April 24, 2024

Vladimir Kará-Murzá ante un tribunal de Putin

Por desgracia, podríamos parafrasear al gran García Márquez, y calificar este sainete grotesco como la “crónica de una sanción anunciada”

René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba. — Durante las últimas semanas ha sido noticia el juicio seguido en Moscú contra el periodista, opositor y activista de los derechos humanos Vladímir Kará-Murzá. El pasado día 10 se celebró la última sesión. Se ha anunciado que el Tribunal que lo juzga anunciará su sentencia el próximo lunes 17. Se trata de una más de las farsas judiciales que los incondicionales que sirven a la dictadura de Vladímir Putin orquestan de tiempo en tiempo contra quienes se le enfrentan.

Bajo ese régimen monstruoso, investigadores, fiscales y jueces se han negado a procesar, acusar o juzgar a —digamos— los oficiales del Servicio Federal de Seguridad señalados, ¡con nombres y apellidos!, como presuntos autores del conocido envenenamiento del líder opositor Alexéi Navalny (y, si al caso vamos, también de los dos perpetrados contra el propio Kará-Murzá). Pero esos mismos represores del régimen sí muestran extraordinaria diligencia para perseguir a quienes se manifiestan en contra del autoritarismo putinesco.

En el caso del juicio recién concluido en Moscú, la acusación es la de “traición a la Patria”. Esta última, según la “historia oficial”, se habría caracterizado por haber propalado “noticias falsas” sobre el Ejército ruso. Por ello le están pidiendo la friolera de 25 años de prisión. En realidad, lo que hizo el acusado fue condenar con claridad meridiana la bárbara agresión que, con pretextos diversos y bajo el nombre eufemístico de “Operación Militar Especial”, el dictador Putin lanzó contra Ucrania.

El defensor del acusado, mi colega Vadim Prójorov, declaró hace varias semanas: “Es obvio que las autoridades decidieron celebrar el juicio de Kará-Murzá a un ritmo cósmico, lo más rápido posible”. Yo quisiera comentar: es evidente que el ilustre abogado ruso desconoce las corruptelas en los países del “socialismo del Siglo XXI”. Si hablamos de celeridad y festinación judiciales, ¿qué mejor ejemplos que los juicios de “Los 75” en la Cuba de 2003 o el del obispo Rolando Álvarez en la Nicaragua de 2023!

La absoluta carencia de garantías procesales que está afrontando ahora Kará-Murzá se pone de manifiesto en el carácter secreto que, de manera infundada y arbitraria, le han impuesto a su proceso. Los numerosos periodistas y diplomáticos radicados en Moscú que han acudido a la sede del Tribunal, se han encontrado con que ni siquiera se les permite subir al cuarto piso del edificio judicial, que es donde se celebran las sesiones. Esto —dicen— para evitar que, a través de las puertas, puedan escuchar algo de lo que sucede en la sala…

Para colmo, muchos de los asistentes al juicio —incluyendo a testigos de la defensa— parecen haber sido impresionados por la advertencia oficial de no divulgar informaciones secretas que puedan haber llegado a conocer con motivo de su participación en el proceso. Por ese motivo muchos de ellos optan por no revelar lo observado por ellos en el juicio a los numerosos periodistas que esperan en las afueras de la corte.

No es el caso de mi colega y amigo Alexánder Podrabínek. Él, “perro viejo” en este asunto de enfrentarse a las arbitrariedades (antes, soviéticas y comunistas; ahora, rusas y putinescas) sabe que lo que se prohíbe es divulgar secretos estatales; no las incidencias de la sesión a la que se haya asistido. La narración de las escandalosas barbaridades perpetradas hace unos días por las autoridades, mientras él depuso como testigo de la defensa, está visible en ruso e inglés en su muro de Facebook, bajo un título contundente y certero: “Circo judicial”.

Felizmente, sí se ha conocido el texto de lo expresado este lunes por el inculpado al hacer uso de su derecho a la última palabra. Kará-Murzá expresó valientemente “no arrepentirse de nada”, y se declaró orgulloso de su compromiso político y su amor a Rusia. Sólo lamentó no haber logrado convencer a sus compatriotas y a los políticos de países democráticos sobre el peligro que el actual régimen representa para Rusia y el mundo.

Varias decenas de periodistas independientes demandaron su libertad en una declaración. En esta tildaron de “infundadas” y “cínicas” las acusaciones. “Kará-Murzá es un auténtico patriota que en los primeros días de la guerra ya se pronunció contra la agresión rusa”. “Pero hoy en día, en Rusia, abogar por la paz y el cese de la guerra es un crimen”. Los postulantes califican el juicio como un “claro ejemplo” del retorno de Rusia “a las prácticas estalinistas del terror político”.

Por desgracia, podríamos parafrasear al gran García Márquez, y calificar este sainete grotesco como la “crónica de una sanción anunciada”. No resulta razonable esperar que, como cuadra a una persona que se he limitado a expresar su opinión, Kará-Murzá sea absuelto. La única duda que cabe tener es a cuántos años ascenderá la injusta sanción que le será impuesta. Pero creo que podemos confiar en que ese plazo será mucho más largo que el tiempo que el dictador Putin permanecerá en el Kremlin moscovita. Y resulta razonable pensar que el fin de ese régimen dictatorial se traducirá en la excarcelación del preso de conciencia.

En ese contexto, resulta oportuno citar lo escrito por mi colega Podrabínek: “En toda esta absurda farsa judicial, en realidad me preocupa sólo una cosa: la condición de Vladímir Kará-Murzá. Él resiste bien, está sonriente y su ánimo no decae, pero se le ve pálido, agotado y seriamente enfermo”.

Esperemos que el valiente demócrata ruso pueda superar la dura situación que confronta hoy; que las esperanzas de su excarcelación anticipada (y también las de Navalny y los restantes cautivos políticos que son compatriotas suyos) se hagan realidad más temprano que tarde; y que el gran país de todos ellos avance con decisión hacia la libertad, la paz y la democracia.