March 29, 2024

Unas cuantas verdades sobre Lenin

Unas cuantas verdades sobre Lenin

El líder bolchevique fue un sociópata cegado por el odio de clases, un asesino de la patología revolucionaria más extrema. Fue el primer dictador comunista que existió y cuyos métodos serían seguidos por Stalin, Mao, Pol Pot y la dinastía norcoreana de los Kim.

(Foto: Business Insider)

LA HABANA, Cuba. – Resulta indignante cada vez que en los medios oficiales cubanos repiten la letanía que presenta al líder bolchevique Vladimir Ilich Lenin como “el genial guía del proletariado que creó el primer estado de obreros y campesinos e hizo trascendentales aportes al marxismo”.

Lenin fue un sociópata cegado por el odio de clases, un asesino de la patología revolucionaria más extrema. Fue el primer dictador comunista que existió y cuyos métodos serían seguidos por Stalin, Mao, Pol Pot y la dinastía norcoreana de los Kim.

Para construir el monstruoso súper estado policial y prisión de nacionalidades que fue la Unión Soviética, la principal herramienta de Lenin fue el terror.

En diciembre de 1917, a solo un mes de la instauración del régimen bolchevique, para implantar un “riguroso orden revolucionario”, Lenin exigió “aplastar sin misericordia los brotes de anarquía entre gamberros, borrachos, vagos y contrarrevolucionarios”.

Un mes después, en enero de 1918, proclamó que su objetivo era “limpiar la tierra rusa de todo bicho nocivo”. Y no se refería a los piojos, que transmitían el tifus que diezmaba a los soldados del Ejército Rojo, sino a todo aquel que de cualquier modo estorbara al poder revolucionario.

En cumplimiento de las órdenes de Lenin, guardias rojos y chekistas asesinaron a decenas de miles de personas: mencheviques, eseristas (social-revolucionarios), aristócratas, burgueses, sacerdotes, intelectuales.

Particularmente atroz fue el asesinato, ordenado personalmente por Lenin, del derrocado zar Nicolás, la zarina, las princesas y hasta sus sirvientes, todos fusilados y rematados a bayonetazos.

Los historiadores soviéticos magnificaron el papel de Lenin en detrimento del rol jugado por Trotsky en la llamada “Revolución de Octubre”, que fue más bien un golpe de estado contra el gobierno democrático de Kerenski.

Con la consigna de “Todo el poder para los Soviets”, Lenin dijo haber instaurado la dictadura del proletariado. Pero el Poder Soviético no fue el gobierno de los Consejos Obreros, como aseguraba Lenin, sino la dictadura del Comité Central del Partido Comunista.

En la llamada “dictadura del proletariado”, que, siguiendo el modelo leninista, se instauró en la Unión Soviética y posteriormente en los demás países del llamado “socialismo real”, los intereses de la casta burocrática-militar comunista estaban por encima de los intereses de los proletarios.

Lenin hizo una interpretación dogmática, caprichosa y distorsionada, anti-histórica y anti-económica, de las ideas de Karl Marx, al adaptarlas a las condiciones de Rusia.

El llamado “centralismo democrático”, la férrea disciplina partidista ideada por Lenin, nada tenía que ver con la democracia. El camarada Vladimir Ilich ridiculizaba y se burlaba de los que discrepaban, como Rosa Luxemburgo. Eso, en el mejor de los casos. En el peor, los enviaba a la cárcel, los desterraba a Siberia o los mandaba a matar.

Los aportes leninistas al marxismo fueron implementados minuciosamente por Iósif Stalin, el sucesor de Lenin. El estalinismo, con su planificación centralizada, los planes quinquenales y, como no, las purgas y los gulags, no fue una desviación del marxismo-leninismo, como algunos comunistas pretenden, sino su máxima expresión.

El marxismo, con todos sus desaciertos, sirve al menos como una herramienta más para el estudio de la historia y la economía. Pero la versión leninista del marxismo, el marxismo-leninismo, ha jugado un nefasto papel como cuerpo legitimador de las dictaduras comunistas en medio mundo. Todas, no importa las nobles intenciones anunciadas al principio, van a parar inexorablemente –la historia lo demuestra- a la supresión de las libertades civiles y políticas, el sometimiento del individuo al estado y el partido único, los campos de concentración para “antisociales”, las cárceles abarrotadas, las omnipresentes policías secretas, el hambre y las economías arruinadas.

Si lo sabremos los cubanos, que llevamos 62 años sufriendo los desmanes y desastres de Fidel Castro y sus continuadores, fieles adeptos y ejecutores del marxismo-leninismo- en su catastrófica versión tropical y tercermundista.

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Luis Cino

Luis Cino Álvarez (La Habana, 1956).
Trabajó como profesor de inglés, en la construcción y la agricultura.
Se inició en la prensa independiente en 1998. Entre 2002 y la primavera de 2003 perteneció al consejo de redacción de la revista De Cuba. Fue subdirector de Primavera Digital. Colaborador habitual de CubaNet desde 2003. Reside en Arroyo Naranjo. Sueña con poder dedicarse por entero y libre a escribir narrativa. Le apasionan los buenos libros, el mar, el jazz y los blues.