8 años de cárcel es la condena para estas hermanas. Una de ellas tiene una niña pequeña que cree que su mamá fue a trabajar pero regresará pronto. Esa niña está al cuidado de su abuela, una mujer mayor a quien acaban de quitarle dos hijas
“Lisdani y Lidianys No agredieron a nadie, no tiraron piedras, no rompieron propiedad estatal. Sólo pidieron medicamentos, comida y gritaron Patria y Vida. Y pasarán 8 años presas.”
Barbarita, madre de estas dos hermanas presas
Quien habla es Barbarita, madre de dos estas jóvenes detenidas por participar en las protestas del 11J. Abuela de una niña de tres años que cree que su mamá fue a trabajar a una galletería y regresará pronto.
Barbarita está viviendo prácticamente de la caridad de amigos y familiares.Los invito a leer lo que la represión ha hecho con esta familia,que es solo una de cientos.
“Uno de los momentos más duros de mi vida fue el 12 de octubre de 1998 cuando de las 4 niñas que tenía en la barriga sólo tres nacieron vivas. Los otros dos momentos han sido después del 11 de julio cuando detuvieron a dos de mis trillizas y el delegado las mandó a esposar frente a mí como si fueran criminales. Eso nunca lo olvidaré.
Sin embargo, el peor de todos fue el día que que las trasladaron a prisión y no me dejaron verlas.
De ahí cada día es peor, y yo sin poder hacer nada.
Mis hijas me han llamado dos veces de la cárcel para pedir antibióticos porque tienen unas picadas muy infectadas y allí no les dan nada.
Y yo afuera tampoco tengo. Una madre no puede dormir con eso.
El 11 de julio yo estaba en la calle con Lisdany y Lidiani cuando vimos la manifestación y nos sumamos a gritar “Patria y Vida”, a pedir medicinas y alimentos y sí, también dijimos Díaz-Canel singao.
Yo no tengo nada que agradecerle, al contrario.
Hace unos meses, por ejemplo, fui a asistencia social a ver si me podían dar una ayuda económica porque tengo un prolapso en la válvula del ventrículo izquierdo y no puedo trabajar en el campo como antes.
A veces no tengo ni para sacar los mandados ( de la canasta básica), y la respuesta oficial fue: que tus hijos te lo paguen.
Por eso el 11 de julio fui a exigir mis derechos, caminamos por Placetas pacíficamente, pasamos por el Partido. Ahí no se tiró ni una piedra.
Tres días después tocaron la puerta de la casa a las dos de la madrugada. Eran un policía y dos agentes de la Seguridad, vestidos de civil, para llevarse a mis hijas.
Ellas se negaron a ir con tres hombres a esa hora porque no se sentían seguras. Al otro día fueron conmigo y las dejaron detenidas.
El jefe de la policía las acusa de desacato, atentado, vandalismo, propagación de epidemia y desorden público.
Ellas son auxiliares pedagógicas, nunca habían tenido problema con la policía. El 18 las mandaron para la Cárcel de Mujeres de Guamajal.
No he visto más a mis hijas, y eso me provoca un dolor muy grande; pero lo peor es que tengo una nietecita de tres años y medio que me pregunta todo el tiempo cuando llega su mamá.
Yo le he dicho que está trabajando en una galletería para traerle cositas, que regresa pronto. Cuando la veo triste voy y le compro un refresco o un dulce y le digo que su mamá se lo manda, pero ella ya no mira ni eso.
La extraña mucho y me repite que quiere dormir con su mamá.
No sé que hacer para calmarla, hasta le pedí a una amiga que llamara haciéndose pasar por Lidiani, pero Nazli es muy inteligente y me dijo: “abuelita mi mamá no habla así”.
Yo me pongo a ver los muñequitos con ella y de pronto me dan unas ganas de llorar. No puedo pensar que nos quedemos solas.
He vendido cosas de la casa, ropa mía. He llegado a vender parte de los mandados para con ese dinero pagar los míos y la corriente.
Desde el 18, que se las llevaron, mi rutina es levantarme pensando qué le podré llevar a mis hijas a la prisión, que inventaré, qué puedo vender para llenar la jaba. Gracias a Dios, al papá de Nazli y a la gente buena que me ha ayudado, en estas semanas hemos tenido qué comer.
Bárbara teme que sus hijas sean condenadas y quedarse sola con Nazli. Teme por las condiciones de Lisdany y Lidianis en prisión, y por la realidad que le espera a ella enferma, sin pensión y cuidando a una niña que llama cada día a su mamá.
Teme también que la policía vaya a buscarla por hablar con la prensa.
Publicado en Cubanet.
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