la fecha. Y de amor -no faltaba más- estaba impregnado aquel tumulto de mirones y compradores que se empujaban, con jabas y sacos por delante para cargar cuanto les fuera posible.
Dentro de la Plaza las colas se mezclaban con la multitud que cada fin de semana hace de la visita al centro comercial su instante para “desconectar” en medio de la bulla, el pollo frito, la cerveza, el humo de cigarrillos y, a propósito de San Valentín, un concierto de Waldo Mendoza. Mientras el ídolo de las sindicalistas doblaba algunos de sus éxitos, acompañado por un público poco exigente, en el área de cárnicos los tristes y amargados que no deseaban saber de canturías ni congratulaciones se sumergían en las neveras tratando de agarrar los últimos paquetes de pollo deshuesado, la mejor opción en una oferta reducida y racionada, compuesta en su mayoría por papas precocidas y picadillos de dudoso valor nutricional.
Profundos eran el silencio y la consternación en torno a las neveras desiertas. La gente se miraba y sus ojos delataban la intensidad de la crisis. No había necesidad de palabras cuando las manos se aferraban con firmeza a las bolsas de pollo. Los que no alcanzaron después de hacer fila se movían indecisos, cogiendo y soltando los tubos de picadillo, señal inequívoca de quien no desea comprar tan innoble pitanza, pero resistiéndose a irse con las manos vacías.
Era una Cuba partida en dos. Afuera, acompañando al crooner de la CTC, aplaudía la porción de pueblo más curtida en el oficio de la mascarada, pronta a dejar la crisis a un lado para unirse a la mediocre celebración, arruinada definitivamente por dos niños invitados que desguazaron a gritos canciones de Roberto Carlos; un triste apéndice sonoro al estilo de las casas de cultura.
En las colas, o arrasando con lo que quedaba en estantes y neveras, los inconformes resoplaban su enojo. “Caballero hasta cuándo será esto”, refunfuñaba una mujer joven, sosteniendo las compras contra su pecho por la falta de cestas. “Hasta que se seque el malecón, si mira cómo está eso allá afuera”, replicó un señor entrado en canas, con el ademán de quien cala bien a sus paisanos y nada espera de ellos.
El régimen sabe lo que hace cuando en plena crisis mantiene un presupuesto importante para sufragar estos convites. No es de extrañar que todo, excepto el ron, haya subido de precio; o que bajo las carpas de las ferias populares abunden parles de cerveza en lugar de alimentos. El desgobierno conoce los resortes para activar esa amnesia transitoria y colectiva tan útil a su causa, pues si bien un pueblo pachanguero no sirve para la militancia, tampoco servirá, si se le mantiene entretenido, para hacer oposición organizada.
Si tienes familiares en Cuba comparte con ellos el siguiente link (descargar Psiphon), el VPN a través del cual tendrán acceso a toda la información de CubaNet. También puedes suscribirte a nuestro Boletín dando click aquí.
More Stories
Vicente Feliú: “un revolucionario provocado puede ser muy peligroso”
Camila Acosta, de la estación policial al arresto domiciliario
Régimen multa a un vendedor ambulante con discapacidad por tomar un descanso